LA NOTICIA DE LA MUERTE DEL REY GAWAIN CORRIÓ MÁS RÁPIDO QUE EL VIENTO DEL NORTE, es por eso que para esa misma tarde, Eris tenia al consejo detrás convocando una reunión para saber como actuaria el reino de ahora en mas y que posición tomarían ante el amenazante avance del ejercito de Marvolaeth. La joven tomo lo poco que quedaba de vino en la copa de oro para vaciarla y apoyarla sin decoro contra la mesa caoba, se acerco al espejo terminando de arreglar el vestido negro de duelo que tenia puesto, bufo cuando se tambaleo y escucho el suspiro de Lyon. —¿Tienes que decirme algo?— pregunto clavando sus ojos oscuros en el hombre detrás de ella.
—Creo que no debería beber tanto, su majestad— se limito a responder, y era verdad, ella no estaba acostumbrada a los malos hábitos que al parecer todos los regentes tenían en común.
Eris pensaba responder cuando la puerta sonó, Lyon se dirigió a abrirla y la joven quiso reir al verlo siempre en la pose defensiva que mantenía todo el tiempo, aquella que la llevaba a preguntarse si el hombre no se cansaba de vivir como si todo el mundo lo fuese a atacar. El inconfundible rostro del Lord Reynal Coastillon atravesó la puerta, el hombre llevaba en sus manos un pequeño cofre color negro que al parecer guardaba con recelo, como si no quisiese que nadie más a parte de él viera su contenido. —Su majestad— hizo un reverencia ante la mujer, la cual, se acercó levemente
—Aún no, Lord — respondió sabiendo que era verdad. No se había llevado a cabo la coronación de la forma debida. —¿Que lo trae aquí antes de la reunión pautada?— pregunto con interés. Los ojos del Lord se movieron con nerviosismo por la habitación hasta dar con el caballero Lyon, la regente al darse cuenta de cual era su preocupación aliviano el ambiente
—Puede hablar en confianza, mi lord. Sir Lyon es como un hermano de la infancia— aseguró —todo lo que se hable entre estas paredes, quedará entre estas paredes— aclaró, Reynal parecía desconfiado aún, sin embargo dejó el cofre negro sobre el escritorio para abrirlo y tomar el sobre que había dentro, Eris pudo dislumbrar de reojo el sello del Rey.
—El Rey Gawain, que descanse en paz, le dejó esto en caso de su muerte prematura en el campo — dijo extendiendo el sobre, Eris lo sostuvo y sintió que su mano iba a temblar en cualquier momento.
—Salgan — ordenó —Los llamaré cuando termine — los dos hombres compartieron miradas y salieron de la habitación para darle su espacio, aún así, Sir Lyon se quedó estático en la puerta. No podía dejarla sola.
Eris rasgo el sello que se mantenía impulto hasta momentos atrás y desdobló la carta, quiso llorar cuando reconoció la letra de su padre pero no sé lo permitió a sí misma, se sentó en el sillón más cercano que encontró y se dispuso a leer.
Querida Eris
Hija mía, supongo que debes estar odiandome ahora mismo por no enseñarte el arte de la guerra, pero mi motivo era único e ingenuo: quería que tuvieras una vida lo más normal posible, que vivieras tu libertad, tu adolescencia y todas las cosas que suelen hacer las señoritas de tu edad. Ahora puedo suponer que era un sueño infantil y que no va a ayudarte a salvar tu vida el día de mañana. Pero ahora, si recibes está carta es porque ya no tendré la oportunidad de guiarte para reinar como es debido, solo puedo darte un solo consejo: no seas estúpida.
El consejo no está feliz y jamás lo ha estado con que la nueva regente sea una mujer, mucho menos mi hija, ellos jamás me han querido en el trono ni me han sido leales (excepto Lord Reynal) y estoy seguro de que buscarán la forma de que tu cabeza ruede por los pasillo antes de que te sientes en el trono. Tienes que ser lista, estratega, siempre debes estar un paso más adelante que ellos. Tienes que reconocer a la gente que es leal a ti y aferrarte a ella, y también convertir en leales a aquellos que no lo son. Estoy seguro de que como primer estrategia intentarán asesinarte mientras duermes, y si no lo logran buscarán cualquier forma para apelar a tu trono. Lamento decirlo hija mía; te he dejado rodeada de lobos hambrientos ahí dentro.
No permitas que te traicionen, se más inteligente y piensa bien antes realizar un movimiento.
Te amo, en este y otros mundos,
Rey Gawain II
Eris sorbió su nariz antes de doblar la carta nuevamente y guardarla —Puedes pasar, Lyon— exclamó, su caballero apareció al instante.
—¿Se presentará en la reunión del consejo, majestad?— preguntó. Eris asintió pero aclaró la garganta para detener a su caballero antes de que abriese la puerta
—Necesito tu ayuda, ¿tienes hombres leales?— pregunto, las cejas del castaño se fruncieron pero asintió.
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El silencio que se extendía en el gran salón solo era interrumpido por los pasos de la joven reina hacia el trono, las túnicas rojas de los miembros del consejo contrarrestaban contra los colores opacos del lugar. Eris subió las escalinatas hacia el trono y cuando estaba por sentarse una voz la interrumpió —¿No cree que es muy pronto para tomar ese asiento, princ...— Eris interrumpió al Lord Ulric Buxton luego de girarse para mirar su cara.
—Majestad — exclamó, el hombre frunció el ceño —así es como debes llamarme...—aclaró—majestad— repitió nuevamente, elevo las cejas las cejas esperando a que el hombre elevara la pregunta correcta
—¿No cree que es muy pronto para tomar ese asiento, majestad? —pregunto nuevamente, Eris sonrió levemente mientras se sentaba en el trono bajo la atenta mirada de los presentes
—Mi padre murió...—su oración fue interrumpida por el rugido de los hombres en el salón
—¡Rey Gawain descanse en paz!