Sonrisa Cerrada

Capítulo XXIX

JAN

 

    Luego de tomar una ducha, Salí del baño envuelto en una toalla alrededor de mi cintura mi cabello al ras estaba totalmente húmedo, cayendo una leves gotas por todo mi cuerpo sin esperar más tiempo, fui al armario que disponía de ropa con el estilo que me gustaba usar, tomando un pantalón negro; junto a una guardacamisa blanca y un suéter en color rojo sin nada de diseño al estar de noche el clima solía ser cambiante.

   Cinco minutos después estaba vestido, solo anidando las agujetas de mis zapatos deportivos en color negro; cuando estuve listo me observe en el espejo que poseo detrás de la puerta del armario, me quede tocando mi mentón levemente y suspirando pesadamente sin ninguna emoción.

   Me aleje del espacio recogiendo todo el dormitorio, era algo que hacia cada vez que terminaba de vestirme, el orden era vital en mi vida; por lo que al mirar nuevamente el espacio un alivio fue notorio en mi cuerpo. Por consiguiente, fui a la puerta habiendo tomado la billetera, llaves y celular de la mesa del escritorio que poseía.

   Al salir por la puerta, mis pasos se apresuraron a ir por las escaleras antes de sentir la voz infantil de mi hermanita detenerme; asi que me gire para mirar esos ojos tan lindos estar confundidos en verme salir.

 

— ¿A dónde vas hermano? —pregunto con inocencia, curve una sonrisa cerrada.

 

—Son cosas de personas adultas Chloe, además Mamá estará en la casa contigo. —le hice entender, al inclinarme a su altura y tocar su mejilla.

 

—No es justo, quiero ir contigo. —expreso, un ligero puchero adorable.

 

—Nada en la vida lo es Chloe a veces debemos adaptarnos a la situación por duro que sea. —añadí al besar su frente.

 

—Solo dime que volverás a casa y no te olvidaras de traerme algo. —exigió al darme un brazos, lo que me hizo sonreír internamente.

 

—Lo haré pequeña, asi que ve con mamá, es seguro que necesite ayuda en la cocina. —simplifique; al sepáranos y ella asentir, para salir corriendo.

 

   Volví a mi posición inicial, en este caso baje las escaleras  las misma que me llevaron a la sala principal; la casa era amplia con algunos espacios reducidos los colores neutros predominando el blanco, le daban el contraste necesario para ser un hogar lleno de vida, antes de salir por la puerta de roble noto que mi madre aparece con su delantal de cocina, me escudriña con sus ojos miel.

 

— ¿Todo en orden? — pregunta, a lo que asiento.

 

—Sin novedad madre, solo voy a salir con Valeria me pidió que la acompañé hacer algo; apenas termine regreso a casa. —consulte por qué salía, obteniendo una respuesta positiva de su parte.

 

—De acuerdo… te dejare la cena en el microondas.

 

—Gracias. —fue todo lo que dije, antes de salir por la puerta.

 

 

   Disfrute un poco el caminar, hasta que espere en una parada de buses el que me llevaría al restaurante chino, uno de los muy comunes, que cada uno de mis amigos comenzamos a ir; la idea la tuvo David y dio en el clavo, la comida era excelente como también la privacidad que poseía con los comensales, desde ese primer día se volvió nuestro espacio privado, para hablar cada uno; si teníamos algún problema que nos estuviera perturbando o no poder avanzar ese lugar era el indicado.

   Al pedir la siguiente parada, me bajo con tranquilidad y comienzo a caminar con las manos en los bolsillos de mi pantalón; hay personas ir y venir esta movida la noche, que al pasar la siguiente esquina me detengo frente al restaurante una sonrisa de lado me hace reconocer que con el pasar del tiempo no deja de verse igual que siempre hay árboles chinos como decoración en la entrada, el olor del bambú se entremete en mis fosas nasales.

  Con pasos ligero como certeros entro al establecimiento, es inmenso con espacios adecuados para comer en privado o acompañado con personas alrededor; toda la decoración era en blanco y negro al fondo una gran barra donde los chef asiáticos hacían su mejor preparación y espectáculos para los clientes con paladares exquisitos o eso dicen algunos, pase de ellos manteniendo una postura regia hasta que saco el celular de mi bolsillo trasero, al mirar la pantalla decido mandarle un mensaje a Valeria.

 

Yo

—Ya estoy aquí. ¿Dime en que mesa estas?

 

   Al darle enviar puedo ver que está en line, asi que no tarda en responder.

 

Valeria

—En la mesa cinco, escogí un privado.

 




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