Sonrisa Cerrada

Capítulo XX

Evelyn

 

  El fin de semana paso en un solo parpadeo, tanto que la alarma del teléfono la quiero tirar por la ventana, odio levantarme temprano, entre otras cosas que detesto; pero prefiero ahorrármelas, con algo de pereza desactivo la alarma y me enfoco en estirar mi cuerpo; estando sentada, me quito las lagañas de los ojos para asi levantarme por completo, mis pasos toman el recorrido en el baño, me tomo el tiempo de lavarme el rostro como los dientes, luego me quito la ropa quedando como Dios me trajo al mundo, ajusto la temperatura en mi cuerpo, dejando que mi voz inunde el baño.

   Soy fanática de cantar y más si son baladas; dentro de la ducha limpio cada resquicio de mi piel, para después de cinco minutos estar afuera con paño envolviendo mi cuerpo, hoy no lo moje, lo haré mañana les tengo sus días de lavado, para que se mantenga nutrido como fuerte, o eso dicen las compañeras latinas que tengo en el salón, decir que tengo amigas seria mentir, para mí son compañeras de clases; en fin retorno al dormitorio busco en el armario mi distinguido uniforme, que siento es una estupidez; pero como diría mi hermano mayor, las reglas deben respetarse, ruedo los ojos de solo pensarlo.

   Mientras estoy vistiéndome, el sonido de una notificación me hace girar mi cuerpo, para ir en su búsqueda del artefacto electrónico, al tomarlo desbloqueo la pantalla detallando el chat canadiense siendo Leo; brindándome un buenos días seguido de una carita feliz, que solo me hace sonreír de lado; no puedo con sus cursilerías desde que éramos niños fuimos inseparables, ahora la distancia lo hace poner sentimental; para mí es y será un hermano. A pesar, de que él no piense lo mismo, puedo ver como sus ojos brillan, de forma diferente cada vez que estábamos juntos, pero lo que termino de aclarar el asunto; fue el día de la despedida, toda duda fue disipada; por el enojo que le propicio a Matías por conocer la traición, que me hizo y por la cual estoy totalmente ardida, ya tendrá su momento, junto mis manos con altivez sitiándome feliz de que el regalo, que le hice le llegará, pero estaré lejos antes de recibir su enojo.

   En el momento; que termino de abrochar los botones de mi camisa blanca, me coloco la chaqueta color mostaza con el logo de la institución, voy hacia el espejo y me contemplo satisfecha con el resultado; luego me pongo mi maquillaje hoy iré con otro estilo, no es por presumir deseo tener algo distinto cada día, para seguir dejando a cada latino de este país; babeando el suelo por donde camine, he recibido más de una invitación a salir que he rechazado por que lo deseo y más de uno busca tocarme, pero lo dejo herido en sus partes nobles; han sido como cinco en dos meses, que han tratado de hacerlo, pero lo he impedido con total astucia, si nunca lo permití en mi ciudad, tampoco lo harán aquí de eso estoy completamente segura.

   Habiendo terminado de arreglarme, decido buscar mi mochila en color negro con todo lo necesario, para el día de hoy, tengo tres materias intensivas y una de ellas me hace estresar; enseguida tomo una respiración profunda antes de abrir la puerta y ver a mi abuela con una sonrisa, además de su saludo mañanero.

 

— ¡Buenos días!

 

—Buenos días abuela. — digo devuelta.

 

— ¿Y esa cara? — pregunta, mientras salgo y ella me sigue.

 

—Digamos que cansada, y apenas única la semana. — suelto torciendo los labios.

 

   Recibo una negativa de su parte, pero me enfoco en bajar las escalera y ella hacerlo con cautela; en esto dos meses me he dado cuenta que ella necesita ir a terapia por una de sus rodillas, cosa que la Sra. Renata no va hacer, hace dos días se lo propuse solo que negó la ayuda de cualquier forma, pensando que la internarían en un hospital o algo parecido, apenas dijo eso mis carcajadas no pararon hasta sentir dolor en mi estómago de tanto reír, no es común en mí; hasta que mi abuela suelta algo y todo a mi alrededor deja de existir.

   En el instante, que llegamos a la cocina ambos platos estaban servidos, el desayuno de hoy consistía en pan tostado, tocino, huevos revueltos y una salsa de ajo a un lado para untar el pan, según mi abuela es una exquisitez de la ciudad, al principio no me agrado el sabor, hasta que le cogí gusto tomo asiento revisando la hora en mi celular, mandando un mensaje devuelta a Leo como también un emoji de cansancio al mirar que no está en línea; es seguro que me responda en la noche, casi siempre me pasa con Laura.

 

 

   …

     En veinte minutos después, hemos partido al instituto tenemos una hora para llegar, estando en la camioneta de color plateado mi abuela se encarga de colocar música en español todo los días, es como una forma de aprendizaje que debo llevar, no está mal; pero a veces me encantaría oír las de mi país, asi sea una vez a la semana, cosa que esta renuente de hacerlo; respiro profundo enfocándome en la ventana la brisa inunda mi cabello y los rayos del sol dejan entrever que hoy será algo caluroso, como predecible su clima siempre cambia, asi que al mirar el instituto en la siguiente calle, acomodo mi mochila sobre mi hombro izquierdo, dejando mi celular en el bolsillo delantero al estar casi cerca de llegar, observo a mi abuela que no duda en detener el auto.




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