Sonrisa Cerrada

Capítulo XVI

JAN

 

    De todas las cosas que un joven de mi edad se espera, al darle una noticia, nunca debió ser la que mis oídos lograron capturar, todo mi cuerpo entro en tensión; tanto que jamás imagine, que él volviera o siquiera acercarse a mi madre, solo que rompió el límite, que años atrás le exigí y solo tenía quince años de lo sucedido. Enseguida me puse de pie, apretando una de mis manos, que no dude en continuar la llamada.

 

— ¿Qué?

 

—Lo lamento hijo… solo vino y se fue, nada más sucedió.

 

  Su voz conciliadora del otro lado de la línea, me tenía algo tenso; conocía demasiado bien en mi Madre, siempre guarda secretos; que muy difícil pueden ser revelados, negué al aproximarme a la ventana de mi habitación, golpeando la pared de color azul oscuro.

 

— ¡Dime la verdad!

 

  El silencio volvió a la línea, dejándome con más angustia en todo mí ser.

 

—Lo hablaremos después Jan Alonso, ahora tengo que trabajar, llegare como a las once de la noche.

 

—Madre…

 

— ¡Es suficiente! Cuando llegue a la casa hablamos y ni una palabra a Chloe sabes, que ella todavía lo extraña.

 

   Con esas últimas palabras colgó la llamada, solo me enfoque en tirar el teléfono en mi cama, para elevar mis manos hasta mi cabello y jalarlo levemente; lleno de frustración e ira contenida, más ahora que él volvió, no era buena señal debía alejarse y nunca regresar, porque todo lo que trae en sus manos, los destruye con su boca o mejor dicho; con su adicción a la droga por esa causa mi Madre tuvo que pagar mucho dinero, a personas con las que pidió ese vicio y jamás se propuso en dejar, sino que continuo ingiriéndola, trayendo consigo problemas en la casa.

   Los recuerdos, son un detonante tan profundo calan tanto en tu cuerpo, como mente que te dejan sin fuerzas, en mi casa me alteran de una forma que solo debo buscar es sacar la frustración, con algo antes de explotar con la persona que me engendro; pero termino siendo una basura como Padre, sin poderlo contener me fui al armario, busque una camiseta negra; sin nada de diseño, me calce unos zapatos deportivos en color gris y Salí con prisa del dormitorio llevando solo mi celular y llaves de la casa, con agilidad baje de las escaleras cubiertas por alfombras en color marrón.

   Apenas logro llegar, hacia la puerta principal de la casa, la voz de Dana me hace girar sobre mi eje, trato de estar neutral ante la maraña de pensamientos que inundaban mi cabeza, mientras mis manos deseaban descargar mi ira a como diera lugar; por ello necesitaba aire, solo me enfoque en mirarla esperando que hablara.

 

—Jan ¿A dónde vas?

 

—Afuera ¿Por qué? —respondí tajante, algo que ella misma se dio cuenta.

 

—Sabes… debo irme dentro de una hora, hoy necesito hacer una diligencia personal; es por ello que Chloe no debe estar sola en casa. —informo muy preocupada.

 

—Lo sé… solo necesito unos minutos y vuelvo.

 

—Pero…

 

—No vemos. — deje por sentado, al darme media vuelta, dejándola con la palabra en la boca.

 

   Cuando hube cerrado la puerta, emprendí  la marcha camine unas dos cuadras hasta iniciar a correr, hacerlo era como una terapia para mí; pero los pensamientos obsesivos no ayudaban en nada y más, cuando presencie la primera vez; que fue golpeada por las manos de él, no le tembló el pulso de hacerlo; sin estar bajo el efecto de la droga, estaba yendo a rehabilitación; pero las ganas de consumir pudieron más, solo que mi Madre pago las consecuencias por detenerlo.

   Es por ello; que detengo mis ganas de correr, al quedar totalmente exhausto, me inclino, para respirar al sostenerme de las rodillas; el pulso lo tenía errático asi como mi pecho, que subía y bajaba con rapidez, en el momento que elevo el rostro, contemplo la vista de un largo muelle que posee Santa Ana, uno de los mejores, porque la multitud de botes de todo tipo de clases o tamaños se encuentran en el lugar.

   Sin buscarlo; mis pies caminan por el gran muelle, hasta que dan con una playa su vista increíble, el agua serena como la brisa; arropándome hace que todo mi cuerpo se calme; estiro mis brazos para recibir la brisa caer sobre mí, cierro los ojos por inercia, buscando alejar cada uno de los pensamientos oscuros, como dolorosos en donde mi Madre; tuvo que pasar procesos difíciles que no tuvo más remedio que correrlo de la casa, para nunca regresar y después de cinco años lo hace, sin saber el porqué de su retorno, todo ese revuelo de pensamientos, me hacen llegar a la conclusión de que no tiene dinero, para consumir su basura; aquella que lo hizo perder a su familia.




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