—Maliah, la cena está servida —la llamó Rowan asomando su cabeza por la puerta de la habitación.
Ella se encontraba secando su cabello, contemplarla cada día haciendo lo mismo era simplemente hipnotizante, ese era uno de sus pasatiempos favoritos, y ella le había obsequiado un premio doble ese día. Quizá, debería llover cada tarde, si eso significaba tener esas vistas espectaculares.
La única respuesta que obtuvo por parte de su esposa, fue una mirada y un asentimiento, él estaba satisfecho con ello. Pero ese nuevo plan que había trazado era lo que rondaba por su cabeza cada minuto, quizá, fingir su muerte era una idea demasiado descabellada, y su amigo le hizo entender su error.
Rowan solo deseaba que ella fuera una mujer libre para que pudiera escoger a quién amar; por supuesto, Rowan desearía ser ese hombre, mas su cabeza le jugaba en contra, si durante todo ese tiempo con su amor y sus cuidados no había llegado a enamorar a su esposa ¿qué lo hacía creer que tendría una oportunidad justo ahora?
Ambos, como era su costumbre, cenaban en silencio, cada uno centrado en sus propios asuntos, en sus propios pensamientos. Se limitaban a intercambiar unas pocas palabras básicas, pero era como si cada uno cenara en soledad.
—Gracias, estuvo delicioso —afirmó ella al terminar de comer.
Cocinar, los actos de servicio, eran el lenguaje del amor que Rowan dominaba a la perfección. Deseaba demostrarle a su esposa lo mucho que significaba para él, el tener esa libertad para abrazarla y besarla, eso era lo que deseó en el momento en que se casaron, no esperaba para poder tenerla entre sus brazos; las cosas no son siempre como esperas.
Él deseaba que fuera feliz, pero sabía que nadie la amaría de la manera en la que él estaba dispuesto a amarla, el poder gozar de su indiferencia, de sus silencios. Todo en ella era arte, uno que debía ser visto, apreciado por los ojos correctos, y no, no había nadie más aparte de él que pudiera amarla de esa manera tan intensa.
—¿Vas a hacer algo mañana? —Era hora de que su plan comenzara a tomar forma.
Si la razón por la que ella no se había enamorado de él era porque era un hombre completamente plano y aburrido, entonces eso era lo que debía comenzar a cambiar. ¿Pero y si esa idea no le parecía agradable? ¿Eso haría que ella lo odiara aún más? ¿Lo haría lucir mucho más despreciable a sus ojos?
—Necesito unos materiales para el trabajo, así que iré al centro de la ciudad para poder adquirirlos —afirmó con un gesto impasible. —¿Y tú?, ¿qué harás mañana?
—Debo entregar el proyecto antes del anochecer, así que tendré que estar en casa todo el día —afirmó en un tono demasiado suave, era tranquilo.
Está bien, a los ojos de Rowan no era una gran idea mentir, no le gustaban las mentiras y ese era un acuerdo en el que ambos habían llegado, pero, si nos ponemos de acuerdo, la primera persona en romperlo, fue Maliah.
Viéndolo desde esa perspectiva, decirle que estaría en casa todo el día, cuando en realidad estaría fuera, no era tan malo. Era su oportunidad para demostrarle su otra cara, el poder conocerla más, sus gustos y qué es lo que de verdad busca en una relación.
Era hora de sacar a relucir ese hombre que se escondía detrás de esos grandes lentes. Por lo menos disfrutaría un día más al lado de su esposa, si supiera que era él. ¿Cómo era Maliah cuando estaba rodeada por amigos? ¿Ella sonreía más? ¿Era igual de reservada?
Tantas preguntas rondaban en la mente de Rowan, comenzaba a comprender que, quizá, él no había llegado a conocer a Maliah de la manera que imaginaba, quizá, solo estaba observando una máscara de ella, esa que ella deseaba mostrarle nada más a él.
❀『Al Día Siguiente』❀
Maliah se levantó demasiado temprano para buscar el material que requería para su trabajo, deseaba que su entrega se realizara de una manera pulcra, que su cliente se viera satisfecho con el resultado, esa era una de sus más grandes preocupaciones, y para solucionarlo, tendría que rebuscar en todos los almacenes si era necesario.
Ella estaba viajando en un autobús, era su manera favorita para viajar, le resultaba relajante, a pesar de que a muchos nos les gustara. De esa manera podría disfrutar de la presencia de muchas más personas, le gustaba escuchar la risa de los niños, incluso disfrutaba el sonido de esas mujeres que hablaban por sus celulares como si se hubieran tragado altavoces.
¿Era debido a que su vida en casa era demasiado silenciosa y aburrida?
No comprendía qué era lo que le impedía sentir como un hogar su propia casa, la culpa de ser incapaz de amar a su marido era mucho más grande de lo que imaginó. Quizá le había dado alas al intentar hacerle creer que lo amaba, que podrían tener un hogar juntos, poder tener su propia familia.
¿Cómo podría decirles a sus padres que la razón por la que no tenían hijos era porque ella no soportaba estar con su marido?
¿Cómo les diría que la idea de sentir sus manos sobre ella le hacían sentir asqueada, como si fuera una cualquiera?
Esa clase de pensamientos eran constantes, se sentía una mujer inútil, una que no podía darle a su esposo lo que se suponía debería darle. Ella era una mujer incapaz de dar amor, esto a su vez, la hacía inmerecedora del amor de Rowan.