Para comprender el Experimento de la Prisión de Stanford, es fundamental analizar el contexto en el que se desarrolló. A finales de la década de 1960 e inicios de los 70, Estados Unidos vivía una época de intensos cambios sociales y políticos. La Guerra de Vietnam, los movimientos por los derechos civiles y la creciente desconfianza hacia las instituciones moldeaban el pensamiento de la época. En este ambiente, la psicología social se interesó cada vez más en el estudio del poder, la obediencia y la influencia del entorno en el comportamiento humano.
Philip Zimbardo, profesor de la Universidad de Stanford, diseñó su experimento inspirado en estudios previos como el de obediencia de Stanley Milgram, que había demostrado hasta qué punto las personas eran capaces de cometer actos crueles bajo órdenes de una autoridad. Zimbardo quería ir más allá: no solo analizar la obediencia, sino la transformación de la identidad en un entorno opresivo.
Para ello, contó con un equipo de investigadores y seleccionó a 24 estudiantes universitarios, asegurándose de que fueran psicológicamente estables y sin antecedentes criminales. La idea era replicar, en condiciones controladas, la dinámica de poder dentro de una prisión. Lo que nadie esperaba era lo rápido que la simulación se convertiría en una auténtica pesadilla.
Este capítulo explorará el trasfondo histórico, los estudios que inspiraron el experimento y las intenciones iniciales de Zimbardo. ¿Hasta qué punto estaba el experimento influenciado por los prejuicios de la época? ¿Realmente se trataba de una investigación objetiva o había una agenda oculta? Estas preguntas serán clave para entender lo que ocurrió en los siguientes días dentro de la falsa prisión de Stanford.