Sonrisa Cerrada

Capítulo XXV

Evelyn

 

 Cuando te dicen que los besos pueden hacerte olvidar cualquier cosa, pues está sucediendo ahora conmigo, es increíble cómo me siento sedienta de que me torture con sus besos, lo cual procedo a morder su labio inferior, logrando que él se detenga para calmar nuestras respiraciones que no dejan de estar erráticas, solo ahí, desperté de mi trance al hablar.

 

— ¡Suéltame! No volveré a repetirlo. —ordene con molestia, mientras que el rostro de Jan estaba orgulloso de tenerme cargada.

 

—Eso no decías hace un momento, cuando te comía la boca a besos. —dijo con osadía, dejándome achicar los ojos hacia su persona.

 

—Eso no es nada… he tenido mejores. — agregue con astucia, logrando que me suelte y caiga al suelo de madera pulida.

 

   Me queje del dolor, mientras él curvaba una sonrisa de lado; colocando sus manos en los bolsillos de su mono negro, al parecer no tenía el uniforme como yo.

 

—Veo que eres muy creída, al decir que has probado mejores ojitos azules, pero sabes tus labios demandaban ser atendido o me ¿equivoco? —Argumento con ironía, a lo que no dude en ponerme de pie.

 

—Putain d'idiot. — le grite, empujándolo solo que mi fuerza no ere débil ante su cuerpo.

 

   La confusión era evidente en Jan, que solo me tomo de la muñeca izquierda, haciendo que me queje por la dureza que ejercía.

 

—Habla español, porque la palabra que dijiste parecía un insulto; si no me equivoco. —quiso saber, solo que mi sonrisa de suficiencia no la podía borrar.

 

—Es cuando yo quiera que te hablare español, inglés o francés; pero mi favorito deberás descifrarlo. —repuse, jalando mi brazo sin tener éxito.

 

—Con que sabes hablar otros idiomas ojitos azules, pero de una te digo cada vez que me insultes o hables en otro idioma te haré sufrir. — enfatizo acercándome a su cuerpo volviendo a quedar a escasos centímetros de su rostro.

 

   Mi rabia era palpable, que no dude en elevar mi rodilla en su ingle; logrando esta vez que se queje del dolor.

 

— ¡Mierda! —gruño por lo bajo al tocar su área afectada.

 

—Eso te mereces por tocarme y besarme, mis labios son sagrados y yo beso al que desee; asi que ya estas advertido. — deje por sentado, al estar cruzada de brazos.

 

—Ya veo… chica ruda. —su grave voz apenas se podía oír.

 

   Era genial ver a un hombre retorcerse de dolor, más cuando sobrepasa un límite y eso fue lo que hizo Jan, después de unos minutos la molestia se vio reflejado en sus ojos miel, me importaba un rábano lo que pensara de mí.

 

—Lo soy cuando me provocan Sérieux. —conteste al girarme dispuesta a irme.

 

— ¿Qué significa lo que dijiste? — curve una sonrisa de espaldas a él.

 

—Acaso importa, además me hiciste un favor al robarme un beso; digamos que mi mente, está mejor que antes. — susurre por lo bajo, pero los pasos de Jan me hicieron girarme en mi lugar.

 

—No tengo problema con volver a ayudarte Evelyn; es seguro que tus lagrimas tenían un motivo muy doloroso que no deseas contar…

 

—Exactamente es algo que no pienso decirte y buscar la lastima de nadie; tenlo presente. —añadí con molestia, mientras Jan se mantenía serio.

 

—Me da lo mismo niña, mi trabajo está hecho; al igual que mis disculpas por lo que sucedió en el casillero. —respondí con franqueza.

 

  No podía creer la desfachatez de este imbécil; su disculpa se debió a besarme en medio de una crisis que estaba pasando, negué ante su proceder y le hable con total dureza.

 

—Metete tus disculpas, por donde mejor te quepan Sibrian en fin esta conversación me aburrió; espero no volver a verte en mi camino, a excepción del instituto es inevitable porque estudiamos allí, solo aléjate porque entonces no querrás conocerme de verdad. — le deje en claro, mientras que él curvaba una sonrisa cerrada.

 

—Eso lo veremos ojitos azules.

 

     Abrí la boca para decir algo, pero me detuve al verlo irse y dejarme sola, con algo de frustración alborote mi cabello, para asi continuar el camino a la salida no me tomo mucho tiempo, hasta que la brisa de la tarde golpeo mi rostro, saque mi teléfono cerciorándome de la hora era tarde, además de las tres llamadas perdidas de mi abuela, por estar en silencio a causa de mi rebeldía era seguro que se encontrara buscándome; bufe por lo bajo mi proceder y busque un taxis que iba pasando en todo el frente el museo.




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