Sonrisa Cerrada

Capítulo IV

 

JAN

 Las dos semanas pasaron, sin que me diera cuenta, será porque los entrenamientos de béisbol; fueron rudos todos los días, pero no me quejaba, si al final veía el resultado positivo de que la temporada, seria a favor del equipo de los “Pumas” de solo pensar en mi equipo, mi ser se llena de regocijo, más ahora que los chicos están en mi casa un lunes por la mañana; nos encontramos desayunando, junto a mi familia mi Madre suele ser cordial con mis amistades, pero jamás le he traído una novia, ni pienso hacerlo son distracciones que después son difíciles de quitarlas del camino.

   Asi que me mantengo sereno, comiendo mi pan tostado con mermelada y además frutas incluidas, con el jugo de naranja; en mi opinión es un alimento poco lleno para mi estómago, porque al rato me vuelve a dar hambre y tengo que comprar en la cafetería del instituto, que sin pensarlo miro el reloj, dándome cuenta que tenemos quince minutos para entrar, al primer día de clases.

   Por lo que me pongo de pie, al beber mi jugo completo; logrando que mis compañeros ve vean algo extraño; hasta que hablo.

 

— ¡Hey! Debemos irnos, nos queda poco tiempo para entrar a clases. —explico, y ellos mirarse entre sí, para después imitar mi acción de tomarse el restante de su jugo.

 

—Hijo… les puedo decir a mi vecino, que los lleve. —comento mi Madre, pero negué empujando a mis compañeros.

 

—Gracias Sra. Eleanor por todo. — dijo David; antes de darle un guiño a mi hermanita, que se sonrojo levemente.

 

—Agradecido Jefa Sibrian. — objeto en broma Bizen, que solo le di un golpe en la nuca, para que se apurara.

 

     Al tenerlos afuera, me despedí de mi familia no sin antes tomar mi mochila en color arena una costumbre tener cosas con ese color, que al estar afuera el aire fresco de mi país, me lleno los pulmones de energía, mire a los chicos y ellos comprendieron lo que debíamos hacer; corrimos las dos cuadras, hasta llegar a la parada de buses, esperamos dos minutos aproximadamente, que nos llevó directo al instituto nos bajamos sin sudor en el sistema, es lo bueno de ser deportista, al pisar la cera de enfrente, mire el lugar con muchos estudiantes entrar, otros despedirse de sus padres, seguro al ser nuevos necesitaban el apoyo moral para sobrevivir durante el día.

  Sin embargo; la mano de Bizen en mi hombro me puso alerta a lo que diría.

 

— ¡Oye amigo! Es seguro que tengamos compañeras nuevas o incluso las veamos en el descanso. — suelta su parloteo, que niego ante su actitud.

 

—Vamos Jan, no te da curiosidad. —esta vez fue David, que no dejaba de sonreír siguiéndole el juego.

 

   Me separé del brazo de Bizen y los mire a los dos con mi mejor semblante de hierro y seriedad, para luego añadir:

 

—No me interesa las nuevas o nuevos; eso es inherente en mí, además deberían pensar en el partido del fin de semana, es la apertura de la temporada y este es nuestro año. — termino de hablar, al darme la vuelta oyendo a la vez sus murmullos quejas y bromas.

 

  Tal vez piensen que soy un aguafiestas, pero no me interesa nada de eso solo el juego y mis calificaciones altas, para llegar a una universidad o ser becado con el deporte; para ayudar a mi familia, hacer el trabajo que le tocaba a mi… rayos no debo de pensar en él, solo me trae malos recuerdos que entierro, al momento que ingreso al instituto y recorro los pasillos con solo una mirada en mi casillero de color azul oscuro, para los de último año.

   En el momento que dejo mi bolso y verifico mi horario de clases en mi teléfono, detallo que tengo matemáticas con el profesor bigotudo y de mal carácter, suelto un suspiro cansado; antes de recibir una voz alegre, como la de mi amiga Valeria que no duda en darme un beso en la mejilla y estar lista.

 

—Hola Jan… listo para este año. —dice, mientras suelto una sonrisa cerrada.

 

—No es necesario estar listo Valeria, nací preparado antes que iniciara. —le respondo con suficiencia cosa ella niega, sonriendo abiertamente.

 

— ¡Cierto! Eres Jan Sibrian el mejor en sus clases y gran pícher de la selección del instituto, como te venero amigo. —añade con ironía, pero ruedo los ojos tomando mi libreta, dispuesto a llegar a clases pasando una gran cantidad de estudiantes.

 

   No pasa desapercibido para mí, como hay chicas observándome y otras murmurando, por ser el mejor del equipo; es normal que hablen de ti, incluso con mi uniforme que consiste en un pantalón negro, camisa blanca y chaleco en color verde, portando en dorado el logo del instituto no te hace sentir el mejor, pero tiene el estilo, solo debes tratar de no ensuciarlo, al cambio las chicas usan faldas hasta sus muslos y medias altas blancas, luciendo increíbles si tienen piernas torneadas y únicas, pero sino solo es un uniforme más.




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