Soy ficticio

Capitulo 9-✾ Iglesia ✾

Ylani 

Una semana y no había podido hablar con Albert ni en la escuela ni a la salida, me daba una incomodidad infernal. Tan solo de recordar lo que mi cabecita maquino en aquel momento, es que no sé de dónde demonios me salen las ideas o es que pienso con los pies o no sé qué. Enserio en que estaba pensando, yo entro a los problemas y después puff, la genio Ylani no sabe cómo salir de ellos.

Ahora él me veía y solo bajaba el rostro y yo bueno... ya lo dije antes, incomodidad, rapidez al caminar y evitar al rubio ahora es mi empleo de cada mañana en la escuela.

Ahora volvía a estar sola en la escuela nuevamente, sin compañía y sin quien hablar al recreo, solo... todo volvió como antes, a la Ylani que está sola, porque acá cada quien tiene sus compañeros desde el primer curso y yo llegue en el tercero, por ende todo es nuevo y reciente para mí y dudo que se me acerquen como lo hizo Albert.

Salí de la escuela, en todo el camino me la pase pateando una botella no sé cómo fue que duró tanto cerca de mis pies, al llegar a casa un olor llego a mi nariz de inmediato, un olor dulzón de tarta de manzana que podía levantar mi ánimo tan solo por olerlo, «mi favorita».

Mire a la cocina y me quedé helada al ver quien estaba dentro de ella con mi madre orneando y dialogando como si fueran viejos amigos de toda la vida.

—Oh, Ylani has vuelto cariño, —no entiendo ni madres de que está pasando acá —mira —lo señalo —tu novio vino a visitarnos —al decir lo último me guiño el ojo picara —iré a ver al bebé creo que lo escuche quejarse, ayuda a tu NOVIO con el pastel, cariño —me paso por el lado y susurro —tranquila papá no está en casa y Lía se fue a la casa de la vecina a jugar no te va a extorsionar y por los otros ni te preocupes, mamá tiene el control —termino de irse.

Y ahora que él estaba allí haciendo mi pastel favorito y ni siquiera sabía cómo había podido venir ósea creí que le desagradaba y como es que mi mamá piensa que es mi novio como paso todo este enrollo.

—¿Qué haces aquí Alec? —me puse a su lado y tome una postura recta con una cara de pocos amigos.

Disque mi novio puff, ya quisiera él.

—Me pasas los guantes por favor. —dijo aun mirando el pastel e ignorando mi pregunta por supuesto.

Inmaduro...

—Te he preguntado algo.—volví hablar con el tono aún más seco.

—Hum, Hum —carraspeo estirando su mano.

—¡Arg! —bufé mientras iba y tomaba el estúpido guante y se lo daba con fastidio. —ahora si responde.—me posicione en jarra.

—Puedes ir cortando las manzanas faltan dos tartas. —me ha ignorado la pregunta nuevamente.

—¡Es enserio! —chillé indignada golpeando el suelo con mis pies.

—Ah, por cierto —se giró y sonrió con diversión —córtalas pequeñitas porque después no siento el sabor concentrado en la tarta, ¿bien? —Despeino mi pelo con confianza como si él y yo fuéramos... —y de paso has silencio no me dejas trabajar en la cocina, molesta.

¡Pero que!..

Me quedé en mí mismo sitio y no hice nada.

No estaba obligada a seguir sus órdenes.

—Quieres que te lo deletree, Ylani. —levanto sus cejas al aire complementando su notoria burla.

—No te burles. —gruñí entre dientes.

—Espera c...o...r —comenzó a deletrear divertido.

—Ok, ok ya —dije con fastidio, levantando los brazos al cielo —cortar las estúpidas manzanas pequeñas ya entendí —tomé el cuchillo y comencé a cortar mientras maldecía una y mil cosas más.

Que se creía ese idiota, venir a mi casa, pasar por mi novio ante mi madre y para colmo le cayó bien, si mamá supiera que me rechazo un estúpido maldito roce, ni siquiera fue un beso digno, solo un roce que él, POR GRACIA DEL ESPIRITU rechazo, imbécil.

Ya había terminado de cortar el casi millón de manzanas y de paso se me bajo un poco las ideas suicidas cortándolas con fastidio.

—Listo ya termine —le pase los dos bol con manzanas, él los tomó y los dejó a un lado ignorándolos.

Ahora que le sucede a este...

—Ya no las necesito, ya termine —se limpió las manos y se puso los guantes de lo más normal.

¡Hablaba enserio, me puso a cortar todas esas manzanas para nada!

Estaba boquiabierta y tuve que respirar pidiendo paciencia y calmando el instinto de tirarle las manzanas a su preciosa cara.

No, no, nada de preciosa que dices pendeja...

—Para que las mandaste a cortar si no las necesitabas. —le reclamo.

Sacó el pastel y luego el segundo y los puso a enfriar, se quitó los guantes y sonrió con inocencia en una amplia sonrisa.

—Si te mantenía ocupada, te mantenía callada.

—Pe-pero eres un... —lo acuse con mi dedo índice mientras en mi rostro se comenzaba a formar una mueca de enojo.

—Perdón. —me estaba pidiendo perdón el mismo Alec que conozco. —por actuar así la última vez y no explicarte. Se supone que debería estar alejado de ti en este momento —rio irónico.

—¿Por qué? —pregunte sin entender lo último —porque deberías estar alejado de mi ahora.

—Porque yo te gusto, Ylani y eso es peligroso para mí y para ti. —respondió sin mirarme.

Negué sin entender.

—No entiendo tu punto Alec ¿cómo así? —como sabía que él me gustaba, trate de hacerme la desentendida.

—Te lo explicaré todo en el camino.

—¿En el camino? —seguí sus movimientos con mis ojos.

—Sí, el pastel no es para ti —rio —tu madre los ofreció en la iglesia del pueblo.

Genial mamá, hacen mi pastel favorito y ni una tajadita me van a dar.

Puso los pasteles en una caja cada uno, me dio una caja y el dos.

—Vamos —salió de la cocina para dirigirse a la puerta de la salida.

Entonces solo lo seguí.

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