Soy... ¿ El Amante De Mi Esposa?

Capítulo 02: No me ama

La lluvia daba con gran ímpetu contra los techos de las casas, contra las calles, contra todo lo que se le interpusiera el camino. Maliah miraba a todas las esquinas, para encontrar el lugar apropiado en el que se debería refugiar. 

Su cuerpo estaba completamente empapado, se estaba sacudiendo un poco a causa del frío, pero no era nada importante, ella era una mujer fuerte y lo peor que le podría pasar con todo eso era pescar un nuevo resfrío, el cual, sería el segundo del mes.

A la distancia logró ver el sitio perfecto para ampararse de la lluvia; sin embargo, ella se sorprendió al ver cómo una sombra la rodeaba, luego la calidez de un abrigo. No estaba loca, ese aroma se le hacía extrañamente familiar, pero al mismo tiempo, era desconocido. 

—¿Qué? —cuestionó separándose de la persona, sus ojos se abrieron un poco más al ver a un completo extraño que sonría de manera radiante.

—Lo siento, vi a una damisela necesitada de ayuda, no pude contenerme —expuso con un tono lleno de energía. —Me disculpo si la asusté, solo quería ser amigable. 

Mientras ellos hablaban, la lluvia los estaba terminando de empapar. Sus miradas se habían encontrado, esa apariencia de un hombre despreocupado, con traje informal, le había llamado la atención a la chica. 

—Bueno, no debería acercarse así a ninguna persona si no quiere provocarles un infarto. —aclaró ella cruzándose de brazos. 

No esperó nada más, siguió con su caminar. Refugiarse en ese momento era inútil, lo era ahora que su cuerpo estaba mojado completamente. Le desconcertaba el hecho de que un hombre pudiera acercarse a ella de una manera tan descarada, de hablarle de una manera tan llena de confianza como si fueran amigos de años.

Eso no le agradaba para nada a Maliah. Esa no era la manera adecuada de acercarse a una mujer casada, no, a ninguna mujer en general, a no ser que quisieras hacerla sentir tan incómoda que ella termina lanzándole el primero que se le atravesara como manera de defensa.

—¡Rowan! —llamó Maliah tocando fuertemente la puerta. 

La lluvia caía con tanta fuerza que incluso era difícil poder escuchar sus pensamientos. Él siempre esperaba por ella mientras observaba por la ventana, estaba dispuesto a abrirle la puerta, por eso mismo, ella no acostumbraba a llevar sus llaves cada que salía, pues su esposo, siempre estaba al tanto de esos detalles, trabajaba en casa, por tanto, siempre estaba ahí, o eso era de esperarse.

Rowan siempre avisaba cada vez que tenía algo que hacer fuera de casa. 

»¿A dónde habrá tenido que ir ahora? ¿Estará durmiendo? —se preguntó en un susurro, intentando observar a través de la ventana por la que siempre se asomaba su esposo. 

Cayó en cuenta de que no estaba, por lo tanto, tendría que esperar hasta que él llegara una vez más. Bueno, comenzó a buscar la manera de poder ingresar a casa sin usar la puerta, la mejor manera que encontró fue por esa misma ventana que se encontraba un poco alto.

»¡Vamos, Maliah! ¡No eres una chica débil! —se animó mientras daba unos breves saltitos preparándose para saltar y atravesar la ventana.

No se mostró dubitativa al respecto, una de las cosas que más le agradaban a Maliah era sentir la adrenalina recorriendo por completo su cuerpo, el sentir la emoción de que podría lesionarse o morir en cualquier momento, eso mismo la hacía sentir viva.

Sus cálculos fueron demasiado malos, esto se debía a que, al saltar, perdió un poco el equilibrio y terminó atorada en esa ventana. No podía bajarse de una u otra forma, por más que lo intentara, ella no podía bajarse por su cuenta. Rogaba para que los vecinos no la vieran en esa posición, o para que no la confundieran con un ladrón.

—¿Qué haces allá arriba, Maliah? —preguntó Rowan llegando justamente en ese momento.

Parpadeó un par de veces mientras retiraba los lentes de su cara y los secaba, para poder asegurarse de que estaba viendo lo que se suponía estaba pasando. No lo creía, su esposa estaba colgando de la ventana sin tener posibilidad de bajarse.

Si alguna persona extraña viera la escena, podría terminar llamando a la policía, creyendo que se trataba de un muy atractivo ladrón con el rostro de una mujer encantadora y una figura envidiable.

—Maliah, Maliah… espera, te ayudo a bajar —dijo de manera rápida buscando las llaves en su bolsillo. —Te jalaré desde dentro de la casa, no queremos que te caigas en las rosas.

—¡Apúrate por favor! No puedo respirar —exigía la mujer sintiendo que el vientre estaba doliendo, debido a que todo su peso estaba descansando sobre él.

Sintió un gran alivio al ver a su esposo justo enfrente de ella, tomaba sus manos para poder bajarla de un tirón, pero se olvidó de que ella estaba demasiado alto. Si lo veían de otra manera, era un punto a favor de que las ventanas tuvieran esa altura, pues a los ladrones les costaría demasiado llegar hasta ese punto.

Rowan dio todo de sí para poderla ayudar a bajar sin lastimarla, a sus ojos, ella era una rosa delicada que necesitaba ser cuidada de la mejor manera posible. Ella era perfecta a sus ojos, y, durante todo este tiempo que llevaban juntos, sentía que su amor por ella estaba creciendo más y más cada día.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.