Soy ficticio

Capitulo 1-✾ Permiso ✾

Alec

La esperanza es lo último que se pierde, el sol de las mañanas que te puede decir si habrá un nuevo día, que me depara a mí, mi siguiente día, nada, pero todo eso va a cambiar.

Justamente hoy me arme de valor para ir donde los guardianes, sé que puedo pedir el tan aclamado permiso. Siento como el corazón me late a millón mientras camino a la sala de los guardianes, ningún otro se había atrevido a pedir esto.

Nadie quiere dejar las maravillas dentro Mabhats.

Mabhats es el mundo literario, el ficticio que esta entre lo irreal y lo real, aquí viven los escritos de humanos y guardianes, sus personajes literarios cobran vida cada que un lector los lee, por ende, no pueden dejar este mundo, pero nadie ha pensado en eso antes. Aman aquellas comodidades, claro los que son favoritos o protagonistas, nada que sea de mi suerte con eso.

Aquí solo tienes que repetir sus historiar una y otra vez de una forma aburrida al final es como las películas se repiten una y otra vez sin cesar.

Por eso quiero ser yo mismo quien cuide las grandes bibliotecas humanas, no será tan difícil me he entrenado toda mi vida o mejor dicho toda mi creación literaria para esto.

En mi libro solo soy un relleno, ni siquiera un protagonista a nadie le voy hacer falta, y eso me gusta porque tengo un pro para lo que quiero pedir, solo espero que ese pro me sirva con los guardianes de sobre manera.

Lo deseo, quiero salir de aquí...

Me detengo en las grandes puertas del pabellón, una parte de mi grita ¡ábrelas! ¡Se libre!, ¡vociférate con fervor! y la otra pide a gritos que me retire que estoy dejando algo atrás, Pero... No dejo nada, absolutamente nada, por otro lado un punto importante, iré al mundo real leeré libros sin cesar aquí solo se pueden leer nuestras propias historias y en la que estoy me asesinan, solo soy otra alma que busca otro final alternativo uno mucho mejor, entonces no lo pienso dos veces.

Abro las puertas con determinación y un apique de cobardía comienza a correr al ver a los imponentes guardianes allí dentro.

Los más antiguos géneros de épocas pasadas.

Sus miradas sin emoción me escanean con pereza y eso hace que me sienta una hormiga pequeña entre gigantes.

—¿Por qué osas entrar así?—habla él guardián del misterio con voz retumbante por todo el salón.

Tomo una postura recta determinada y semblante sin emoción para estar a la altura de él.

—Disculpe guardián—hago una reverencia con mi mano en el pecho—he venido a pedir sus permisos—la mano que tengo en el pecho no me deja de temblar.

El guardián me da una señal de que pase al gran pabellón, todos están en unas escaleras de asientos dependiendo de su rango en género, el supremo es el de misterio, es el más antiguo que los otros; luego le sigue el romance, ficción, acción y los demás.

—Quiero que te presentes—exigió ahora el guardián de acción con voz monótona casi como una grabadora programada.

—Soy Alec, personaje ficticio, mi rango es de personaje secundario, sin final feliz... señor—todos asienten procesando la información en unas hojas a su alcance.

—Puedes decir tu petición. —habló.

—Quiero ir al mundo de los humanos a cuidar la gran biblioteca —los guardianes menores comienzan a murmurar horrorizados por mi petición los mayores me miran con asombro.

—Petición denegada no es posible, puedes irte —vuelve a escribir en su hoja y yo no pienso rendirme tan fácil.

Aprieto mis manos causando que mis nudillos se pongan blancos por la fuerza aplicada. Nada es fácil y eso me lo tenía claro antes de pisan este pabellón.

—No... —mi voz sale firme y desafiante, los miro sin vacilar sin quitar mis ojos de sus pupilas clavándolas con determinación.

—¡Como te atreves! —regaña Romance en un rito ensordecedor —como puedes desafiar una ley de un supremo —la mujer de pelo largo y dorado se enfurece causando que su angelical rostro se desfigure en una mueca muy poco favorecedora para sus facciones— ¡guardias castíguenlo!

Unos hombres me sostienen con brutalidad para sacarme de allí, yo forcejeo para que me suelten y esos aplican más fuerza bruta.

—Se los suplico por favor, en mi historia yo muero solo quiero algo diferente, mi destino fue escrito por la misma muerte, se los imploro —espero una señal o un poco de empatía de sus personas.

—Yo te doy mi voto de confianza —en tanto tiempo sin hablar la guardiana poesía de vestido gris con tonos de colores en sus mangas se hace escuchar en el pabellón—ordeno que lo suelten—los hombres me dejan libre con brutalidad y poca amabilidad cayendo mi cuerpo así al suelo.

—¡Como te atreves poesía eres una insolente! —le espeta romance con determinación y asco.

—Tú no estás en el lugar del chico, tu no mueres en una historia—me mira con compresión y dulzura. —yo sé lo que se siente tener que morir por mis versos, tener nubes tristes en mis letras, tanto sombrías como felices, tanto macabras como atormentadas—dirige su mirada a los grandes guardianes—ustedes no han sentido el morir y vivir, yo soy la expresión del alma puedo explicar el sentimiento que él tiene ahora.

Todos miran al supremo esperando una respuesta clara y yo solo espero muy en mis adentros un si un simple sí, pero sé que él no lo pondrá fácil.

—Mi veredicto será cuando la moneda tenga el brillo de la verdad —saca una moneda del tamaño de un botón —si resplandece con tu tacto podrás ir sin tabús de lo contrario yo pondré el destino de tu vivir allá—me extiende la moneda, me acerco, la tomo con las manos sudadas de los nervios.

Al tocarla el brillo no aparece, no pasa nada, siento ganas de tirarme de lo más alto por esta vergüenza, como llegue a pensar que tendría oportunidad.

Que podría dejar de morir, de experimentar aquel dolor molesto de esas garras que no me dejan cerrar los ojos por verlo siempre, pensando que lo hará de nuevo.




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