Sonrisa Cerrada

Capítulo XXXIII

JAN

 

  La victoria fue nuestra, mi cuerpo se sentía regocijado, por haber logrado con el equipo ganarles a los Loros Rojos; en este momento nos encontramos celebrando en el campo, los visitantes aparecieron y el entrenador con voz de mando, pasó al frente mientras que el otro caballero; siendo su guía quedo a centímetros del nuestro, cada uno se miraron entre sí, con una seriedad absoluta, por un momento me aleje de los chicos, para buscar mi bate de béisbol, que quedo mal puesto en la zona del campo, antes de girarme; detallo el apretón solidario que cada uno hace, lo que me permite ver como el entrenador del equipo contrario, da una orden y todos comienzan a ejecutarla.

 

— Saludo amistoso, hoy fue un buen juego equipo. —ordeno, logrando que el equipo, haga fila para estrechar la mano de los Pumas.

 

   En realidad el saludo amistoso, era antes y después del juego, en este caso sucedió después, estábamos sobre la hora; de inmediato me incorpore con mi bate aun en mano, les estreche la mano a cada uno, hasta llegar al último miembro del equipo y con ello el entrenador Marcus; nos envió a cambiarnos no hubo derecho a replicas.

   Al estar en el área, cada uno comenzó a cambiarse; mi cuerpo necesitaba una ducha con urgencia, detestaba salir de este modo, pero debíamos conformarnos con lo que tuviéramos; no es como en otros países, que hay áreas de duchas y tienes la oportunidad de salir, sin tener sudor encima. En fin; me concentre en cambiarme de ropa, por estar concentrado en el juego no vi a las gradas, para cerciorarme si mi Madre y Chloe fueron al partido.

     Tome una respiración profunda, antes de terminar de vestirme; solo quedaban mis zapatos deportivos me demore en cada uno un minuto; solo que al ponerme de pie, la figura de David se presenta, dejándome algo confundido lo primero que veo son sus ojos llenos de furia; que van dirigidos a mi persona, asi que con mi rostro imperturbable lo enfrento.

 

— ¿Qué sucede? —fui directo, pero una mueca de disgusto de él, me deja con más dudas.

 

—Diría que muchas cosas Jan; pero te lo resumiré en una sola palabra, Valeria. —aclaro con rabia contenida, cerré por un momento los ojos; antes de responder.

 

—Ya te enteraste. —simplifique.

 

— ¿Qué comes que adivinas? Ahora dime una cosa Jan, que pasó por tú cabeza el rechazarla tan siquiera, y dejar que ahora se halla ido; para tal vez nunca volver. —escupió con ira, bufé por lo bajo.

 

—Te diré una cosa David y espero jamás lo olvides; mi vida la manejo yo y no espero, que nadie se inmiscuya, menos un compañero, que ahora decide sacar a flote sus sentimientos, por ella y que nunca tuvo el valor de decírselo a la cara. —añadí tosco, dejando que sus manos se convirtieran en puños.

 

—Eres un miserable, no comprendo que vio en ti. —repuso con ira, dejando que los demás compañeros estén viendo la escena entre ambos.

 

—Piensa lo que te dé la gana, más bien yo tampoco lo sé; fue mi amiga y se lo deje en claro siempre; pero ella misma se confundió y lo mismo, que le dije a ella, te lo remarcaré a ti. —explique ya cansado de la situación.

 

— ¡Vamos quiero escucharte! —grito, haciendo que pierda mi paciencia.

 

   Con algo de cordura, toque el puente de mi nariz y luego fije mi vista en él, que no dejaba de gritarme lo furioso que estaba, por haberle hecho ese desplante a Valeria, solo que ella se enamoró de la persona equivocada.

 

—Guarda un poco la compostura David, porque sabes que mi paciencia tiene un límite. —le advertí, pero una risa irónica reverbero en su rostro.

 

—Eso busco; que saques lo peor de ti imbécil.

 

—No pienso hacerlo, además le dije la verdad no puedo quererla, si no siento ese sentimiento; además tú me conoces cuando de sinceridad hablo. —contraataque, pero el puño que lanzo a mi casillero me hizo hacerme a un lado, importándome poco el sonido.

 

—Eres una mierda Jan… espero, nunca te arrepientas de esto. —protesto, al tocar su puño de derecho, que se vio lastimado mas no sangrando.

 

   Con la paciencia, que me caracteriza tome mi gran bolso, colgándolo en mi hombro derecho era tiempo de marcharme, antes de que ambos nos pongamos creativos y no deseaba romperle la cara a David, porque de igual forma era mi amigo, sus emociones ahora están inestables por la despedida que Valeria seguro le dio.

 

—No pienso hacerlo David, seguro no te dijo que me disculpe y le di el mejor consejo, que ella necesitaba; pero sus sentimientos la nublaron por un momento. —termine de hablar, pero la negativa impresa en el rostro de él; hacia todo más difícil.

 




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