Sonrisa Cerrada

Capítulo XXI

JAN

 

  No soy de las personas que me agrada ser malo; pero como no serlo con ella, su rostro lleno de haría fue el incentivo que necesitaba para darle su castigo, no hizo lo que pedí es allí donde tuvo sus consecuencias mis compañeros cada uno se quedó riendo junto a todos los estudiantes que pasaban viendo la situación de la chica nueva, su cara de odio se podía ver en todos lados; tanto que una parte de mi sintió lastima en su persona, solo que lo ignore caminando para la clase de biología, en donde precisamente debía asistir.

   Una sonrisa cerrada se instauro en mí, que la voz de David no se hizo esperar; mientras Bizen tecleaba en su teléfono sin parar.

 

— ¡Oye! No has dicho nada, después que la vistes en su casillero. — quiso saber, lo mire con una ceja arqueada.

 

—Digamos que no hay nada de qué hablar David; además el castigo está hecho, ni yo le debo y ella tampoco. — zanje antes de abrir la puerta del salón y ellos quedarse parados mirándose mutuamente entre ellos.

 

—Si tú lo dices Jan. — objeta David, pero Bizen curva una sonrisa y dice.

 

—Veamos entonces; como terminara este juego. —aclara al darse media vuelta y también seguirlo David.

 

—Eso lo veremos. — suelto seguro de mis palabras.

 

   Mis compañeros se fueron, entonces me gire para acceder al aula, conocía la palabra que guardaba encerrada Bizen no tenía que ser muy inteligente para conocerla, asi que decidí obviar el asunto el profesor por suerte no había llegado busque mi lugar al final de la tercera fila, pero los murmullos de algunas chicas no se hicieron esperar.

 

—Mira están lindo.

 

— ¿Tendrá novia?

 

—Yo con gusto, le limpio su habitación.

 

   Negué levemente pasando de largo y tomando asiento, saque la libreta junto al lapicero que lo deje en la mano jugando con el mismo; al menos me enfoque en sacar el celular y verificar los marcadores de juego en Estado Unidos; hoy empieza las preliminares no pienso perdérmelas, claro después de la practica llegare a casa atendiendo a Chloe es nuestra noche de películas o eso dice ella cada vez que necesita que le hagan leche con chocolate.

  Tanto solo de imaginarla mi corazón se ensancha, pero el sonido de una puerta abriéndose me hace girar en esa dirección; donde el cuerpo de una chica canadiense ingresa con cara de pocos amigos, no lleva la harina en su rostro eso me hace fruncir el ceño, deseaba que por lo menos que durara en ese estado todo el día, al menos para que su orgullo fuera mancillado; dándole una enseñanza clara de no buscarme problemas.

     Sin embargo; sus ojos azules se fijaron en los míos dejando una sencilla amenaza de que no se quedaría de brazos cruzados, por inercia no le baje la mirada si deseaba vengarse pues… tendría que hacerlo con doble fuerza; porque nadie en más de cinco años ha podido quebrarme ni siquiera mi Padre.

    Cuando iba a curvar una leve sonrisa cerrada, el profesor hace acto de presencia y no me deja más remedio, que concentrarme en su clase; ya después veré los esfuerzos, que haga la chica nueva, me voy a divertir de eso no tendré la menor duda.

 

 

  …

   En las siguientes horas mi mente no dejaba de estar atento a la prueba de matemática, habiendo salido hace; como una hora de la clase de biología no paraba de responder a cada pregunta eran al menos veinte, mientras los demás compañeros no dejaban de quejarse por no haber estudiado; bufe por lo bajo al no conocer la respuesta del último ejercicio, era una mezcla de ecuaciones que nunca las entendí en clases.

   Toco mi frente levemente, antes de ver como una figura, tan conocida se coloca de pie, para entregar su evaluación cada uno de los chicos del salón no podían dejar de mirarla, cosa que negué por las idioteces de algunos estudiantes con su semblante serio, dejo la prueba en el escritorio blanco del profesor de cuarenta años, calvo y bigotudo que le dio el permiso de retirarse; habiendo realizado la prueba, luego se retiró; sin mirar atrás.

  Coloque mi mano sobre mi mentón, analizando nuevamente el último ejercicio pasaron al menos dos minutos que llegue a la conclusión de una respuesta que puse sobre el papel, hasta que lo termine con firmeza tome mi bolso, para dejarlo en mi hombro, lleve mi prueba con el señor bigotudo, que al fijar sus ojos negros en mi persona; se cruzó de brazos elevando una ceja esperando tener una respuesta de mi parte.

 

— ¿Todo en orden Sibrian? — me pregunta a lo que asiento, al colocar mis manos en los bolsillos.

 

—Sin novedad profesor, nos vemos en la siguiente clase. — respondí con naturalidad, dándome la vuelta.

 




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