Soy... ¿ El Amante De Mi Esposa?

Capítulo 09: Matrimonio perfecto

Maliah no era la clase de persona que acostumbraba a mentir, por lo que se le hacía extremadamente difícil hacerlo. Sus manos sudorosas e inquietas la podrían delatar con tal facilidad que su matrimonio podría verse afectado en un cerrar y abrir de ojos.

—No, señora, no es eso, solamente que ha pasado un largo tiempo desde la última vez que nos encontramos, viene de sorpresa justamente el día en el que su hijo no se encuentra en casa —explicó en un tono sereno, era una de las características propias de Maliah, su voz que daba tranquilidad.

Una sonrisa fue la respuesta de su suegra, la cual se puso bastante cómoda en la sala. Los ojos de Maliah buscaban a Ángelo, el cual no se veía por ninguna parte. En definitiva, esta era una de las cosas que más llegaban a desagradar a la joven esposa: El tenerle que esconder secretos a su familia.

Maliah sentía un poco de descanso frente a la rápida reacción de su amigo; sin embargo, temía que esto no durara para siempre, pues no había muchos lugares en los cuales refugiarse. 

»Me alegra mucho tenerla aquí —dijo Maliah trayendo un vaso con agua, era la preferencia de su suegra. —Llamaré a Rowan para que sepa que usted se encuentra en casa, honestamente no sé en dónde se metió mi esposo —aclaró lanzando un pequeño suspiro.

Rowan no era la clase de hombre que salía sin decir adónde se metería; no estaba en su oficina y al parecer no había estado ahí durante todo el día. El comportamiento de Rowan, si lo pensaba detenidamente, era un poco diferente al de las últimas veces, ¿y si llegaba a tener alguna aventura? 

Maliah sacudió su cabeza de un lado a otro mientras sacaba estas ideas de su mente. Agradecería si Rowan llegaba a hacer eso, pues tendría la excusa perfecta para poder separarse y que cada uno lograra hacer su vida lejos de los deseos de los demás. 

Pero ella sabía que esa, claramente, no era una de las conductas de Rowan, no cuando sabía que ella era su mundo, la manera en la que la veía cada vez, le rompía el corazón. ¿Por qué no podía amarlo de la misma manera en la que él la amaba a él? ¿Por qué era tan difícil amar?

—No, tengo bastante tiempo, podemos esperarlo —sonrió la señora observando cada una de las fotografías que se encontraban en la sala. —No puedo creer que ya lleven poco más de un año de matrimonio. El tiempo vuela de una manera tan rápida cuando estás con la persona a la que amas.

Maliah asintió, a pesar de que para ella ese hubiera sido un año bastante largo; pues el amor era lago que había escapado de ella durante millones de veces. Deseaba cambiar el tema de conversación; sin embargo, no lo lograba, no sabía qué otra cosa debería decir para cambiar el rumbo de esta.

La puerta principal se abrió, revelando a un tranquilo Rowan llegando a casa con un par de bolsas en sus manos. Luego de varios intentos, logró por fin llevarle un poco de comida rápida a su esposa, sabía que eso la haría bastante feliz.

—Ya estoy en casa, Maliah —saludó sin entrar aún a la sala.

—Bienvenido, tu madre está esperando por ti en la sala —sus ojos se centraron en las bolsas que traía en sus manos. —¿Y esto? —no pudo evitarlo, una gran sonrisa adornó su rostro en el momento en que el aroma invadió sus fosas nasales.

Esas eran su debilidad. Su aroma, sabor, textura. Todo lo que venía de esa manera era simplemente perfecto.

—Hace tiempo que no comemos de estas, sé que te gustan demasiado, pensé que de vez en cuando no hace daño —no pudo evitar sonreír al ver a su esposa sonreírle a él de esa manera. No podría lograrlo a pesar de que se esforzara.

—Como siempre, siendo un par de tortolitos como el primer día de casados —dijo la madre de Rowan con una mirada bastante satisfecha. —No saben cuantas veces oro para que permanezcan siempre juntos y se amen más cada día.

Los minutos pasaron mientras cenaban, poco tiempo después, el ambiente se tornó un poco pesad frente a la manera en la que la madre de Rowan tomó la palabra.

—La razón por la que vino es muy agradable que digamos —con esa simple frase, el corazón de ambos se detuvo. 

Mientras Maliah se preguntaba si la razón era porque la vieron demasiado cerca su amigo, Rowan se preguntaba si su secreto había sido revelado. No deseaba que lo fuera aún, de esa manera su esposa se alejaría de él una vez más y no tendría más chances para estar cerca.

—¿Qué sucede, suegra? No nos asuste así —mascullaba la más joven sintiendo cómo su corazón comenzaba a zumbar.

—La verdad es que… su padre está gravemente enfermo —añadió. —Los médicos dicen que su enfermedad es mucho más delicada de lo que pensamos al comienzo, se sospecha de cáncer de estómago.

Los ojos de Maliah y de Rowan se abrieron de par en par al escuchar esa terrible noticia, sus corazones dolían con la idea de poder perder a un familiar, y no a cualquiera de ellos; sino al que era uno de los más cercanos.

Esas nuevas eran como un baldado de agua helada en una madrugada de invierno. Nadie esperaría pasar por una cosa de esas, no una enfermedad tan terrible y dolorosa como lo era el cáncer de estómago.

Maliah llevó su mano para posarla rápidamente sobre la de su esposo, sabía que necesitarían todo el apoyo del mundo. No podían creer cómo la vida daba esos giros tan bruscos de un momento para otro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.