#4

No podía creer lo irónica que podía llegar a ser mi vida, después de haber tomado no solo la decisión de quedarse, sino también la decisión de ser una profesional, ahora se atrevía a burlarse en mi propia cara como si en verdad fuera lo más gracioso del mundo, estar con la única persona con la que no quería pasar ni un segundo de mi tiempo, no después de haber estado tan enamorada de él, algo que era más que claro que no había terminado como lo hubiera deseado en ese entonces.

Algo que no volvería a hacer como antes, una marca que siempre llevaría conmigo hasta el día de mi muerte.

Lo sabía, sabía que esto no iba a ser fácil, ni porque lo años hubieses pasado, nada había cambiado, algo que llevaba molestándome desde que había vuelto a verlo, un sentimiento que renacía una y otra vez cada vez que lo observaba como lo hacía cuando éramos jóvenes enamorados.

Aquellas malditas mariposas que revivían cada vez que él estaba cerca, unas que se habían convertido en asesinas con el paso del tiempo, recordándome el poder que podía llegar a tener en mí, incluso después de años, cicatrices y malos sentimientos, seguía despertando sentimiento que nadie había podido encender durante todos esos malditos años.

¡Malditas mariposas asesinas, las odio!

Era más que claro que nadie era feliz en cuando volvía a ver al que había sido su primer amor, ni mucho menos al quien se había encargado de destrozar tu corazón en mil pedazos, nunca había conocido a alguien con buenos sentimientos para esa persona y honestamente me atrevería a ovacionarla por años en cuando pudiera encontrarla.

Algo que estaba más que segura que jamás sucedería.

No en esta vida.

Verlo no solo me traía viejos recuerdos, sino también viejos sentimientos, sentimientos que hace mucho tiempo me había encargado personalmente de enterrarlos en el lugar más alejado del mundo y en lo más profundo de mi corazón, los cuales no habían podido quedarse ahí por más que yo se los ordenara, tal y como un niño malcriado lo haría frente a sus padres, no después de volver a reencontrarse con la persona que los había creado hace muchos años atrás.

—¿Estas bien? —Pregunta James después de que todos termináramos de comer, todos excepto Jungkook, quien había salido mucho antes de que el sol se pusiese y mucho antes de que el resto del personal se despertara.

A excepción de mí que por más que hubiera intentando conciliar el sueño por primera vez en días, no había podido siquiera lograrlo, no sabiendo de que a tan solo metros se encontraba el, así que había sido la única en escucharlo levantarse y la única que lo había observado marcharse a escondidas como lo había hecho muchas veces durante mi juventud antes de siquiera poder dirigirle una palabra sin miedo, ni vergüenza.

—Siempre lo estoy, ¿no crees? —Bromeo con el antes de dejar de lavar los platos sucios que han salido, solo para dedicarle una sonrisa junto con un golpe de puño sobre su hombro, el cual logra crear una mueca en el rostro de mi amigo, consiguiendo que ría de forma genuina por un par de segundos ante la exageración en sus expresiones.

Intentando mantener una máscara que no estaba segura si podría lograr mantenerla todo el tiempo que llevaría esto.

Esta locura a la que yo misma me seguía aferrando.

—Se me va a caer el brazo —Exagera como solo él sabe hacerlo —Necesito un doctor —Continua su actuación consiguiendo que vuelva a reír un poco más fuerte, disfrutando el momento en verdad.

—Eres un exagerado —Golpeo su hombro sin importar que mis manos se encuentren mojadas, consiguiendo una mueca por parte de el al ver el par de manchas que he dejado sobre su linda camisa —¿Dónde están los demás? —Pregunto para cambiar un poco de tema, recordando el día libre que teníamos por delante al igual que el resto de los equipos, razón suficiente para mantener todo tranquilo dentro de la casa a comparación de los días locos e interminables de trabajo que habíamos tenido después de una semana desde que habíamos llegado a Indonesia.

—No han de tardar —Salpica un poco de agua tomándome desprevenida, sin poder esquivar el gran chorro de agua que moja la gran mayoría de mi rostro —Quieren ir a tomar unos tragos, ¿te nos unes? —Pregunta al saber que, aunque no era muy fanática del alcohol, me gustaba ir por un par de ellos en mis tiempos libres y más con ellos.

Justo como hoy.

—No lo sé, estoy un poco cansada —Miento un poco, pues justo hoy no me apetece tanto salir de tragos, no después de todo lo que había pasado en los pocos días en los que habíamos estado aquí, no sin conocer los riesgos que el alcohol podía traerme con todos los sentimientos reprimidos que hasta ahora había mantenido a raya.

No podía arriesgarme.

No aquí y mucho menos con él en el mismo lugar.

—No empieces con tu amargura —Suelta Young entrando por la puerta de la cocina con una excelente pinta para un día libre como el que parecía esperarnos.

—No aceptamos un no por respuesta, querida—Sentencia Alan cruzando nuestros brazos, impidiendo cualquier tipo de escapatoria de mi parte.

Alan: 2011 – Xia Lin: 1

—Está bien, pero denme unos minutos, yo también quiero ponerme presentable —Señalo mi simple y para nada adecuado atuendo, recibiendo una nalgada de parte de Alan, quien me guiña un ojo antes de dejarme ir.

Mientras camino de regreso a mi habitación no puedo evitar mirar su puerta con la esperanza de poder volver a verlo, pues a pesar de que yo me siguiera resistiendo una y otra vez a esos malditos sentimientos, ellos parecían ganar la partida cada vez que él estaba cerca, creando una ansiedad ridícula para poder observarlo tan solo una vez más durante el día.

Como una adolescente frente al chico que le gusta.

Tal y como yo en el pasado.

En cuando entro en mi habitación no tardó mucho para cambiarme de atuendo, un short claro, una playera de tirantes negras y unas sandalias del mismo color, algo que no me hace tomarme más de diez minutos de estar lista para cualquier locura que nos estuviera esperando en esta enorme y hermosa ciudad.