Soy... ¿ El Amante De Mi Esposa?

Capítulo 24: Nuestro Secreto

La mirada de Rowan estaba fija en Maliah, mientras se acercaba a ellos sin levantar sospechas. Debía asegurarse de que todo estuviera en orden, así que se sentó justo detrás de su esposa sin ser visto.

No le gustaba estar en esa clase de posición, pero Ángelo no debería arriesgarse a cometer un nuevo error o sus oportunidades con Maliah serían arrancadas de raíz.

—Es bueno tener a una paisana en estos lados, te hace sentir… menos solo —dijo ese hombre con un tono de voz, bastante gruesa—. Gracias por tomar un trago conmigo.

Fue ahí cuando los ojos de Rowan se abrieron de par en par, recordando lo mala que Maliah era para soportar los efectos del alcohol. Si bebía una gota, podría convertirse en una bomba de tiempo, y no le agradaba para nada a su esposo, pues, no podía cuidarla directamente como ella merecía. Debería limitarse a Ángelo.

—Digo lo mismo; sin embargo, no bebo alcohol, muchas gracias —aclaró ella con su voz serena.

Ella, a pesar de su aparente inocencia, era capaz de ver a través de las personas, o por lo menos, saber que si alguien te invita algo, puede que tenga alguna sustancia no deseada. Maliah no era una niña tonta, sabía lo que debía o no debía hacer, además, ese hombre solo le había pedido una dirección porque, según él, no dominaba el idioma.

—¡Bien! —exclamó Rowan en un susurro—. Ella no se dejará manipular de ese hombre tan extraño.

Los ojos del acompañante de Maliah la observaba con una encantadora sonrisa, desde que la vio estuvo seguro de que ella era una mujer digna de estar metida entre sus sábanas, así como las últimas diez desafortunadas chicas. Sin embargo, Maliah le estaba dando un poco de trabajo.

—¿Vas a rechazar mi bebida? La compré para ti, por favor, no me hagas desperdiciar el dinero —dijo con la intención de despertar la empatía en los ojos de la chica— tan solo un sorbo, ¿sí?

Le estaba cerrando las probabilidades de Maliah de mantener la calma, por eso mismo, ella desvió la mirada, deseaba encontrar la manera de poder alejarse, pero si lo hacía sola, entonces ese tipo podría seguirla y ahí sí estaría en verdaderos problemas.

—Sí, está bien, solo un pequeño sorbo —aclaró tomando el vaso entre sus manos, lo acercó lentamente a su boca, en sus planes no estaba beber ni una gota.

El cuerpo de Rowan se tensó al ver que su esposa estaba a punto de beber alguna sustancia extraña, así que lo arrebató de su mano y bebió el contenido de esta.

—¡Gracias, amiga Maliah! Estaba realmente sediento. Perdón por llegar tarde, pero ya podemos regresar —habló y actuó tan rápido que, sin notar que en un abrir y cerrar de ojos terminaron en el interior de un taxi, el cual los llevó al hotel.

Durante todo el camino de regreso a casa, Rowan se sentía un poco sofocado, sentía que se estaba llenando de una sensación de calor en el cuerpo, le costaba concentrarse, y Maliah notó eso. No le agradó para nada que la estuviera siguiendo, pero, agradecía que la hubiera librado de ese tipo.

Al llegar al hotel, Ángelo no tenía las fuerzas necesarias para llegar a su habitación, así que Maliah lo arrastró cómo puedo para poder dejarlo en su cama de hotel. Ese día había sido tan largo que solo deseaba llegar a su cama para descansar.

—Ve a dormir, Ángelo. Gracias por tu ayuda de hoy —susurró al haberlo metido a rastras en la cama. 

Su mirada se desvió un poco, al mismo tiempo que su ceño se fruncía, había algo extraño en esa situación; sin embargo, sus pensamientos se esfumaron al sentir cómo ese hombre que parecía estar drogado la tomaba por el brazo y la hacía caer sobre él de un solo tirón.

»¡Hey!, ¡¿qu-qué haces?! —estaba paralizada gracias a la acción de su «amigo». Intentó separarse, pero no lo logró, todo se quedó reducido a ser un mero intento. —Eso que te tomaste te está haciendo efecto, Ángelo —seguía alejando su cuerpo de él.

—No, Maliah, no he estado más cuerdo que esto en toda mi vida —balbuceaba— tengo que confesar que… te amo —Maliah frunció el ceño. Eso se lo había dicho tiempo atrás. Pero ahora todo eso lucía mal, incluso su rostro, se le hacía tan familiar.

—Ángelo, solo estás confundido. ¿Recuerdas?, soy tu amiga Maliah. Tu compañera de baile, todo esto es una completa locura, regresa a tus sentidos, soy una mujer casada —repetía, pero sus palabras perdían su firmeza entre más se centraba en su rostro.

—Por favor, Maliah. Olvida que estás casada, solo por hoy. Mañana volveremos a ser grandes amigos, ¿sí? Aun así, por hoy olvidemos esas tontas formalidades, y seamos solo tú y yo.

Un trago grueso descendió por la garganta de la joven, quien estaba luchando con todas sus fuerzas para poder salir de esa habitación, alejarse de ese hombre que estaba jugando con sus sentimientos de esa manera tan cruel. Se alejaba, pero los brazos de Ángelo la rodeaban con fuerza, impidiendo cada uno de sus movimientos.

»Vamos, Maliah. Sé que tú quieres, aunque tu boca lo calle, tus ojos lo dicen a gritos, he notado cómo solo brillan cuando estás contigo, y no con alguien más.

Fue ahí donde Maliah lo comprendió, sus ojos eran demasiado expresivos. Por eso mismo había caído en esa trampa que la vida le dio. ¿Solo por hoy? Ella ya sabía que no se quedaría solamente en ese momento, pero los ojos de Ángelo eran como amuletos que la sometían a una hipnosis, haciéndola olvidar lo que debía o no debía hacer en una situación de esa clase.




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