Finalmente, luego de ese mes, entré en razón.
—¡Estar divagando no es la solución! —exclamé con tono de confianza, sintiendo cómo mi espíritu se avivaba.
En ese mes, pasé un duro proceso de 'duelo', por así decirlo...
Algunos días fantaseaba con crear un harem inverso, otros con temor de ser asesinada, y otros con la idea de desvivirme para regresar a mi mundo. Era confuso, hasta que finalmente tomé las riendas de la situación.
—¡Recuerdo todos los detalles de la novela! —dije alegre, asintiendo con satisfacción ante mis pensamientos.
—Es momento de tomar ventaja de esto. Será más sencillo ya que conozco el futuro —me dije internamente, con un sentido de ironía y soberbia.
• • •
Luego de huir durante tanto tiempo de las personas del marquesado, decidí finalmente acercarme a todos. Era curioso, como si fuese parte de un teatro. Todos en el lugar actuaban como si alguien lo dirigiera, como si todo lo que yo hacía fuera 'normal' y estuviera de alguna manera 'ensayado'.
—Esto es tan extraño... Ignoré a todos, pero es como si a todos les diera igual, o no lo supieran... Actúan 'amables' —pensé, mirando un simple extremo de la habitación mientras estaba sentada en el jardín con un deslumbrante vestido negro de plumas.
—¿Quizás es algo que la Eva original hacía habitualmente? —murmuré, era una suposición, pero pronto todo se aclaró.
Unos pies vinieron corriendo detrás de mí, era un ruido sordo. Estaba tan perdida en mi cabeza que no me había dado cuenta.
—¿Eh? —exclamé sorprendida, mis ojos se abrieron al sentir el tacto repentino de unas manos cálidas sobre mi cabeza. Era un sentimiento nuevamente conocido.
—¡Eva! ¿Sigues molesta? Lo siento. Si es porque no aceptaba el hecho de que quisieras casarte con Tristán, lo cambiaré, te daré mi bendición si es lo que deseas —dijo con tristeza. El tono de su voz era profundo y sereno como el agua, pero también contenía tristeza—. Solo, no me ignores más, Eva. Sabes que este viejo a veces no piensa lo que dice, ¿eh? —sonrió de una manera reconfortante.
—¿Piensa que estaba molesta? Así que él hizo ese show. Con razón las mucamas no paraban de decirme que bajara a cenar con el marqués... —pensé con una sonrisita. Mis mejillas se sonrojaron por la ternura de tal acto por parte del marqués. No era su padre, pero era evidente que amaba a su hija.
—Eh... ¿Papá? —pronuncié esas palabras con una voz extraña. Era demasiado nuevo para mí asumir este nuevo rol en la vida y el hecho de que el marqués era mi padre y yo era Evangelina. Pero no me quedó otra más que adaptarme lo más rápido que pude.
—¿Pasa algo, Eva? —preguntó el marqués Isaac, preocupado por el tono vacilante de su hija—. Sabes que puedes decirme o pedirme lo que desees, querida —acarició la cabeza de Eva por última vez, antes de tomar asiento junto a ella.
—Sobre lo de Tristán... yo... —dudé por un momento.
—¿Sí? —El marqués inclinó su cabeza con curiosidad, esperando una respuesta.
—Padre, yo... cambié de opinión. ¡Ya no me quiero casar con Tristán! —grité. Traté de mantenerme serena, pero al final terminé vergonzosamente nerviosa.
—¿Mm? —El marqués quedó impactado; sus ojos se abrieron de par en par, estaba en blanco por tal respuesta inesperada.
El silencio duró un rato, y la incomodidad subió por mi espina dorsal. Justo antes de arrepentirme, el marqués empezó a murmurar cosas extrañas.
—El cielo no es rosa, ¿verdad? ¿Quizás ha comido algo extraño? Cambiar de opinión así... —murmuraba, mirando al suelo, perdido en sus pensamientos.
—Padre... —dije, tratando de captar su atención de nuevo.
—Pero entonces, ¿qué pasará con el contrato? ¿Y Tristán? —continuó, ignorando mis intentos de interrumpir—. Eva nunca cambia de opinión así de rápido...
—¡Padre! —exclamé, finalmente logrando que levantara la mirada hacia mí.
—Ah, sí, querida. Lo siento. Esto es solo... inesperado —dijo, finalmente recobrando la compostura—. Pero, si eso es lo que deseas, lo apoyaremos.