Sonrisa Cerrada

Epílogo

  Días después…

 

   El miedo puede ganar terreno, si dejamos que avance primero, y fue lo que hizo me llego una llamada desde Canadá y mi corazón se oprimió; al saber que ella… había sufrido un ataque, no era un secreto para mí que Evelyn llevaba cuidando las espaldas de su familia y no permitía que nadie les hiciera daño, pero ahora me encuentro destrozado con esa noticia no pude esperar un día mi país que le pedí a la señora Renata que me ayudará lo hizo, mandando el jet privado de la familia que no supe de el sino hasta ahora. En fin; las nueve horas de vuelo fueron el peor momento de angustia, asi que no tuve más remedio que esperar al pisar suelo canadiense me aproxime fuera de la terminal, un hombre m escolto venia conmigo desde el jet, le agradecí en ingles por su ayuda y él mismo tomo un auto en alquiler y partimos rumbo al hospital.

   Nos tomó en intervalos de una hora llegar, así que mi mente estaba centrada solo en ella; le pedí a mi Madre que me perdonará lo supo entender y sé quedo en casa con Chloe que busco seguirme, pero no hubo derecho a replicas, ahora mí prioridad era Evelyn el auto se detuvo en todo el frente baje como un autómata tenía la ropa adecuada para el invierno en color azul oscuro, el frío no me molesto seguro después lo sentiría, mis pasos se apresuraron en recepción el lugar estaba lleno de personal como pacientes en todo lugar.

   Una mujer morena me atendió y me dijo la habitación de la paciente; de prisa corrí por esos grandes pasillos blancos, además de los olores fuertes del mismo lugar tome el ascensor olvidando al caballero que venía conmigo el inglés lo aprendí desde mi ciudad, no fue difícil aprenderlo solo debemos mantenerlo, dos minutos amargos pase dentro de la caja metálica, antes de ver el piso continúe el camino hasta ver la puerta con el número 16B en la puerta, trague en seco y tome el picaporte decidido este cedió dejándome pasar.

   Cuando estoy dentro, hay tres personas dos de pie angustiados como cansados; mientras que el cuerpo de Evelyn esta sobre la camilla, con los ojos cerrados y un montón de aparatos hacer ruidos cada uno hacía la función de mantenerla con vida, me sentí más tranquilo de encontrarla con vida, pero la voces me sacaron de mis pensamientos.

 

—Hola Jan. —la voz de Renata me hizo verla, como abrazarla.

 

—Señora Renata ella esta… —me detuve, antes de escuchar otra voz.

 

—Mi hija está estable, solo perdió mucha sangre ante el ataque de ese imbécil que ahora pagará en una correccional juvenil, esperando por su mayoría de edad; asi que no te preocupes. —informo todo con seriedad y algo de recelo.

 

   Podía entenderlo yo lo era con mi Madre, así que es normal los celos como medidas de protección, con cautela me acerque para presentarme formalmente.

 

—Lamento conocernos de esta forma sr. Joel, mi nombre es Jan Sibrian novio de su hija. —extendí mi mano, la observo por un efímero momento antes de estrecharla de forma momentánea.

 

—Un gusto. Y ya sabía de ti, mi hija no paraba de mencionar lo bueno que eres en el béisbol. —me cuenta, logrando que curve una ligera sonrisa.

 

—Es bueno saberlo señor; como también sabrá que no pienso alejarme de ella. —fui directo, desafiándonos con la mirada.

 

    El hombre bajo la mirada, curvando una sonrisa al volver a fijar sus rostro en nosotros pude ver mejor el parecido que tenía con su hija, los había heredado de él; asi que me mantuve imperturbable, antes de sentir el llamado de una voz angelical.

 

— ¡Por favor! Ya basta de duelos, fue suficiente con el mío. —Indico Evelyn al darnos una sonrisa cálida.

 

— Lo sé hija pero…

 

—Pero nada lo prometiste y sabes que un Levesque las cumple. —se adelantó ella, dejando a su Padre fuera del juego.

 

—Muy cierto hija. —respondió en el idioma francés, buscaría aprenderlo en su momento.

 

   Cuando los ojos de ella conectaron con los míos, solo deje que mi sonrisa la llenará de calma, que sin pedirlo la Sra. Renata y el señor Levesque nos dejaron solos, lo cual agradecí en silencio; porque anhelaba estar a solas con ella.

 

—Hola. — dije, al tocar su mano y besarle la misma.

 

—Hola Jan… te extrañe. —agrego casi evitando llorar, pero negué ante de dejarla que lo hiciera.

 

—Y yo más hermosa; que susto me diste. —reproche, pero mi mano fue a su mejilla para acunarla.

 

—Lo siento… solo buscaba proteger a los que amó.

 

—Lo sé Eve; pero te arriesgaste demasiado, prácticamente fuiste un milagro en ese quirófano no hubo nada más. —exprese la realidad, obteniendo un asentimiento de su parte.




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