Desperté sobresaltado un domingo a las doce del mediodía, lo recuerdo porque miré mi gran reloj de pared y se paró al gastarse la pila, no sentía absolutamente nada y no recordaba lo que había hecho en los últimos días. Me levanté porque escuché un par de ruidos y agarré la lámpara, iba despacio hasta que vi una mujer y tres niños, al verme los cuatro me miraron con asombro y burla. Les dije que se marcharan que este era mi hogar y que no tenía ni idea de quien eran ellos, nadie me prestaba suficiente atención a lo que decía, opté llamar a la policía a escondidas.
Media hora después un oficial golpea mi puerta, la mujer con toda la confianza y como si viviera años aquí, preguntó quién golpeaba y se sorprendió cuando respondieron que era la policía. Les conté todo a los oficiales, la mujer y los niños me observaban de una manera poco común, hasta que entregaron identificaciones y era mi esposa y mis hijos.
Cuando desperté no parecía raro y ahora que lo pienso fue una horrible sensación, no sé que me sucedió, no sé cuando conocí a mi esposa, ni cuando tuve tres hijos, mi mente está en blanco y mis sentimientos revueltos. Le dije a la policía que había sido una broma que se marchaba e hice como si nada pasara.
Habían pasado dos años y tres meses, nunca le conté a nadie sobre lo que pasó ese domingo, fui a un doctor pero no revelé todo, dijo que podía ser estrés, cansancio, además mi esposa dijo que estuve trabajando mucho los últimos días. Me tuve que adaptar a mi vida, pero me enamoré mucho más de mi mujer y amo a mis hijos con intensidad.