El guarda es amarrado de pies y manos. sin conciencia, golpeado, más no muerto. tapado hasta la cabeza como si estuviera dormido, lo dejan en la celda. sotelo analiza la forma de subir el muro sin alertar a los guardias de turno.
Se escurren entre pasillos oscuros agazapados, despacio, entre sombras.
Subir a la litera y alcanzar el muro, mientras el guardia no esté, o tomarlo por sorpresa y dejarlo vencido para poder escapar, son las opciones que giran en la cabeza de sotelo. Espera el momento precisó.
¿Y quien conoce el momento preciso?
Aldao deja algunas huellas de sangre en el piso, que caen de su cabeza.
La luna es más grande y luminosa que de acostumbre. Como mostrando el camino de escape.
-- no puedo más, he perdido mucha sangre. Dice aldao a su amigo con la voz perdida.
-- ¿que dices estupido? ¡Vamos camina! Los dos saldremos de acá, como siempre lo hemos hecho--
aldao mira el rostro de su amigo, y le extiende su mano temblorosa y roja.
-- ¡lo hicimos amigo, lo hicimos!-.
Dice Francisco aldao, casi desvanecido. sotelo lo abraza fuertemente, y de sus ojos, una lágrima rueda por su rostro.
-- ¡vete! Yo trataré de cubrirte --.
Los dos se miran, sotelo mira a los lados y corre agachado buscando como huir. Lágrimas y sudor se confunden en la huída.