Cuando hablamos de minimalismo, solemos pensar en deshacernos de objetos innecesarios, en despejar nuestros espacios físicos. Pero lo que rara vez consideramos es el peso invisible que cargamos: pensamientos recurrentes, culpas del pasado, relaciones que drenan nuestra energía.
El minimalismo emocional no es solo dejar ir, es aprender a vivir con lo esencial aquello sería como: lo que nutre nuestra paz, lo que nos impulsa, lo que realmente suma a nuestra vida. Nos aferramos a emociones y personas por miedo al vacío, sin darnos cuenta de que soltar es, muchas veces, la única forma de hacer espacio para algo mejor. Ya se que pensarás: ¿Qué es lo que me estás tratando de decir? Se más clara por todos los cielos, por favor, por el amor de Dios. ¿Qué son esas cosas de minimalismo y ligado con emociones? Tus deseos son mis órdenes, vamos entonces a ejemplificar. ¿Algo más simple? ¿A que sea más fácil de digerir?
Mariana y Daniel estaban sentados en un café, viendo la gente pasar por la ventana. Él removía distraídamente su bebida, mientras ella miraba su celular con una expresión apagada.
—¿En qué piensas? —preguntó Daniel, dejando su taza sobre la mesa.
Mariana suspiró.
—Siento que me cuesta avanzar, como si algo me pesara.
Daniel la observó con curiosidad.
—¿Tal vez estás aferrada a algo que ya no te aporta?
Ella frunció el ceño, incómoda.
—Tal vez… pero no es tan fácil soltar.
—No, no lo es. Pero dime, ¿alguna vez has limpiado tu armario y encontrado ropa que llevas años sin usar?
—Sí… y siempre me digo que algún día la necesitaré.
—¿Y ese día llega?
Mariana sonrió con tristeza.
—No. Solo ocupa espacio.
Daniel se inclinó un poco hacia ella.
—Pasa lo mismo con las emociones y las relaciones. Guardamos culpas, rencores, amistades que ya no nos hacen bien, promesas que ya no tienen sentido… y todo eso nos pesa, aunque no lo notemos.
Ella desvió la mirada, mordiéndose el labio.
—Creo que aún me aferro a personas que ya no están. A recuerdos que no volverán.
—No estás sola en eso. Todos lo hacemos. Creemos que soltar significa perder, pero en realidad significa liberar espacio para algo nuevo.
Mariana apretó su taza con ambas manos, como si buscara algo de calor en sus palabras.
—¿Y si me arrepiento?
Daniel sonrió.
—Dime una cosa: ¿alguna vez has tirado algo que ya no usabas y después te has sentido más ligera?
—Sí… muchas veces.
—Pues lo mismo pasa con el alma. Cuando dejas ir lo que te pesa, al principio sientes miedo, pero después… después respiras mejor.
Mariana asintió lentamente.
—Supongo que es hora de hacer limpieza, pero esta vez, por dentro.
Si no te hace feliz, déjalo ir. Si te pesa, suéltalo. Si no suma, resta.
Esa noche, Mariana tomó su diario y con gran emoción escribió tres cosas que debía soltar, habían más pero estas eran de las más importantes:
Y en la última línea, anotó una pregunta que la acompañaría en los días siguientes: Si soltar lo que me lastima me acerca a la felicidad… ¿Entonces significa que ya la poseo?