Soy... ¿ El Amante De Mi Esposa ?

Capítulo 08: Dos pies izquierdos

—¿No te hablé de él? —indagó con una sonrisa —creo que estuve muy centrada en el vestido que olvidé mencionar esos detalles —aclaró con gran naturalidad. —Es la persona que me ayudó con las bolsas la última vez que fui al centro a comprar los materiales, creo que te lo mencioné.

—¿Fue él el que te dio el folleto? —el comportamiento de Rowan era, como siempre, bastante tranquilo, por lo que Maliah no podía saber si se trataba de una diminuta escena de celos o realmente era eso lo que deseaba preguntar por mera curiosidad.

Hasta ese momento ambos estaban intentando llevar un matrimonio libre de mentiras, esa era la razón por la que casi no tenían problemas, salvo a las dificultades de Maliah para amar a su esposo.

Su relación interpersonal era bastante agradable, armoniosa, cosa que era difícil de lograr con otras personas, ellos habían encontrado ese equilibrio que claramente Ángelo podría amenazar sin siquiera saberlo.

—Sí, él también deseaba unirse, pero le daba pena tener que ir solo. Dice que tiene dos pies izquierdos, yo, honestamente, no creo que alguien sea tan malo para bailar —expuso con una pequeña sonrisa, esa que Rowan amaba ver todo el tiempo.

❀『Unos Días Después』❀

—Lo siento —se disculpó Ángelo bastante apenado.

—Es la quinta vez que me pisas —se quejó ella sobando su pie derecho. —Y es la primera canción del día, Ángelo. Sé que dijiste que eras terrible al bailar, peor no creí que lo dijeras tan, tan, tan en serio —expuso mientras llevaba su cabeza de un lado a otro.

Una pequeña risita se escapó de los labios del hombre al escuchar las quejas de su compañera. Sabía que de una u otra manera ella terminaría admitiendo lo que él dijo con anterioridad. No había manera en la que aprendiera a bailar, pero aprovecharía hasta el último segundo para estar junto a la mujer que amaba.

Debía aprender más y más de ella, grabar aún más cada una de sus facciones y gestos al descubrir cosas que le agradaban o no, saber más de sus gustos, de hacer untos aquello que no haría junto a su esposo.

Ángelo le estaba dando la oportunidad a Rowan de vivir una gran relación con su esposa, a pesar de que en ese momento eran casi dos desconocidos.

La risa de Ángelo se le estaba contagiando a la joven, la cual comenzó a reír sin poder detenerse, le resultaba increíble que Ángelo le hiciera tragar las palabras que le dijo a su esposo unas noches atrás.

En definitiva, sí, existía gente realmente mala para bailar, podría decirse que Ángelo era un hombre con tres pies izquierdos; a pesar de esa revelación Maliah no era de la clase de persona que se rendía fácilmente, haría que ese hombre aprendiera a bailar, y no solo eso, sino que haría que se convirtiera en el mejor de la clase, además de ella, claro está.

—¡Estoy agotado! —se quejó lanzándose de manera exagerada al suelo, extendía sus brazos y piernas mientras disfrutaba de esa sensación refrescante que le regalaba el suelo. No sabía en lo que se había metido hasta ahora.

—¡Arriba! Debemos practicar mucho más, mira las indicaciones del maestro, es bastante fácil, solo mueves el pie a la derecha, adelante, atrás, izquierda, lo cruzas y das una vuelta, mientras levantas tus manos, las llevas a los costados, las cruzas adelante, las subes otra vez y las regresas por los costados a su lugar. No sé qué parte de esto te parece complicado.

—Toda tu explicación es complicada, Maliah… Me mareé de solo pensar en dar la vuelta, estoy viejo, oxidado, no sirvo para esto.

Maliah se limitaba a observarlo con las manos puestas en la cadera como una mujer mayor, le costaba creer que tuviera un estado físico tan malo que estaba rindiéndose en la primera canción.

—Pensé que serías un poco más persistente, pero me equivoqué —susurró llevando su cabeza de un lado a otro, era increíble que ese hombre se estuviera comportando como un niño pequeño.

—¡Soy persistente! —se defendió Rowan en el cuerpo de Ángelo —no te imaginas cuanto, pero esto… de verdad que no es lo mío.

En ese momento, el maestro de baile se acercó a la pareja para ver sus avances; sin embargo, se encontró con su amigo disfrazado de otro tirado en el suelo y sin señas de darle siquiera una buena impresión a su esposa. Era el colmo, por lo menos, a los ojos de Roberto, quien sabía la manera eficaz para que su amigo se pusiera las pilas para aprender.

—Buen trabajo, Maliah —dijo Roberto, con una gran sonrisa, más allá de que ella fuera la esposa de su mejor amigo, estaba el hecho de que ella era una excelente bailarina y una rápida aprendiz. —No puedo decir lo mismo de su compañero —añadió centrando su mirada en su amigo.

—¡¿Perdón?! ¡He dejado todo de mí en esta pista! —se quejó mientras se sentaba repentinamente, lo que salía de la boca de Roberto eran herejías. —He hecho lo mejor que he podido hasta ahora, merezco un premio a la mayor fuerza de voluntad de este lugar.

—Solo necesita un poquito extra de motivación —intervino Maliah. —Tiene potencial, estoy segura de eso, la tiene, muy, muy, muy, muy, muy adentro, pero solo debemos excavar para encontrarla.

—En ese caso, tendremos que sacar la maquinaria pesada, porque parece que no se mueve, ni porque le metamos hormigas en el pantalón. —añadió Roberto de manera burlona.




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