Sonrisa Cerrada

Capítulo XXXI

JAN

 

   Mi cuerpo se mantuvo quieto, al mirar los ojos azules de ella que estaba contrariada por mis palabras; no soy un chico de llevar las cursilerías en mis labios, eso deje de sentirlo hace mucho cuando me di cuenta que las jóvenes e mi edad solo buscan una cosa experimentar y ser las dueñas de los corazones inocentes de otros chicos como yo; negué ante esos pensamientos no iba admitir lo que mencione, tendría que ella misma resolver lo que yo no pienso hacer.

 

— ¡Vuelva a repetir lo que dijiste! —demando, pero negué como todo un canalla.

 

—Te quedaras con las ganas ojitos azules; o tal vez sueñes conmigo esta noche. —me burle, logrando que la rabia se instalara en su rostro.

 

—Eso jamás imbécil. —expuso su ofensa en español, aun remarcando su acento.

 

— ¡Oye! No te sale mal las ofensas en mi idioma. —farfulle, mientras ella seguía negando.

 

—Más bien dime una cosa, ¿Por qué me besaste? no empezamos con buen pie tú y yo. —el inicio de preguntas llego y ahora no podría dárselas.

 

   Detestaba dar explicaciones y menos en este momento; todavía pienso en la conversación que tuve con Valeria, además de mi madre todo es un revuelo en mi mente; a veces deseo poder estar escalando una montaña, para llegar a la cima y gritar como se me dé la gana; asi que eleve mi mano a mi cabello rascando mi cuero cabelludo; que poco a poco está creciendo, debía hacerle su mantenimiento detestaba el sudor y más cuando lo tenía largo.

 

—En realidad me provoco, ¿algún problema? O tal vez tiene un novio esperando en casa por ti. —bufonee, haciéndola desesperarse.

 

—Les hommes c'est de la merde. —susurro por lo bajo, dejándome muy confundido.

 

—En español niña. —pedí, pero ella sonrió con suficiencia.

 

—En realidad queda con la duda Jan, porque jamás te daré la traducción. —fue todo lo que menciono, girando sobre sus pies.

 

   Era astuta la niña, seguro me ofendió con el idioma francés eso leí en su expediente escolar; asi fue como conseguí su número de teléfono, por ahora la dejaría irse, miré el reloj cerciorándome que estaban siendo las diez de la noche, mi madre se preocuparía y no deseaba darle dolores de cabeza por ahora.

   Del mismo modo; emprendí la marcha a la parada de buses dure dos minutos antes de subirme y tomar asiento estaba de suerte no había casi personas adentro del mismo, decidí tomar mi teléfono para inspeccionar si tenía mensajes y era un alivio no hallar ninguno, solo un mensaje de Bizen que abrí.

 

Bizen

¡Hey! No olvides que la práctica es temprano; porque le juego será en la tarde.

 

   Negué recordando las palabras del entrenador, seguramente cambio los planes y no vi el grupo de whatsapp que estaba repleto de mensajes, que ignore mirando los personales; pero le respondí a Bizen.

 

Yo

—Ya veo… gracias por avisar estaré temprano.

 

  Pase de él y mire a mi alrededor, estaba por llegar coloque mi teléfono en el bolsillo delantero, deje que otro suspiro saliera por la nariz recordando el beso que le robe a Evelyn había algo en ella que me hacía tocar como probar su piel, era inherente tanto que me causaba molestia, ninguna chica con la que he pasado el rato ha hecho que mi mente se desestabilice besar esta sería la primera vez, tal vez esos ojos azules guardan un secreto que me empuja a ir por ella; es tan ridículo pensarlo que doy la parada justo a tiempo, pago el pasaje y bajo los pequeños escalones que me dejan en la acera de la cuadra en donde vivo.

   Sigo el recorrido con tranquilidad, que al llegar a casa veo como mi madre está despidiéndose de Margaret en la entrada del mismo porche que poseemos; fruncí el ceño, porque detalle que los ojos de mi madre, estaban húmedos como si hubiera llorado, ¿algo andaba mal? Y no me voy a rendir hasta saberlo.

  Mis pasos siguieron su curso, hasta poder cruzarme con Margaret que al haberse despedido, soltó un respingo del susto que ella se encargó de expresarlo.

 

— ¡Por Dios! Que susto me diste hijo. —se tocó su pecho, asi que me disculpe.

 

—No era mi intención, espero me disculpe Margaret. —añadí sincero, logrando que se sienta mejor.

 

—No tienes que disculparte, venia distraída vine a ver a tú madre; era la noche del té y no podía pasarla por alto. —me explico su aparición en la casa, decidí pasarlo por alto esta vez.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.