Soy la oveja negra de mi familia

capítulo 1 [editado]

𝑶𝒍𝒊𝒗𝒊𝒂

Confieso que soy una estudiante problemática y que no siempre sigo  al pie de la letra las absurdas reglas de esta <<honorable y pura>> institución. No voy a negar que he hecho muchas cosas que —sin dudas— ameritan y justifican mis constantes visitas a rectoría, sin embargo; hoy no debería estar aquí. La que tendría que estar en mi lugar, es nada más y nada menos que la arpía de Verónica Alvarado. Ella fue quien empezó esa estúpida pelea en la cafetería, pero, de alguna manera, seré la única en recibir una reprimenda mientras ella es la inocente víctima.

 Como siempre.

—Lamento haberla llamado de una manera tan repentina —dice la hermana Lucía, aunque su voz suena serena y apacible, refleja la autoridad de su cargo—, pero, en vista de la gravedad de la situación no tuve otra alternativa. 

—No se preocupe —habla mamá al mismo tiempo que me observa de reojo, antes de soltar un suspiro — Solo dígame: ¿qué hizo mi hija esta vez?

—Bueno —la hermana Lucía, junta ambas manos antes de empezar los supuestos  hechos, digo supuestos, porque todo lo que diga es una completa mentira—. Resulta que la señorita Mendoza, agredió física y verbalmente a otra estudiante, esto ocurrió durante el tiempo de descanso. 

No puedo evitar soltar un bufido apenas escucho las palabras que salen de la boca de esa señora, podrá ser la rectora de este reclusorio y todo lo que quiera, pero no tiene ni la más mínima idea de lo que está hablando. Si de verdad hubiese tenido la intención de agredir a Verónica —como acaba de decir—,  la habría dejado calva en vez de solo arrancarle unos cuantos mechones de su asqueroso cabello castaño.

—No sé qué decir —pronuncia mamá, claramente enojada por mis actos—. Yo… me disculpo en nombre de Olivia y, le prometo que algo así no volverá a ocurrir. 

—Tenga la seguridad de que un comportamiento semejante, no puede ni debe repetirse —se acomoda los lentes con un movimiento —me atrevería a decir— demasiado elegante, antes de añadir—: Esta es una institución decente, no un vulgar ring de boxeo, por lo que no puedo permitir que haya ni una sola estudiante con un comportamiento tan deplorable —me mira cuando lo dice y yo ruedo los ojos con fastidio.  

—Estoy de acuerdo con usted —dice, mamá. 

<< ¡Vaya novedad! >>

—Bien —pronuncia la hermana—, en ese caso, también estará de acuerdo en que todos nuestros actos tienen consecuencias —mamá asiente y ella continúa hablando—: Teniendo en cuenta que esta no es la primera vez que actúa en contra de las reglas de esta institución, debería suspender e incluso expulsar a la señorita Mendoza, sin embargo, no pienso hacer tal cosa —¿Escuché bien? ¿De verdad acaba de decir que no me va a expulsar? Tratándose de esa mujer si que me sorprende, estaba segura que no perdería la oportunidad de librarse de mí—. En su lugar, he decidido que en su caso sería más efectivo aplicar otro tipo de correctivo.

—Se lo agradezco mucho —suelta mamá, un poco más tranquila y relajada que antes—. Y entonces ¿de qué correctivo estamos hablando?

—Es algo sencillo —responde, pero por alguna razón tengo un mal presentimiento—. Ella solo tiene que colaborar con la limpieza de la institución, todos los días después de clases…véalo como una especie de servicio social.

<< Es una broma ¿verdad? >>

Por favor que alguien me diga que estoy alucinando y esto no es real, porque de ser así, lo mejor sería morirme en este mismo instante. Esta loca si piensa que voy hacer tal cosa, este lugar es enorme, cuenta con dos plantas repletas de salones y sin mencionar la cafetería y el jardín. 

Dios. 

Sé que no le agrado y que mucho menos soy una santa de su devoción, pero, esto ya es demasiado. A comparación, ser expulsada no sonaba tan malo, por el contrario sería un premio. 

—Y ¿por cuánto tiempo se supone que tengo que realizar ese <<servicio social>>? —hago unas comillas con mis dedos mientras hablo.

—Por lo que resta del año escolar —dice la hermana y mi cara debe reflejar lo que pienso porque agrega—: Claro que si no está de acuerdo con ello, todavía puedo cambiar de opinión.

—Por supuesto que está de acuerdo —se apresura a decir mamá en mi lugar. 

—¡por supuesto que no! —replico al mismo tiempo que me levanto abruptamente de la silla en la estoy sentada —. Prefiero mil veces que me expulsen de este re...— me detengo justo antes de terminar de pronunciar la palabra "reclusorio" y corrijo:— realmente maravilloso centro educativo —agrego una sonrisa sarcástica al final. 

La hermana Lucia me mira con una ceja levantada durante un par de segundos, antes de decidirse a hablar:  —Si es lo que quiere…

 —No se preocupe —dice mi mamá, interrumpiéndola—. Como dije antes, Olivia, está de acuerdo —Sin darme tiempo de seguir objetando, lanza una mirada advirtiéndome que ni se me ocurra abrir la boca de nuevo y no me queda más opción que obedecer de mala gana. 

 —Siendo así, la espero el lunes, señorita Mendoza. 

 —¡Genial!  —digo, queriendo terminar con esto—. Gracias por haber sido tan benevolente con esta humilde pecadora... ¡estoy esperando ansiosamente que sea lunes! —Nuevamente una sonrisa sarcástica se dibuja en mi rostro y sin perder tiempo, me encamino hasta la puerta para así ser la primera en salir de la oficina.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.