Sonrisa Cerrada

Capítulo V

 

Evelyn

  Odio la escuela y más los estudiantes latinos, todos son insufribles para mi mente, por ser extranjera y nueva soy el centro de atención por asi decirlo; vuelvo a bufar, por lo bajo al lograr salir de ese instituto, tan tonto con reglas tan estúpidas, lo que me recuerda, que en la secundaria que estudiaba mis mejores momentos eran el receso y este fue el peor de todos.

   Me encuentro afuera del instituto, esperando por mi abuela; que dijo que no olvidaría pasar a buscarme, solo que al mirar mi teléfono de última generación, no puedo creer el retraso que tiene; asi que me enfoco en sentarme afuera en una de las bancas, que posee el lugar junto con sus arbustos bien acomodados, que le dan estilo al centro estudiantil.

   Me distraigo con mi celular, enviándoles mensajes a los chicos y solo Martina está en línea, por lo que inicio una conversación con ella.

 

Yo

¿Cómo va todo en Quebec?

   Puedo ver como el chat de mi país, forma los tres puntos suspensivos, en espera de una respuesta.

 

Martina

Aburrido… tanto que deseo comer una torta de chocolate.

   Su respuesta, me hace curvar una sonrisa.

 

Yo

Estamos en las mismas, pero acompañado de un descafeinado, me haría más feliz.

   Su respuesta no tarda, antes de ver como el auto de mi abuela, se está acercando dándome un gran alivio.

 

Martina

Totalmente de acuerdo, además dime ¿Cómo te va en el país del Salvador?

 

  Me pongo de pie, antes de darle una respuesta, e ir por mi abuela que suena el claxon.

 

Yo

Horrible, pero te llamo después para darte más detalles; vinieron a buscarme.

 

  Con eso cierro el chat de conversación y me apresuro a llegar al auto como entrar, cuando estoy adentro mi abuela con sus ojos grises; me escruta antes de avanzar con el auto, momento que ignoro enfocándome en abrochar mi cinturón, pero la voz de ella me quita las ganas de tener un viaje tranquilo, antes de llegar a casa.

 

—No me dirás ¿Cómo te fue hoy? —pregunta con amabilidad, pero decido negar; cuando para en un semáforo en rojo.

 

 

—En realidad fatal, ser nueva es lo peor y el idioma es un asco, debo seguir practicando me pase grabando todas las clases y decirle al profesor Ocrez que me explique mejor. — respondo con molestia, no pasando desapercibido para ella.

 

 

—Entiendo. Solo debes tomarlo con calma Eve, apenas es el primer día. —agrega; pasando una cuadra que da hacia la zona residencial en la que vivimos.

 

—No pienso lo mismo abuela, solo deseo llegar tomar una ducha, comer e ir a la cama. —digo en orden, deseando que se cumpla.

  

 

—Pues… tendrá que esperar cariño, iremos a visitar a una amiga, que me va entregar algo y después vamos a casa. —me dice, logrando que ruede los ojos con cansancio, al no cumplirse mi deseo.

 

   Después de eso, decido guardar silencio enfocándome en la ventana y mirar los pueblos como avenidas muy coloridos, su gente de diferentes tonos de piel siendo morenos, de color y blancos solo que no tan exagerados como mi piel; comienzo a negar, porque la temporada que este aquí, mi tonalidad va a cambiar y eso lo haré al broncearme en la playa; tomare selfies para que Laura y Martina mueran de la envidia por estar aquí conmigo.

  Cuando mi abuela; detiene el auto cerca de otra residencia, decido quedarme en el auto y ella no me obliga, porque solo irá a buscar un vestido que mando hacer, al parecer la estilista lo tiene listo que solo vino a retirarlo, asi que durante ese momento de soledad comienzo a colocar algo de música en la radio, casi todas son en español y me dan ganas de dañar el aparato, odio hablar otro idioma y más uno que no es mi favorito, sigo insistiendo en buscar algo diferente y doy con una, en donde las canciones son todas en inglés; de inmediato lo dejo oyendo la voz de Beyonce, una cantante única en su mejor clásico, pero un golpe en mi ventana me hace dar un respingo en mi lugar.

 

—Que rayos. —vocifero en francés, pero al mirar la ventana, detallo que un chico junto con otro me ven y comienza a reírse entre ellos.

 

   Todo mi cuerpo entra en tensión, por el abuso de esos cretinos que tienen la misma edad que yo, lo pude intuir al ver el mismo uniforme que el mío, lo cual me puso peor. Por consiguiente; me bajo del auto quitándome el chaleco que solo me causa calor; dejando solo mi camisa blanca pulida, no dudo en acercarme al par de idiotas que están de espaldas, hasta que uno de ellos me mira soltando una sonrisa socarrona hacia mi persona, noto el balón de futbol viendo la causa del golpe.




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