Sonrisa Cerrada

Capítulo XIX

 JAN

 

  Dos palabras pasan por mi mente una odio y la segunda, protección para mi hermanita que al volver mi vista hacia atrás la encuentro absorta en su mundo de juegos, lo que hace mirar nuevamente al hombre de aspecto denigrante casi dando como lastima, pero sus ojos rojos me hace recordar que no ha dejado la basura que ingiere en su sistema, no dudo en achicar mis ojos miel taladrando su ser por completo, pero su voz rompe la nube impetuosa que se formó en ambos.

 

—Jan hijo…

 

   No lo dejo continuar, al charquear la lengua con asco por decirme de esa forma.

 

—Ni se te ocurra decirme que soy tu hijo, porque para mí dejaste de serlo al ponerme una mano encima desde los ocho años. —escupo con rabia, como apretar los puños a la vez.

 

   Lo primero que veo en sus ojos es desilusión como tristeza, pero la ignoro mirando alrededor no deseo hacer una escena y menos que Chloe lo vea, escogió un mal día para aparecer y no se lo voy a permitir.

 

—Entiendo, que mi presencia te cause mucho dolor…

 

   Niego con burla, lo que menos siento es eso.

 

—No diría dolor, eso lo perdí hace tiempo Fabio; mi pregunta es la siguiente ¿Qué haces aquí? Creo que recordarte que tienes prohibido acercarte a nosotros, incluso a mi Madre y parece que se te olvido. — abordo el tema, pero de pronto niega al tocar su hombro izquierdo con algo de dolor.

 

   No pierdo de detalle en su vestimenta, pantalón jeans rasgados, camisa negra completamente deteriorada, junto a una chaqueta azul que casi no lo abriga, su rostro con barba enorme sin nada de aseo, poco se puede apreciar en su cara, labios resecos y pálidos como su piel, todo en él grita abandono, una parte de mí desea ayudarlo; pero la más fuerte se niega hacerlo por lo que hizo en el pasado.

   Aunque lo que dice después me deja inquieto.

 

—Solo vine a ver a Chloe. —suelta con añoranza, haciendo que todo mi cuerpo se tense.

 

—Eso no se podrá, sabes bien que verte no le hace bien y más la vida, que sigues llevando y por ser adicto no la dejas. — vocifero con resentimiento, logrando que su vista baje al suelo.

 

—Tienes razón… sigo siendo un adicto Jan; pero el amor que le tengo a mi familia, esta clavado en mi pecho. — agrega, pensando que eso me conmoverá.

 

   No dudo en dar un paso hacia delante, quedando muy de él; la rabia que siente mi mente como cuerpo no tiene e igual; asi que lo primero que hago es recurrir a la mentira, siempre funciona es un juego sucio, pero proteger a mi hermana menor es lo que debo hacer.

 

—Fabio no te equivoques, dejaste a una familia rota por culpa de tus adicciones; más bien no regreses nunca; porque Chloe te olvido, para ella estas muerto, como para los demás mi Madre no te lo dijo seguro, para darte una esperanza efímera. — mis palabras fueron duran, tanto que sus ojos rojos no deseaban creerlo.

 

—Pensé… tú Madre… entonces esto no tiene sentido; tienes razón Jan, soy una basura de ser humano, debo irme… solo dile que siempre fue mi princesa. — pidió que le dijera, antes de mirarme una última vez para marcharse.

 

    Apenas su silueta se perdió entre la masa de gente que rodeaba el parque, fue que mi respiración se normalizo, después de todos estos años tenía la desfachatez de aparecer e imaginar; que todo volvería hacer como antes, su adicción a la droga hizo que perdiera una familia, ahora deberá vivir con las consecuencias, no me interesa; si mi Madre me reprocha; pero el hombre Fabio Sibrian dejo de ser mi Padre, hace mucho tiempo.

   Cuando doy media vuelta, noto que Chloe está parada viéndome con sus ojos ámbar penetrándome, y solo una cosa puedo pensar en que ella nos vio o pudo reconocerlo; mis pasos van hacia su dirección, pero las lágrimas de ella se apresuran a salir que no tengo más opción que cargarla en mis brazos, logrando que ella se recueste en mi hombro derecho no parando de sollozar, suelto una maldición por como su presencia, todavía le afecta a mi hermana.

 

— ¡Ya pequeña! No llores… por favor. — susurro cerca de su oído, para calmarla.

 

—Era… era… papá…

 

   Me quedo helado por su aclaratoria, Dios es increíble como los niños pueden saber o distinguir a una persona; más aún decir la verdad, mi cerebro busca la manera de poderla convencer de lo contrario y en todas no tengo la solución es cuando debo hablar con la verdad, por duro que sea.

 

—Lo era Chloe, perdóname no debiste verlo. — su llanto no cesaba, mis manos la abrazaban con fervor tratando de calmarla.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.