Soy ficticio

Capitulo 10-✾ Su miedo, mi mano.✾

 

Ylani 

No la soltó, no dejó de sonreírme, ni tampoco ese estado mío de mariposas en el estómago se alejó con ese tacto, podía notar como le molestaba, como no toleraba mi tacto, pero eso no quiso decir que la dejó en un agarre débil, no, la tomaba con firmeza.

Yo no quería hacerle daño, no quería causarle dolor ni lastimarle, por esa razón me detuve y solté su mano sentí su mirada de inmediato en mi así que agache la cabeza y tome su camisa amarilla por un lado sin mirarlo, me daba pena verlo.

El soltó ese agarra y volvió a tomar mi mano, pero una vez más me solté haciendo que yo lo mire y el a mí, esos ojos tan hermosos y hechizantes me miraban curiosos, como si quisieran descifrar algo en mí.

—No quiero lastimarte... —dije en un tono de voz bajito.

—No me lastimas, Ylani —volvió a tomar mi mano.

Camino entre calles que no sabía que llagaban a un lugar en específico, no era mucho de salir en el pueblo, y no lo conocía, no me había dado el tiempo de irme por allí a caminar.

Lo mío solo era la escuela y lugares que ya había notado con exactitud, pero nunca a aventurarme así por aquí.

Cruzamos un puente de madera azul, y me vi viendo a la parte de calle, notando así las casas de colores con lindos pórticos, era un vecindario irlandés, me di cuenta por las banderas, había un silencio allí que si pisas se escuchan tus pasos en la calle, dobló una esquina y nos vimos en un callejón sucio y sin salida, el mal olor me obligo a taparme la nariz con mi mano libre mientras miraba como su estuviese loco a aquel castaño.

—¿Por qué nos detenemos en esta pared? —pregunte confundida.

—Porque llegamos —contesto, y no aguante la gran carcajada que salió de mi boca —¿por qué te ríes? —pregunto el esta vez un tanto confundido.

—Porque has enloquecido —conteste sin dejar de reírme —estamos frente a una pared, Alec.

Ahora era el quien sonreía y era algo... ¿traviesa? Me tomó de mi blusa y me vi en pánico cuando me lanzo a la pared.

—¡Espera no! —luche para que no me aviente a ella.

Ahora este es mi fin no...no, grite despavorida y le maldije en no de que idioma, no sentía el golpe y aun así seguí maldiciéndole con los ojos cerrados.

—No seas llorona molesta —me reprendió en un tono burlesco.

Abrí mis ojos y lo detalle limpiándose la camisa, ¿qué ha pasado?, que demonios, mire atrás y no había pared, sino un arco de flores de distintos colores y díganme loca, pero una gran burbuja me ha pasado por el lado.

Mire a mí alrededor con asombro con el lugar en donde estaba, parecía un jardín mágico, el cielo y nubes eran perfectos mariposas volaban en el cielo y el sendero frente a nosotros era de flores rosadas de un color vibrante, las burbujas no paraban a nuestro lado y ni se explotaban cuando las tocabas.

—¿Dónde estamos? —pregunte dando vueltas en mí mismo eje boquiabierta.

—Bienvenida al jardín encantado de la brecha —lo mire y me sonreía.

—Contexto Alec que no soy adivina —fruncí el ceño.

Tomó mi mano de nuevo, me incito a caminar y lo hice por el sendero donde hasta se oían pájaros cantar y podría aportar que hay un lago cerca por el sonido del agua que corre por un lugar desconocido por allí.

—Te explicare —comenzó a hablar —esta es una brecha donde predomina más el lado humano, pero está respaldado por magia de hadas de mi mundo, puede ser mas de humano eso es evidente, pero no quita que contenga magia por ende no pueden ser descubiertos por los humanos del pueblo, por esa razón se creó un jardín que va directo a una cafetería.

—¿Hadas? —De todo lo que me explico fue lo único que entendí —¿existen las hadas? Pero, como, ¿de tu mundo?

—Si —contesto.

—Alec, más contexto... —suspiró de una manera muy sonora.

—Solo hay cuatro y son las del cuento de aurora y la cenicienta y la dueña es...

Lo interrumpo.

—Joder me estás diciendo que si existe el hada madrina, juro que si la veo le voy a reclamar el que no me haya ayudado cuando lo necesita, oye yo también quería ser cenicienta una noche, maldita sea...

—Hum...Hum —alguien carraspeo frente a nosotros.

La mire de reojo —Espere señora estoy discutiendo con este y próximamente con la insensible del hada madrina —mire a Alec de nuevo —¿en que estaba? ...a ya me acorde, esa mujer me debe...

—Hum... Hum —carraspearon más sonoramente.

—Es ella la que está detrás de mi ¿cierto? —frita estoy si lo sé, me convertirá en calabaza gigante y no creo que el naranja me quede muy lindo.

—Es obvio —me contesto el sin dejar de mirar atrás.

Me voltee y quede frente a esa figura deslumbrante con vestido blanco de corcel y capa azul, era muy diferente a como la película, esta era más joven y bonita de cabellos largos y blancos como las nubes, un rostro perfilado, nariz pequeña, labios finos y cachetes levemente rosados con unos ojos azules cristalinos en forma de almendra.

—¿Seguro que es el hada madrina? —susurre a Alec que estaba a, mi lado, no pare de escanearla.

El asintió.

—Me la imagine más anciana. —confesé.

—Pues ya lo vez con tus ojos, no lo soy...—me exalte al escuchar su melodiosa voz contestarme.

Pero como si hable súper bajito, joder ya esto me ha pasado dos veces.

—Jovencita...—comenzó a escanearme de pies a cabeza. —Mi niño Alec —se acercó a Alec a mi lado y lo abrazo con mucho cariño se despegó y se quedó viéndome. —Ven aquí tonta humana —me jalo y estrujó entre sus brazos y sus grandes tetas me aplastaron la cara.

Que grandes son...ay no lo que pienso, pero de por Dios.

Me despegó de ella y nos miró a ambos con una deslumbrante sonrisa, podría apostar que a su alrededor eran que venían aquellas burbujas brillantes.

—Que hacen ahí vengan, vamos al café... —nos hizo ademan para que la siguiéramos y me adelante con ella, pero Alec me detuvo, agarro mi mano y así seguimos hasta llegar...




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