Sonrisa Cerrada

Capítulo XXII

 JAN

 

—Bueno.

 

—Hola hijo.

 

    Su voz suave, me hizo respirar mejor antes de responder.

 

— ¿Todo en orden Madre?

 

—Sí… solo necesito que vengas al restaurante, apenas termines tu práctica.

 

   Era extraño que me citara al restaurante; algo más sucedía y no quería hablarlo por teléfono, asi que decidí responder.

 

—Entiendo, serán dos horas madre, apenas termine iré para allá.

 

—Bien… que tengas una excelente practica cariño.

 

   Nunca podían faltar sus buenos deseos, sonreí interiormente antes de cortar la llamada mire hacia el frente y continúe mis pasos hacia el exterior, no me llevo mucho tiempo al estar en el campus, fui directo a vestidores encontrándome a mis compañeros y amigos cambiándose de ropa, al sentarme en mi lugar como casillero; abrí el candado para dejar el bolso en su lugar, saque lo que iba a usar siendo un mono gris ajustado a mis piernas, camisa blanca y tacos de béisbol los apropiados para practicar los de jugar en cada partido, los tenía en casa siempre los mantenía limpios, antes de iniciar un juego o posible temporada, que se estaba acercando.

  Apenas puse un pie fuera de los vestidores, me consigo a Bizen calentando con el bate junto a otros tres, mientras que David hace lo mismo pero realizando lanzamientos; con mi rostro totalmente serio les hago un asentimiento a cada uno, antes de posicionarme en mi lugar llegando dos minutos antes; no deseaba llegar tarde y mis compañeros pagar mi irresponsabilidad al estar en fila el entrenador Toledo hace su aparición con su asistente un hombre bajo de color que siempre nos hace repetir los ejercicios, dejándonos más agotados que nunca.

  Teniendo mi gorra del equipo puesta, el sol de la tarde no me hace daño; por ser un país de clima cambiante hoy precisamente, estaba soleado ganándose un punto menos porque el día sería algo duro de procesar, no mentía porque el entrenador se posiciono, en frente de nosotros y no dejaba de mirarnos con profunda seriedad.

 

—Bien chicos hoy haremos calentamiento en lanzamiento, necesito ver como están esos brazos; después lo haremos con el bate para ver su rendimiento al golpear la bola y saber si sé tiene lo que se necesita para el juego del sábado tenemos a los contrincantes no pienso perder mi tiempo ese día. — informo con total seriedad, dejando un silencio que se podía sentir.

 

—Marcus ¿crees que están preparados, para el sábado? — le pregunto su colega, a lo que el entrenador contesto.

 

—Espero lo estén, sino tendré que cortar cabezas; sacando al jugador que no me sirva. — zanjo con autoridad; por inercia apreté mis manos en puños dejando una sensación vigorizante de dar lo mejor.

 

—Entonces que inicia los lanzamientos. — añadió su asistente, al juntar sus manos.

 

   Mientras el entrenador hizo sonar el silbato con gran fuerza, cada jugador busco sus guantes, para colocarse en el centro del campo; ya que el lanza pelotas se encontraba en home listo para escupir la pelota, tenía en la parte de atrás una enorme cesta con pelotas el asistente se puso al lado de la máquina, mientras el entrenador nos puso en filas teniendo del lado contrario a un compañero para ir haciendo lanzamiento a medida que una pelota salía, era tomada por el primero y comenzaba a dar los lanzamientos correspondientes.

   Es por ello que me concentre al recibir el primer lanzamiento de mi compañero uno que tenía su cabello negro con ojos casi verdes, era bueno el idiota no podía negarlo; solo que siempre iba un paso más adelante que ellos. De modo que al hacer mi lanzamiento, mi compañero la tomo pero saco su mano del guante para moverla de los lados aguantando el dolor por ser recibida por gran fuerza.

   Esa acción no pasó desapercibido, para el entrenador que se encargó de hablar fuerte y claro.

 

— ¡Cero lanzamientos! — demando con voz firme y cada uno; asi lo hicimos.

 

   Cada uno de nosotros detuvimos los lanzamientos, antes de volver a oír su voz.

 

—Sibrian un paso al frente. — ordeno, solo troné mi cuello para sacar cualquier carga que me esté incomodando.

 

   Enseguida mis compañeros se quedaron viendo mi reacción que no fue más que obedecer la orden impuesta por el entrenador, con seguridad camine hasta llegar delante de él, donde recibí, una orden clara que debía cumplir.

 

—Dime Sibrian ¿estás listo para el sábado? — hace su pregunta, mascando su chicle una y otra vez.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.