❀『Unos días después』❀
La relación entre Rowan y Maliah continuó de la misma manera que en los últimos años: Rowan intentando acercarse a su esposa y ella, sintiéndose como la peor mujer del mundo, al ser incapaz de amar a su marido.
Durante todo ese tiempo había sido como una especie de tira y afloja entre ambos, era como si no estuvieran hechos para estar juntos, bueno, eso a los ojos de Maliah. Según ella, creía que no podía amarlo por más que se esforzara, y esa situación no cambiaría con el tiempo, como lo pensó.
—¡No te asustes! —exclamó Ángelo saltando a un lado de Maliah, haciendo que en efecto ella se asustara.
Las manos de la chica fueron llevadas a su pecho mientras lo observaba con un poco de molestia, cabe aclarar que en su casa junto con su esposo todo era completo silencio, paz y armonía. Ella no estaba acostumbrada a sonidos fuertes y esa fue la razón por la que fue sorprendida.
—Entonces no me asustes —rechistó la joven a manera de queja, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. —A la próxima, por favor cubre tu rostro antes de saltar de ese modo.
Sus palabras sonaban serias, aunque en realidad se estaba burlando de su amigo. Ahora era el momento perfecto para que Rowan en la identidad de Ángelo, continuara con el resto del plan.
Esculcando en su bolsillo encontró el folleto que tanto le insistió a su amigo para que le diera, como una invitación a su academia de baile. Sí, a Rowan jamás le interesó nada que tuviera que ver con los bailes y la música a un nivel demasiado alto para que los oídos humanos sean torturados; pero estaba dispuesto a soportarlo solo para que Maliah pudiera disfrutarlo.
—Mira, encontré esto en la calle y recordé que mencionaste algo de que te gustaba el baile —dijo con un tono enérgico de voz, por lo menos, haría el intento.
—«Clases de baile». Es algo bastante conveniente —expuso con un poco de duda. —Debo pensarlo, no sé si mi horario me lo permita, gracias —detalló el volante que se le dio con un pequeño brillo en sus ojos, era lo que estaba deseando, desde pequeña lo había hecho, ¿por qué ahora se sentía como algo prohibido para ella?
—Me gustaría intentarlo, pero soy un terrible bailarín. Si te decides, ¿te importaría que fuéramos compañeros de baile? Así me sentiría un poco más acompañado. Si te digo que soy pésimo bailarín, es porque realmente soy terrible en eso —su confesión era un poco divertida, y al mismo tiempo honesta, apestaba con todo lo que tenía que ver con coordinación corporal.
Maliah pareció pensarlo un poco, al final de cuentas, esa no era una decisión que le agradara tomar por sí sola, sino que le pareció importante compartirle esas pequeñas cosas a su marido, de manera que ambos por lo menos en ese sentido estuvieran en la misma sintonía.
—Te dije que tengo que pensarlo, luego te comentaré la decisión que tome —expuso con un sereno tono de voz, observando cómo las personas a las que esperaba, llegaban a su pequeño taller de ropa, ese que estaba en el sótano de su casa.
Eso sí, Ángelo no tenía por qué saber que esa era su casa realmente, pues de acuerdo a la ubicación de ambos lugares, lucía como si estuvieran en calles diferentes. Esa era una de las muchas cosas que amaba de esa ciudad: Su arquitectura.
Rowan en la piel de Ángelo observaba con una pequeña sonrisa la amabilidad con la que su esposa trataba al resto de personas; hasta ese día él no se había tomado el tiempo para conocer el interior del lugar de trabajo de la mujer que amaba, eso con la intención de no presionarla ni molestarla con su propia presencia.
Él estaba observando cada uno de los rincones de ese lugar, veía cómo en la mesa de su esposa se encontraban algunas fotografías de su boda; su corazón se agitaba con más y más fuerza, solo ella podía obtener esa reacción de él, incluso sin saberlo o ser consciente de ello.
El ceño de Ángelo se frunció al sentir cosquillas en la zona de su bigote, en efecto, este se estaba cayendo. Estuvo a punto de quitarlo para ajustarlo, hasta que Maliah se acercó a él por la espalda, como reflejo, Rowan llevó sus manos a la boca, intentando ajustarlo de manera discreta, pero ya le estaba dando comezón y en cualquier momento le provocaría un estornudo.
¿Qué haría si se le caía el bigote? ¡Esa era claramente una de las cosas que lo diferenciaban de su verdadero ser!
—Cierto, él es mi esposo —aclaró señalando a Rowan en medio de una fotografía junto con sus padres y familia, una pequeña sonrisa apareció en sus labios en ese momento, pues le recordaba el instante en el que su madrina se tropezó y cayó sobre el pastel, era un gran recuerdo. —Se llama Rowan.
—Se ve que es un hombre bastante aburrido —expuso entrecerrando sus ojos para fingir que lo veía mejor.
—¡Oye! No es bueno juzgar a las personas de esa manera, ¿eh? Es un gran hombre, es paciente, leal, honesto, cocina demasiado bien… creo que tendré que presentarlo un día de estos, así llegarás a tus propias conclusiones.
La forma en la que su esposa lo defendía provocaba que esas nuevas mariposas revoloteaban en su interior, que su corazón se acelerara y que además de hacer que sus mejillas se volvieran completamente rojas, le provocaba atraerla a él con un fuerte y apretujado abrazo.