Sonrisa Cerrada

Capítulo X

 

Evelyn

 

 El fin de semana paso tan rápido que mis ojos no quieren despertarse hoy, para ir al instituto; siento una inmensa pereza de colocarme de pie e iniciar el día; pero como la alarma de mi celular no deja de timbrar, me enfoco en desactivarla para después volver arroparme en mis sabanas suaves con diseño de Pochaco, al cubrirme la cara no siento como el reflejo del sol da hacia mi rostros, dejándome feliz al cerrar mis ojos y comenzar a dormir, pero un toque fuerte logra que salte de mi lugar que solo gruño en consecuencia.

 

—Ahsss… que rabia. —vocifero por lo bajo, antes de quitar la sabana sobre mi cuerpo y mirar hacia la puerta.

 

— ¡Vamos dormilona debes levantarte! —

 

   La cantarina voz de mi abuela, me hace quejarme más; al colocar ambas manos sobre mi cabeza y dejar que el aire de mis pulmones salga con algo de frustración y ganas de seguir durmiendo; pero en mi caso es la señal de levantarse antes de recibir un regaño innecesario por parte de mi Padre, que no he sabido de él en semanas, recordando que su agenda siempre está llena, para tener tiempo en hablar con sus hijos.

   Decido olvidar el rumbo de mis pensamientos y me enfoco en salir de la cama, en el camino estiro mi cuerpo para aligerar la carga o flojera, pero lo atribuyo a la segunda opción; asi que ingreso al baño me tomo mi tiempo en cepillarme los dientes, tomar unas ducha que al tener la toalla en mi cuerpo, me dirijo descalza a mi armario buscando el uniforme que se encuentra impecable; lo tiro sin ganas a la cama y comienzo a vestirme.

  Luego que término de hacerlo, peino mi cabello húmedo; decidí lavarlo tocaba el día y me encamine hacia el espejo quedando tranquila con mi reflejo, pero ruedo los ojos levemente llena de flojera para ir, y eso no es bueno suelo no prestar atención a las clases, por lo que mi deber es ser responsable no todo lo contrario. Sin embargo; al dar los últimos retoques con mi delineador de ojos para lucir una mirada intrigante, otro toque en la puerta me hace bufar por lo bajo.

 

— ¿Ahora que sucede abuela? —digo en voz alta, pintando mis labios y quedar feliz con el resultado final.

 

—El tiempo vale mucho y solo te quedan cinco minutos para llegar Eve. —

 

   Acepto mi derrota del día, me dispongo abrirle la puerta encontrando a una abuela con los brazos cruzados y mirada de hielo; que solo niego por su clara expresión.

 

—Entiendo… solo voy a tomar mi bolso y salgo. —digo, girándome con dirección al pequeño escritorio, que poseo en la habitación.

 

— ¡Perfecto! Ya te guarde el desayuno en una vianda de comida, te espero en el auto no tienes más tiempo. —argumenta, que solo me enfoco en meter todo lo que necesito que al salir del dormitorio me apresuro a bajar.

 

  Para cuando estoy afuera de la casa, cierro detrás de mí la puerta; dejando el seguro, después camino hacia la camioneta blanca, logrando oír como lo enciende abro la puerta de copiloto y me coloco el cinturón de seguridad como cada vez que subo a cualquier auto logrando emprender la marcha, la ruta hacia el instituto es tranquila y sin ningún atolladero o cola en la carretera, asi que me enfoco en oír la radio para aprender un poco el idioma español, con el profesor Ocrez estoy teniendo un gran avance, para tener casi dos meses de haber llegado de Canadá.

  Durante el recorrido, pude conversar con mi abuela de ciertas cosas, que deseo realizar; pero su negativa esta activa en todo momento; cosa que me pone algo molesta por como toma las cosas de forma tan extremista, en los siguientes minutos estoy bajando del auto con ganas de matar a quien sea importar quien sea, cuando mis pies logran entrar al instituto,  olvido que ella me trae devuelta la comida del desayuno y le agradezco el haber realizado su esfuerzo por traerme.

 

—Nos vemos en la tarde abuela. —declaro, al alejarme de la reja en color gris.

 

—Así será hija, te estaré esperando afuera. —determina, alejándose poco a poco de su lugar.

 

 

—ok. —fue lo último que dije, antes de girarme sobre mis pies y emprender la marcha hacia mi salón de clases.

 

  Había llegado a buena hora, pase por el pasillo antes de ir al segundo piso, en el fui directo al salón donde muchos compañeros se quedaron viéndome entrar; el silencio era duro que podía cortar el ambiente con un cuchillo antes de sentir una mano dura colocarse alrededor de mi muñeca, enseguida me puse alerta porque la mano que me pareció en extremo increíble dejando que mi garganta trague en seco al mirar esos ojos en color marrón.

 

— ¡Suéltame! —demando con rudeza, al jalar mi brazo; pero su fuerza me deja inquieta en mi posición, evidenciando que el salón se encuentra solo; sin profesor.

 




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