Soy... ¿ El Amante De Mi Esposa ?

Capítulo 11: Apagar una luz

Jamás en toda su existencia, Rowan imaginó que terminaría escapando junto con su esposa de sí mismo. Entre más pensaba en esa idea, todo se hacía más y más ridículo, no podía concebir lo que sucedía.

La mirada de Maliah estaba puesta en la ventanilla del autobús, no podía dejar de pensar en su esposo, en lo que había dicho, en la manera en la que sus palabras le hirieron, en el hecho de que ella solo intentaba ayudar.

No deseaba victimizarse, esa era la realidad. Pretendía mostrarse fuerte, invencible, que nada ni nadie en el universo conocido pudiera hacerle tambalear. Pero, irónicamente, aquello que deseó durante el año que llevaba de casada, era lo mismo que la estaba haciendo sufrir y dudar de sí misma.

—Hay un lugar al que me gustaría llevarte, pero es un poco lejano ¿Te gustaría ir? —cuestionó Ángelo con un suave tono de voz.

—Estoy bien a dónde sea que me lleves —respondió sin siquiera verlo a los ojos, se encontraba sumida en sus pensamientos y en las dudas que se estaban implantando en medio de su pecho.

—En ese caso, será mi tarea sorprenderte, querida amiga Maliah —expuso de manera animada, al menos mostrándose de esa forma podría alivianar un poco el ambiente para ambos.

Sin embargo, su mente permanecía cuestionando sus decisiones, cuestionando incluso a la vida misma por haberle puesto semejante prueba de valor. Su padre se encontraba en un estado delicado de salud. Todo eso no le permitía comportarse adecuadamente, como Maliah lo merecía.

Las horas pasaron llegando a un campo bastante alejado de la ciudad, en ese momento se percataron de que todo se encontraba completamente seco, que la lluvia no tenía nada que hacer en esa zona. Las luciérnagas y otros animales nocturnos iluminaban la noche y la adornaban incluso con sus sonidos melodiosos.

Era un entorno agradable para ambos. Rowan desde siempre había deseado llevar a su esposa a conocerlo; sin embargo, su trabajo y la relación que llevaba con ella siempre se interpusieron, tenía miedo de que ella se negara, de que su actitud llegara a ser incluso más distante con él.

—Hemos llegado. Este fue mi lugar favorito para vacacionar desde que era un adolescente. Vine aquí un par de veces en las excursiones escolares, a pesar de que terminara escapándome en medio de ellas para disfrutar del río que queda aquí cerca.

—Gracias… y lo siento —susurró Maliah.

—¿Lo sientes? —cuestionó Ángelo sin creer que esas palabras estuvieran saliendo de los labios de su esposa en ese preciso instante, si ni siquiera llegó a hacer algo para molestarlo o incomodarlo.

—Sí —lanzó un pequeño suspiro —lo estoy arrastrando sin querer junto a mis problemas. Lo siento, de seguro tienes muchas cosas más para hacer y aquí estoy yo haciéndole perder el tiempo.

—No, no es una pérdida de tiempo —la interrumpió. —Poder estar en esta cabaña una vez más, luego de tanto tiempo, es relajante, es cálido, incluso para mí. Es la oportunidad perfecta para recordar esa época feliz, libre de preocupaciones. Además de estar gozando de la compañía de una mujer bastante hermosa —dijo como si nada,

Esa última frase ocasionó que la mirada de Maliah se centrara en él. No de la manera de la que podríamos describir como romántica; sino como si sus ojos fueran metralletas dispuestas a disparar en cualquier segundo.

—No creo que eso sea apropiado, Ángelo. ¿Qué te dije cuando nos conocimos por primera vez?

—Que usted es una mujer casada —afirmó intentando ocultar su sonrisa por todos los medios posibles.

—Exacto, no lo veo como nada más que un amigo —sentenció por segunda vez de manera severa. Todo lo que estaba sucediendo en su vida, no le permitía tener un poco más de enredos, suficiente era con los que su corazón le dio por crear justo ahora.

—¡Entendido querida amiga Maliah! Te dije que no estoy muy acostumbrado a tratar con mujeres —aclaró su garganta. —Pero no me hagas caso, debemos entrar para que disfrutes de la vista.

Ambos subieron hasta el ático de esa cabaña, en ese lugar se les permitió ver cómo la luna salía de detrás de las montañas, cómo su luz era capaz de iluminar la noche más oscura, a pesar de que esta realmente emitiera la luz que recibía del sol.

—¿Sabes? Mi madre decía que la luna, a pesar de reflejar el brillo del sol, era vital para la existencia humana. Es decir, que sin la luna, este mundo no tendría vida —susurró Ángelo luego de un largo silencio.

—Eso… lo había escuchado tiempo atrás. No recuerdo exactamente las palabras ni dónde, pero es una hermosa comparación.

—No sé qué es lo que te está sucediendo ahora, Maliah, ni los problemas que tengas que provoquen que quieras escapar. Eres la luna en la vida de alguien, y tu ausencia hará que el mundo de esa persona termine.

Los ojos de Maliah fueron llevados para encontrarse con los de Ángelo, extrañamente estos eran con pañitos para su dolor, como un ungüento. No imaginó que ese hombre pudiera hacer unas reflexiones bastante persuasivas.

El siguiente día se la pasaron recorriendo los alrededores de la cabaña; sin embargo, Rowan notó algo que lastimaba lo más profundo de su ser: Su amada esposa había dejado de sonreír.




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