A más de cinco décadas del Experimento de la Prisión de Stanford, su impacto sigue resonando en la psicología, la ética en la investigación y la comprensión del comportamiento humano en situaciones extremas. Lo que comenzó como una simulación universitaria terminó convirtiéndose en una de las pruebas más inquietantes de la fragilidad moral del ser humano cuando se le otorga poder sin control.
A lo largo de este libro, hemos desglosado cada etapa del experimento, desde su concepción hasta su abrupto final, analizando sus implicaciones y las críticas que lo rodean. Hoy, el debate sigue abierto: ¿fue Stanford un reflejo genuino de la naturaleza humana o un estudio sesgado por la influencia de sus propios creadores?
Más allá de la controversia, una lección clave persiste: el contexto y la estructura social pueden moldear nuestras acciones de formas inesperadas. El experimento ha servido para entender el abuso de poder en prisiones, corporaciones e incluso sociedades enteras. Además, ha llevado a reforzar las regulaciones en investigaciones psicológicas para evitar que se repitan situaciones similares.
Este capítulo final no busca dar respuestas definitivas, sino invitar a la reflexión. ¿Qué habríamos hecho en el lugar de aquellos participantes? ¿Hasta qué punto somos realmente dueños de nuestras acciones cuando el sistema nos empuja en una dirección? La Prisión de Stanford sigue siendo un espejo perturbador en el que, queramos o no, todos debemos mirarnos.