Soy la oveja negra de mi familia

Capítulo 28 [editado]

 

𝐌𝐚𝐫𝐜𝐨𝐬

 

Tenía la vaga esperanza de que ellas dos no se llevaran tan mal. Pero viendo la situación, están muy lejos de siquiera soportarse. Aunque también es mi culpa por creer en cosas imposibles en primer lugar. En especial, teniendo en cuenta que Verónica es la principal razón por la que Olivia está cumpliendo con el servicio social.

No soy un idiota como para creer que Verónica es la inocente victima como todos en la familia piensan, aún así, debo agradecerle. Gracias a ella conocí a una rebelde pero interesante chica pelinegra de unos destellantes ojos grises. 

—¿Hay algún problema? —repito la pregunta al tiempo que cruzo mis brazos. 

Espero que Verónica responda pero no lo hace, al menos no de inmediato. Me mira durante un par de segundos y es obvio lo molesta que está conmigo. 

Y sé perfectamente el por qué. 

—No. No hay ningún problema —se obliga a responder.

De inmediato gira sobre sus talones para perderse entre la multitud. No me pasa desapercibido la mirada venenosa que le lanza a Olivia antes de alejarse. 

Por su parte, a la chica pelinegra no puede importarle menos. 

Una vez quedamos solos, clava sus ojos en mí y arrugando la frente comenta:—no sabía que tenías una amiga tan molesta. 

—En realidad no es mi amiga —confieso. Ella se muestra escéptica a mi respuesta y yo de inmediato le aclaro—. Es mi hermana. 

Bueno, a decir verdad es mi medio hermana, pero eso no importa. 

Olivia, se queda sin palabras de inmediato. Seguro mi confesión debe haberle sorprendido mucho. No es para menos. Sin embargo, siempre suelen decirnos a Verónica y a mí que nos parecemos bastante. 

Tanto que hasta nos confunden con ser mellizos a pesar de tener varios años de diferencia.

Al parecer, la chica frente a mí no es muy observadora. Darme cuenta de eso me hace que una leve sonrisa se forme en la comisura de mi boca. Debo estar loco, pero cada cosa nueva que descubro de ella me hace feliz. 

—Es una broma, ¿verdad? —habla por fin. 

Suelto un suspiro. 

—Por desgracia no. 

—Entonces, me imagino que sabes muy bien el porque tengo que limpiar la escuela todos los días después de clases. 

Asiento con la cabeza en afirmación. 

Verónica hace unos meses llegó a casa llorando, tenía el cabello hecho un desastre y como cereza del pastel, una de sus mejillas estaba roja y un poco hinchada. Resulta que otra compañera la había atacado y golpeado según ella— sin motivo alguno. Cosa que evidentemente no es cierto, la conozco lo suficiente como para saber que no es un tierno angelito. 

Aunque admito que fue una escena divertida de ver. 

Aún así me sorprendió que alguien hubiera sido capaz de hacerle tal cosa a la sobrina de la rectora de una institución tan reconocida y prestigiosa como “La Divina Misericordia”. Admito que incluso me sentí curioso al respecto. Como sea, a los pocos días Olivia apareció en el jardín y de inmediato me di cuenta que ella debía ser la estudiante que se atrevió a realizar tal osadía y a causa de ello estaba siendo castigada. 

Y no me equivoqué. 

—¿Y aún así me invitaste aquí esta noche?

—¿Por qué no habría de invitarte? 

—Porque golpee a tu “hermanita”, quizás. 

Sé que no debería, pero sonrío al escuchar el sarcasmo en sus palabras. Es una prueba de que poco a poco me he acostumbrado a su forma de ser. 

Doy un paso más cerca de la bonita pelinegra que tengo al frente. No puedo evitar observarla con sumo detenimiento. Y juro que ese vestido que trae no ayuda para nada a mis malos pensamientos. Sin embargo, consigo no dejarme llevar por ellos. Estiro mi mano para acomodar un mechón suelto detrás de su oreja mientras digo: —quiero que sepas que nadie puede echarte mi jodido cumpleaños porque yo quiero que estés aquí, conmigo. 

Ella me mira y por nada del mundo esperaba ver esa sonrisa. 

—Me alegra escuchar eso —dice sin despegar sus ojos de los míos— porque yo tampoco pensaba irme, Doc. 

Trago saliva. 

<<¡Diablos!>>

Definitivamente esta chica me puede. 

—Y bien, ¿no piensas invitarme a bailar esta vez? 

—Justo pensaba hacerlo ahora mismo. 

Sin perder la oportunidad. Acorto por completo la distancia que hay entre ambos. Con cuidado acomodo mis manos alrededor de su cintura y Olivia envuelve mi cuello con sus delicados y delgados brazos. A pesar de la música que retumba en todo el lugar, soy capaz de escuchar los latidos de mi propio corazón. 

Esto solo es capaz de causarlo ella. . 

Lo más curioso, es que me gusta ese torbellino de emociones que siento en mi interior cuando la tengo cerca. 

La música poco a poco se pierde en el fondo de mis pensamientos. Yo nada más consigo concentrarme en el par de brillantes ojos grises que tengo frente a mí. Sin quererlo. Mi mirada baja hasta sus bonitos y provocativos labios, lo cuales, me incitan a querer besarlos. 




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