Evelyn
El silencio de la habitación fue disipado, por un ruido en mi ventana gruñí de rabia y más al ver la hora en mí celular cerciorándome que eran las tres de la madrugada, ¿Quién osaba invadir mi tranquilidad?; negué poniéndome de pie y ver lo que sucedía en el exterior y pude ver como la figura de Jan estaba parado mirando donde me encontraba, sin darme cuenta el sueño se disipo de mi cuerpo por tenerlo aquí y más específicamente en la casa de mi abuela, talle mis ojos buscando ser una mala jugada de mi mente, pero no fue así en realidad estaba y lanzando una piedra pequeña que me hizo dar un respingo.
Con algo deprisa abrí la ventana de madera, y no dude en hablar bajo, los vecinos podían oír, cosa que no deseaba problemas todos estaban durmiendo a estas horas.
— ¿Qué haces aquí? —exigí saber, pero una sonrisa efímera surcaba sus labios.
¡Oh rayos! algo andaba mal con él y más por como caminaba por el jardín de mi abuela, como si fuera a caerse sino me equivocaba, estaba borracho o algo parecido; volví a negar antes de verlo hablar.
— ¡Baja ojitos azules! —grito, logrando que perros comenzaran a ladrar.
—Cállate, te pueden oír imbécil. —repuse con molestia, pero obtuve fue una carcajada de su parte.
—Vamos… ven aquí. —volvió a insistir.
En mi mente no podía dejar que siguiera con esto; necesitaba que se largara, pero viendo la hora era demasiado peligroso, entonces pise el suelo llena de molestia como pude me puse mis pantuflas en color negro; le hice una seña antes de que bajaría, pero le pedí silencio sino tendría serios problemas conmigo. Por consiguiente; estuve fuera de la habitación mire a todas parte verificando que mi abuela no esté cerca lo que fue bueno, luego de bajar las escaleras y llegar a la puerta principal me precipite a quitar el seguro, no encendí las luces no quería llamar la atención, cuando hube girado el picaporte la brisa de la noche me arropo completamente; que sin darme cuenta me vi abrazándome con fuerza, ante la leve neblina que se podía sentir en el ambiente.
Busque con la mirada a Jan que se encontraba mirando el cielo, mientras tomaba una botella en la que no reparé antes, ya casi se le acababa; definitivamente esta no era mi noche, ahora debía lidiar con un chico alcoholizado con pasos seguros lo enfrente posicionándome a su lado, enseguida percibí su mirada en mí por el reflejo de la luna que nos estaba iluminando.
— ¿Se puede saber qué haces? —fui directa, pero los ojos de él estaba fijos en mi persona.
Su silencio me daba molestia, y más encontrarlo de este modo, volvió a empinar la botella; pero no conto con que le arrebate el frasco tirándolo al cesto de basura grande que teníamos en el jardín y que el personal del aseo comunal lo retiraba cada tres días a la semana, un bufido de su parte me basto para hacerlo enojar.
—Aguafiestas. —me insulto, pero negué elevando los hombros.
—Te hice una pregunta Sibrian, ¿Qué haces aquí? —agregue cruzada de brazos, quedando a tres pasos de distancia de él.
Una mueca surco sus labios, pero su mano en su nuca me decía que se encontraba nervioso como molesta sus ojos miel no tenían el brillo que solía ver cada día al estar juntos, algo había pasado y temía conocer realmente el problema.
—Pides muchas respuestas Evelyn, pero solo lo resumiré en una… hoy murió mi Padre. —expuso y mi cuerpo se tensó ante sus palabras.
Podía imaginar miles de cosas, pero no está todo mi se me hizo recordar el pasado ese que cada día trato de encerrar, pero por las noches me despierta sudada por las pesadillas de ese fatídico accidente, cerré mis ojos un momento botando el aire de mis pulmones era demasiado lo que sucedía; incluso al abrir mis ojos nuevamente halle que la presencia de él, se encontraba muy cerca de la mía, por instinto retrocedí solo que sus manos fuertes, se cernieron en mi cintura uniéndome a su cuerpo firme y de músculos fibrosos, que cualquier chica desearía poder tocar, negué el rumbo de mis pensamientos al elevar mi rostro con el suyo que no dejaba de mirarme.
—Jan…
—Evelyn… no te han dicho que tu nombre es lindo. —susurro bajo, sintiendo por primera vez un leve sonrojo.
—Sí… siempre, además debo buscar la manera para llevarte de regreso a tú casa. —carraspee; alejando mi mirada de la suya.
—Eso no se podrá. —añadió con molestia, lo volví a ver con un gesto severo.
—Te guste o no Jan, te llevaré de regreso, no entiendo ¿cómo conoces donde vivo?, ¿cómo estar aquí? a estas horas. —buscaba respuestas que no conseguiría fácilmente.
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Editado: 18.01.2024