Evelyn
Ver la nieve desde la gran casa de mis Padres me trae un sinfín de recuerdos y cada uno los lleva mi Madre, suelto un suspiro todavía recordando cómo le confesé la verdad a Jan, jamás tuve el valor de decirlo con nadie, ni siquiera con un psicólogo que estuvo conmigo por tres años, niego ante esos días amargos, ya que la muerte de mamá la vivía aun. Sin embargo; no funciono de nada porque ella se fue dejando un vacían en la familia Levesque, o eso veo en mi Padre que ahora está en su oficina terminando de ajustar su junta desde casa, ni siquiera en noche buena se le quita las ganas de trabajar.
Al darme la vuelta, me encuentro de frente con el cuerpo de mi abuela ataviado en su suéter tejido en color blanco, que hacen contraste con su cabello le queda hermosa y sus ojos resaltan más; pero el rostro serio que me da solo me hace negar, antes de que busque preguntarme.
—Evelyn…
—No abuela; quiero ir a mi cuarto. —digo con algo de pesar, al pasarle por un lado.
Antes de siquiera alejarle, me toma el hombro logrando que me detenga, sin darme la vuelta.
—Habla con tu Padre, se merece la verdad. —pidió, cosa que mi cuerpo entro en tensión.
—No puedo abuela… tal vez no quiera escucharme. —me excuse, al darme la vuelta colocando las manos en mis bolsillos traseros, del jeans azul a juego con mi suéter tejido negro, ese que mi abuela confecciono.
Un resoplido de su parte, me hace curvar una ligera sonrisa.
—Deja los miedos, es noche buena y no creó que por saberlo te odie en navidad. —aconsejo al tocar mi mejilla con cariño, sin dejar de mirar mis ojos azules.
—No lo sé…
— ¡Ya basta! eres una Levesque, digna hija de tú Madre Sofía no pienso tolerar esta situación hazlo ahora antes de la cena que iniciaran en un par de horas. —interrumpió con autoridad, causando estragos el nombre de mamá.
—Abuela… —no pude seguir, porque mis lágrimas se agolparon y ella solo volvió acercarse para estrecharme en sus brazos.
—Hazlo mi niña, merece saberlo y te aseguro que muchas dudas serán disipadas obteniendo al fin, la confianza que perdiste con él. —susurro a mi oído; negaba constantemente en su hombro, hasta disipar mi llanto.
Me tome un minuto en sus brazos, hasta que poco a poco me separé de ella; entonces la voz melodiosa de mi hermano mayor hizo acto de presencia, sacándonos de nuestra burbuja, fruncí los labios por su impertinencia.
— ¡Bueno familia! la noche buena; debe celebrarse como se debe. —argumento alzando dos botellas de champagne de la mejor marca canadiense.
Como lo detestaba a veces, pero en fin es mi hermano mayor y debo darle la oportunidad de expresar su ridiculez en algunas ocasiones, además una pelirroja apareció detrás de él con una cesta de frutas y dulces; al ver a la familia nos dio una sonrisa amable, que solo le devolvimos por cortesía.
—Solo una copa, y la serviré yo Ander. —hablo mi abuela, quitándole ambas botellas; mientras el idiota hacia un puchero que le quedo tonto.
—Oh… vamos abuela, este día es para beber y disfrutar. —agrego, pero solo obtuvo su negativa dejando que la siga hasta la cocina.
Al quedarme en la inmensa sala decorada con todo lo navideño, detallo que la chica de cabello rojo y ojos marrones se mantiene en su lugar, a excepción de la cesta que la puso sobre el sofá individual en color negro; repare en que iba con un vestido verde olivo ajustado a su cuerpo, tacones negros y un suéter de cachemira en rojo que la hacía lucir bien, tenía gusto la nueva conquista de mi hermano porque eso era, una más cada mes había una que modelar, esperaba que pronto llegará la chica que lo cambiaría; por completo como necesita sentar cabeza va rumbo a los treinta y sigue siendo tan inmaduro.
—Hola tú debes ser Evelyn. —Al fin hablo, cosa que eleve una ceja algo confundida que me hable.
—Sí… y ¿tú eres?
—Mónica, es un placer conocerte y espero no incomodar en la fiesta navideña. —explico algo nerviosa, lo que me hizo sonreír por dentro, es humilde la mujer.
— Para nada… si mi hermano te trajo es por algo ¿no? —fui franca, a lo que ella asintió.
—En realidad no iba a venir, tengo familia que celebramos con una linda cena preparada con nuestras manos; pero Ander decidió aparecer secuestrándome de la fiesta. —explico cada detalle, que no podía entender las idioteces de él.
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Editado: 18.01.2024