Sonrisa Cerrada

Capítulo XI

 

JAN

 

  Decir que mi mente es vengativa, pues les digo que no lo soy; solo que desde aquella noche no he parado de pensar en esa niña, de ojos azules que busca hacerse la inocente, conoce que la estoy vigilando desde que llegue lo hago con la intención de intimidarla; pero el efecto no surte como esperaba, ya que su mirada esta sobre la profesora de lenguaje y literatura.

   Manteniendo las piernas ligeramente abiertas, me recuesto mejor en mi asiento, anotando la clase y las posibles actividades que nos manden en tres días la profesora de cabello pintado de rojo, da las pautas de un ensayo que debemos hacer para realizar una obra de teatro, de solo imaginarlo mi mente siente un colapso, detesto realizar esas actividades, pero cuando indica el puntaje el salón se alborota.

 

—Son 12 puntos, chicos espero hagan ese buen ensayo y lo van a presentar en mi clase. — informo con su mirada de acero, ante todo el alumnado.

 

—No puede ser…

 

—Voy llorar por solo ese puntaje en un ensayo…

 

—Odio mi vida…

 

   Las voces de cada uno de los estudiantes era un caos, que un silencio contundente de la misma profesora, logro despertar a muchos dejando un rotundo silencio en el lugar, por inercia voltee el rostro hacia la chica nueva que se encontraba con las dos manos sobre sus mejillas en señal de fastidio o algo parecido. De igual modo, la ignore y seguí con los apuntes en el pizarrón me demore solo un minuto, antes de oír mi nombre de los labios del docente.

 

—Joven Sibrian, el grupo de usted será compuesto de tres personas y le diré ¿Quiénes son? — objeto, mientras maldecía por lo bajo al llamarme.

   Me enfoque en solo aceptar, antes de volver a oírla.

 

—Lucia y Evelyn serán tus compañeras. —termino de hablar, anotando en su libreta el grupo para ir con el siguiente.

 

   Mi sangre se helo de solo oír el nombre de ella; por instinto miro su asiento, detallando que sus ojos azules me taladran el cuerpo con una gran mirada de fastidio que solo me hace sonreír internamente, recordando que mi juego dará comienzo en ese ensayo, espero no me odie al final, porque lo más seguro es que la saque de Homerun como diría el entrenador.

 

 

  …

 

  En las siguientes horas restantes, me encuentro con mis compañeros en las gradas del campo mirando el mismo campo como oír los chistes malos de David acerca de su abuela por parte de su Padre que no lo deja en paz, al momento en que su familia la visita, no puedo negar que suele ser gracioso en algunas partes; pero en otras las termina echando a perder, para no ser tan indiscreto con mi vocabulario o como diría mi Madre las puedes saber; pero no decirlas.

  Me enfoco en oír algo de música, antes de sentir el brazo de Bizen sobre mis hombros, tal acto lo rechazo; al elevar los mismo y él quejarse por mi actitud.

 

— ¿Por qué tan odioso Jan? —pregunta, a lo que ignoro y sigo escogiendo buena música en mi celular.

 

 

—En realidad no me interesa Bizen, sabes como soy no debe parecerte extraño. —recalco con fastidio, pero la risa de él me hace prestarle atención.

 

 

—Lo sé… pero me encanta joderte Jan.

 

—Eso veo. —dejo por sentado, concentrándome en la canción nueva de un grupo de rock.

 

—Ya déjalo ser Bizen, sabes que Jan es aburrido. —agrega David, tomando asiento a nuestro lado, sacando a la vez un cigarro de su bolsillo; para después encenderlo.

 

—En algunos casos, solo que su mente es otro nivel seguro esta imaginando como jugara en el partido del fin de semana. —deja por sentado Bizen.

 

   Pero lo que no sabían ambos, es que en mi mente hay de todo menos lo que ellos dicen, y en este caso lo acapara la chiquilla y el castigo que le impondré, debo llamar a unos contactos para encontrar el número de ese niña porque ese ensayo lo pienso cumplir, aunque deba traerla a rastras de donde sea que viva, mis notas no bajaran por nadie y mucho menos ella.

   Cuando iba a colocarme de pie, las voz de Bizen me traer a tierra.

 

—Vamos a salir está noche a tomar o comer ¿algo? Lo necesitamos, ¿Qué dices Jan? —Suelta su pregunta, que no dudo en meditarlo colocándome de pie delante de ellos que siguen en su mismo lugar.

 

  Los pares de ojos me escrutan, buscando encontrar que diga un sí; pero al pensar en mi hermana, niego completamente.




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