Sonrisa Cerrada

Capítulo XVII

Evelyn

 

  La noche dio inicio, pero mis ojos no pueden dejar de ver la luna tan fuerte y radiante, hoy se encuentra en cuarto menguante para algunas personas le traen suerte otros que son puras tonterías, digamos que estoy con la segunda opción son creencias que no tienen validez; estando de pie con los brazos cruzados, sigo mirando el exterior, bufo por lo bajo recordando la llamada, que tuve con mi padre si acaso duró quince minutos fue mucho, obviamente nuestro saludo se convirtió frio y sin tanta vida.

     Niego levemente al darme la vuelta y tomar el celular en la mesa de noche, me calzo mis botas negras de cuero, dos minutos me toma hacerlo; hasta que salgo del dormitorio, bajo las amplias escaleras de madera pulida, notando como hay adornos navideños en los laterales, mi gesto es de confusión, que al estar en la sala detallo que la Sra. Renata está con tres cajas alrededor; sacando a la vez muchos recuerdos decorativos y todavía falta un mes, para diciembre.

   Tal es mi asombro, que no dudo en hablar; dándole un pequeño susto sin pretenderlo.

 

— ¡Abuela! ¿Qué es todo esto?

 

   Ella se gira y no duda en quejarse, por mi sorpresa.

 

—No vuelvas hacer eso Evelyn, soy una mujer mayor y debo cuidarme el corazón de sustos inesperados. —suelta su explicación, cosa que niego curvando una sonrisa.

 

—Lo lamento, en realidad esa no era mi intención, más bien ¿qué es toda esa decoración? —pregunto, cuando me encuentro a su lado.

 

—Simple hija, estamos en noviembre y falta poco para navidad; es por ello que estoy decorando antes de que me llegue el mes, quiero enfocarme después en los alimentos que se compraran y toda la cosa. —asiento encontrándole sentido a lo que me dice.

 

—Bueno deseas ayuda, o me dejas cocinar hoy. —pido y ella niega.

 

—No señor. Usted tendrá su clase con el profesor de español; necesito que avances más. — bufo por lo bajo, recordándolo.

 

—Al menos quise ayudar. — agregue al darme media vuelta, pero el sonido de la puerta me hace ir en esa dirección.

 

—Abre la puerta Eve.

 

—En eso estoy. — deje por sentado, al poner mi mano en el picaporte de madera pulida, descubriendo la persona que está del otro lado.

 

   Del otro lado estaba el profesor Liam Ocrez, solo le ofrecí entrar no pasando desapercibido su vestimenta casual, que consiste en pantalón de jeans azul marino, una camisa blanca manga corta, junto a unos mocasines en color marrón no podía faltar, para su look varonil sus lentes negros estaba para comérselo, pero como soy su alumna; no puedo seducirlo mi belleza le es inherente en él.

   Lo veo acercarse a mi abuela, brindándole un caluroso abrazo, que ella no duda en dárselo, tuerzo los labios por no ser yo; la que es abrazada por ese hombre, lástima que está comprometido, bueno debo seguir con mi cacería y tal vez encuentre una buena victima para mis necesidades, debo suplirlas asi sea por un determinado tiempo.

 

—Gracias por venir Liam. — dice por fin mi abuela, mientras tomo asiento en uno de los tantos sillones de la sala.

 

—Por mí no hay problema Sra. Renata, además su nieta va en buen camino, puede tener una conversación en español, sin problemas. — explica con una sonrisa, que puede robar bragas a cualquier mujer, como lo odio.

 

—Esas son buenas noticias Liam, bueno estoy decorando; pueden hacer uso del comedor y por favor si necesitan algo, ¡me avisan! —deja por sentado mi abuela, mientras que el profesor se gira a verme sentada en el sofá grande, estando de piernas cruzadas.

 

   La guerra de miradas, que nos hacemos no tiene lugar a dudas, el maquillaje que uso es algo convencional, me gusta usar mucho rímel; es por ello que mis ojos azules dan un impacto a la hora de ver a las personas y lo puedo confirmar; ante la ceja arqueada, que me da el profesor antes de carraspear.

 

—Evelyn el tiempo es oro, asi que vamos a tus clases. — habla con cordialidad, pero mi sonrisa de suficiencia no tiene rival.

 

—Eso lo sé.

 

  Decido dejar la conversación hasta ahí, cuando paso por su lado; me encamino hacia las escaleras; para después entrar a mi dormitorio, tomo mi cuaderno de apuntes junto a mi lapicero todo pintado de negro con morado, ese es mi estilo vuelvo a salir que al entrar por el comedor, tomo asiento en el lugar de siempre abro la libreta y lo dejo en donde nos quedamos; hace dos días porque mis clases son los fines de semana, ya que en los días de semana no puedo faltar al instituto.

   Cuando Ocrez alza la vista, comienza a ver mi libreta detallando, si realice los ejercicios que pidió; más que todo de escritura, se me dificulta un poco para realizar mis deberes en la secundaria; dejo que se tome su tiempo de corregir antes de ver como sus ojos verdes, no me pierden de vista.




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