Sonrisa Cerrada

Capítulo XXVII

Evelyn

 

 Me encontraba en el comedor junto al profesor de español, habían pasado tres semanas algunas molestas por el idiota beisbolista; que ha buscado la oportunidad de aparecer en mis momentos de descanso, parece que no ha entendido mi advertencia, es seguro que mañana le dé una sorpresa en sus horas de prácticas, he sabido por boca de sus queridas adoradoras, que odia ser molestado en entrenamiento; cosa que puedo sacar provecho de ello.

  Hago una leve mueca, por el párrafo que debo hablar en español, no me gusta leer, no lo hacía en mi idioma; porque debería hacerlo con este, asi que fijo mis ojos azules en los del profesor, que está escribiendo en su teléfono con tal maestría; que al sentir que lo observo, no duda en clavar sus ojos en los míos.

 

— ¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta con sutileza, mientras que mi semblante permanece serio.

 

— ¡Odio esto Ocrez! —escupo con inconformidad, al dejar la hoja blanca sobre la mesa.

 

   Una respiración profunda del profesor, hace que le preste la debida atención, dejando mis brazos cruzados, él sabe que detesto que me presionen; asi que espero tenga una mejor solución.

 

—Evelyn… entiendo que no te lleves con el idioma; pero debes hacer un esfuerzo por hacerlo, esto te garantiza una gran oportunidad, tanto personal como laboral. —explico con toda la calma del mundo, si no fuera lindo lo hubiera insultado desde hace rato.

 

   Vaya suerte tiene el condenado, frunzo los labios ligeramente, antes de morder mi labio inferior, es un gesto que hago; cuando me encuentro aburrida y en este caso lo estoy mucho más.

 

—Eso lo puedo entender Ocrez; pero ponerme a leer un párrafo de una hoja, para asi entender más el español, siento como que me están lavando el cerebro con tanta información; asi que deseo una hora para descansar y después volver con lo que estoy haciendo. — exigí manteniendo mi postura, como toda una negociante.

 

—Una hora es demasiado, ¿qué tal diez minutos? —propuso, al juntar sus manos varoniles, sobre la madera de roble; que tenemos como comedor.

 

—Veinte. — contraataque, al elevar una ceja.

 

—Cinco. —añadió con voz ronca, haciendo que niegue.

 

—Quince minutos o simplemente se puede ir, por esa puerta. —aclare, mientras el profesor de cabello casi dorado, se mantuvo en silencio analizando mis palabras.

 

—Ok… tú ganas niña, espero que los quince minutos los sepas usar adecuadamente. —dejo por sentado, al ponerse de pie y dejarme sola en el comedor.

 

—Por supuesto, que lo haré Liam. —vocifere, mirando como sus manos las volvía puños.

 

   Mi sonrisa era de victoria, por fin le ganaba una al profesor; siempre debía acatar sus órdenes y eso muy poco lo hago; por mis venas corre la aventura y la libertad no el sometimiento, los años de esclavitud; quedaron en el pasado. Por su parte me puse de pie, para sacar mi teléfono desde hace una hora estaba sonando con notificaciones, pero para evitar que Ocrez, hablara de eso me abstuve de colocarlo en silencio.

   En el instante que estoy viendo los mensajes de los grupos del instituto, verifico que tengo uno de Martina, sin esperar leo lo que dice.

 

Martina

—Saludos amiga, espero estés bien allá; no sabes ¡cómo te extrañamos!

   Una ligera mueca surca en mis labios, sintiendo una burla en su mensaje.

 

Yo

—También los extraños Martina, es seguro que pronto vuelva a Canadá y asi volver a mi vida normal.

 

   Espere a que respondiera, estaba en línea los tres puntos suspensivos sobresalieron, en el mismo chat antes de ver su respuesta.

 

Martina

— ¡Oh que buenas noticias! No te olvides de decirme, que día vendrías para irte a recogerte, con los chicos al aeropuerto.

 

   Toque mi frente con algo de confusión, recordando que mi Padre la fue a buscar, para que me acompañara al aeropuerto y se negó; porque tenía una salida inesperada con su madre, solo que el auto de la Sra. Poirier no se encontraba estacionado ese día, fue algo extraño; era como si no deseara ir acompañarme.

 

  Yo

—Como no te diría si serias la primera, en saber de mi llegada; bueno espero que tú mamá este bien mándale mis saludos, debo dejarte tengo asuntos escolares que resolver.




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