Los ojos de Maliah se abrieron de par en par, se sentó abruptamente en dónde se encontraba para percatarse de que se encontraba en su habitación. Observó al rededor, el día había aclarado, su cabeza dolía con fuerza, sentía que esta explotaría en cualquier momento.
—¡No puede ser! —exclamó llevando sus manos a la boca. —¿Acabo de soñar que besé a Ángelo? —su rostro se enrojeció completamente, no sabía de qué manera llegó a casa, ni siquiera recordaba muy bien lo que sucedió la noche anterior.
La única escena que se repetía en su cabeza, como si fuera un bucle, fue cuando imaginó que estaba besando a Ángelo. Se sentía tan real, pero estaba claro que todo tenía que haber sido un producto de su imaginación, no había una segunda opción, no en la cabeza de Maliah.
—Te traje algo para que bebas, es para que se alivie tu resaca —susurró Rowan adentrándose a la habitación.
Él no lograba ver a su esposa directamente a los ojos, no desde que estaba en el cuerpo de Rowan, no deseaba ponerla incómoda, no deseaba que ella recordara, no lo que pasó la noche anterior, sino la razón por la que evitó regresar a casa durante todo ese tiempo.
—¿Eh? —cuestionó aún elevada. —Gracias, Rowan.
Su mente seguía intentando descubrir de qué manera llegó a casa, si su esposo ya sabía que había estado con otro hombre que no fuera él, podría imaginar que esa era la razón por la que ella se encontraba reacia a regresar a casa.
Una infidelidad, eso era lo menos que necesitaba que se comenzara a rumorear. Durante tantos meses habían evitado a toda costa que hubiera razones para que hablaran acerca de su relación, a pesar de que a los ojos de Maliah, ella no sentía nada por su esposo.
¿Por cuánto tiempo podría seguir esa farsa? ¿Hasta cuando ella se daría cuenta de que de verdad le importaba el hombre con el que había contraído matrimonio meses atrás?
—No tienes por qué agradecer… de hecho, debemos hablar, Maliah —los ojos de la mujer se abrieron mucho más, a pesar de que tuvieron que cerrarse abruptamente por el intenso dolor de cabeza que cargaba hasta ahora. —De lo que sucedió últimamente.
Asintió, la verdad era que esperaba que pudiera hablar decentemente con su esposo, pero sentía que ese no era el momento, pues no se encontraba en todos sus sentidos en ese preciso instante.
—Antes de eso… ¿Cómo llegué a casa la noche anterior? No recuerdo nada de lo que sucedió —afirmó esperando a que se le diera una respuesta diferente a la que imaginaba.
Esa simple respuesta de Rowan podría indicarle que en realidad tuvo solo un sueño, que en ningún momento se atrevió a besar a alguien más que no fuera su esposo. No podía sentirse como una mujer infiel, eso la arruinaría por completo.
—Llegaste en un taxi —contestó con suma naturalidad.
No tenía que ser un genio para comprender que su esposa no deseaba que se le dijera nada más; además, sería añadir un poco de problemas que los que su relación ya tenía. Su mente le decía a gritos que al final de cuentas, fue él la persona que no se contuvo por más que lo intentó.
Ella no lo besó, él la besó a ella, que haya correspondido, es algo completamente diferente, que no tenía nada que ver con lo sucedido. Él decidió olvidar que ella no tenía idea de quién se trataba, ella creía que eran dos personas diferentes, no que era su esposo vestido como otra persona.
Debían ignorar eso, debían hacerlo por el bien de su relación, o por lo menos, de la mente de Maliah.
—Oh, ya… gracias, no recordaba muy bien lo que sucedió —agradeció sin mirarlo directamente a los ojos, aún se sentía avergonzada por lo que soñó. Técnicamente, era un sueño normal, uno que cualquier persona podría tener; sin embargo, no podía sacarse a Ángelo de la cabeza.
Sentía que ella había cometido un crimen, que era una mujer infiel. La idea no le agradaba para nada, deseaba que todo regresara a lo que eran un par de semanas atrás.
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Ángelo estaba acompañado por Maliah, al final de cuentas estaban esperando hasta la noche para que ella y Rowan pudieran hablar con un poco más de calma; los planes del día eran conseguir los trajes para la competencia.
La afición de Maliah por dar una buena presentación era algo de lo que Rowan no se había llegado a percatar. Ella contaba con uno de los estilos más estéticos y definidos que jamás había llegado a ver en otra persona; sin embargo, no esperaba que, en un futuro cercano, él también se viera influenciado por eso mismo.
—¿No crees que estás llevando demasiados conjuntos? —preguntó el hombre sintiendo cómo toda su tarde se iría solo para elegir los trajes correctos.
No le molestaba tener que pasar tiempo eligiendo ropa, de hecho, el tener la probabilidad de pasar tiempo al lado de su esposa, pudiendo ver su sonrisa, era lo único que necesitaba para sentir que su día había valido completamente la pena.
A diferencia de los otros días, él notaba lo distraía que se encontraba su esposa, era como si ella estuviera en un mundo completamente diferente. Eso era lo que le preocupaba, que su mente la hiciera sentir como una criminal por haber sido besada por alguien que no era su marido.