Soy Evan

Capítulo 4

—¿Por qué has insinuado que no voy a conseguirlo? – eso es lo que significaba cuando alguien te decía buena suerte y te daba la espalda, ¿verdad? Aunque él, realmente no me la había dado, me estaba llevando hacia ella.

—Te he deseado buena suerte. Las almas no retornan al mundo de los vivos, no renacen hasta que están listas para hacerlo. –

—¿Cuándo han perdido sus recuerdos? – me aventuré a interpretar.

—Los recuerdos... hay personas que conservan algún retazo de ellos de anteriores vidas, pero son tan difusos, que yo no los llamarías recuerdos. Pero tienes razón en algo, hasta que no se han liberado de ellos, no pueden tomar posesión de un nuevo cuerpo. Es algo parecido al cuerpo físico. Un alma debe abandonarlo para poder llegar aquí. Seguro que recuerdas lo que ocurre con los cadáveres. –

—Se descomponen. –

—Eso mismo pasa con los recuerdos que dejan atrás. – Entonces me di cuenta de algo extraño.

—Pero tu pareces tener todos tus recuerdos, y hace mucho tiempo que estas aquí. ¿Eso quiere decir que las almas tardan milenios en poder renacer? – algo me decía que eso no era así, que, a su manera, él también era alguien excepcional. ¿Sería alguien que, como yo, llegó hasta aquí con su cuerpo físico, y era ese el que lo había mantenido más tiempo en este lugar?

—Eso es porque, al igual que tú, no estoy donde debería. - ¿Confirmaba eso mis sospechas?

—¿Tú también llegaste aquí con tu cuerpo físico? – En lo más profundo de mi deseaba equivocarme, porque, si mi misión fallaba, quedaría atrapado aquí por demasiado tiempo, conservando mis recuerdos, y torturándome por saber que no lo había conseguido.

—No, mi historia...es diferente. ¿Conoces el mundo de la magia? Qué tontería, está claro que sí. O al menos no te es desconocido.  El caso es... que yo era alguien parecido a tu ninfa. – aquello me golpeó como un gancho directo al estómago.

—¿Tú...? –

—Yo no debería estar en el mundo de las almas... sin color. – miró a su alrededor, donde los espectros deambulaban alrededor de nosotros como si fuésemos un obstáculo que evitar.

—Tú conservas tus colores. –

—Debería tener más que eso, pero me lo arrebataron. Por eso estoy atrapado aquí, sin posibilidad de llegar al lugar que me corresponde. Aunque... eso ya no tiene importancia, porque aquí he aprendido que es donde debo estar. Yo pensé que era un infierno, aunque en realidad es mi purgatorio, el lugar donde liberarme de mis... pecados. –

—Cuándo lo hayas hecho, ¿renacerás? –

—Es posible, quién sabe. Soy diferente a los que están aquí, aunque supongo que sus normas también se aplicarían en mi caso. – permanecimos un momento en silencio, hasta que volvía preguntar.

—¿Falta mucho? –

—Hemos de atravesar este mundo, o reino, como quieras llamarlo. Aunque, si quieres ir más deprisa, hay otra manera de hacerlo, aunque en tu caso, al tener un cuerpo físico, dolería bastante. – Estaba preparado para el dolor. Por ella soportaría cualquier cosa. Si sus recuerdos desaparecían como los de estas almas, quería alcanzarla cuando aún me recordara.

—Hagámoslo. – él se giró hacia mí y pude percibir como cerró sus ojos.

—¿Estás seguro? –

—He llegado hasta aquí, el dolor no me va a detener. – el asintió para mí.

—De acuerdo. – tendió su mano hacia mí, y al tomarla, sentí como si me desgarraran. Algo tiraba de mi como si fuese a romperme. El dolor era intenso, lacerante, pero después de un rato, se convirtió en algo constante y después en algo soportable, o al menos eso era lo que trataba de decirme a mí mismo. Pero ella lo merecía.

No sé por cuanto tiempo ese...tenía que preguntarle su nombre, como decía, no sé por cuanto tiempo me arrastró hacia algún lugar, el caso es que súbitamente nos detuvimos, y no, no fue una parada suave. Fue como caer desde un edificio muy alto, y de repente chocar contra el suelo. Por suerte no me rompí como un huevo, pero sí que mis tripas protestaron. Si hubiese tenido algo en mi estómago, habría salido como una flecha.

—¿Es aquí? – miré a mi alrededor, y no noté nada diferente, la misma fría oscuridad, salvo... eso era, frente a nosotros no había espectros.

—Sí, al otro lado. - ¿Otro lado? Extendí mi mano hacia allí, para notar como algo un poco más denso, además de... doloroso. Y no, no era como lo que había sufrido con aquella carrera, era...diferente. ¿Saben ese dolor que recorre tu cuerpo, cuando respiras algo que no es aire? Sí, ese hormigueo que recorre tus venas, haciéndote sentir como si te rasgaran desde dentro. Pues eso era lo que sentía, como si todo dentro de mí se estuviese rasgando, rápida y lentamente a la vez. Aparté mi mano con rapidez, y volví el rostro hacia él.



#44755 en Novela romántica
#20649 en Fantasía
#4350 en Magia

En el texto hay: brujas, amor incondicional, busqueda desesperada

Editado: 28.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.