*Nota de la autora: quiería avisar que, quienes ya leyeron los primeros capítulos antes del 29/01/2024, modifiqué el nombre de un personaje. Ahora es Jimin el que hizo de Seung Ho en el epsodio 1. Se realizó este cambio por motivos relevantes al futuro de esta historia. Lamento mucho las molestias y espero que puedas seguir disfrutando ella ¡Nos seguimos leyendo! ¡Un abrazo!
Todo está/ba bien aquí
(episodio 3)
Si los eventos son los hilos conductores es necesario retroceder aquellos nudos que en blanco quedaron en la intensa previa noche a la escuela. La tormenta aún no se disparó en la casa de los Lee, pero sí lo que se lanzaban eran miradas intensas de pura molestia. Sin decir nada ya estaba condenando a muerte a su propio hermano.
–¿Dónde tiraste las cajas que se supone que no deberías haber tirado? –preguntó una vez más Hee Seong.
–¿Afuera quizá? –dijo nervioso su hermano Rowoon.
El más alto de los 4 hermanos había metido la pata. Porque en lo que estaban acomodando las cosas de la casa y tirando lo que no servía, confundió las cajas para tirar con las cajas de la ropa de su hermana.
–En mi defensa, te olvidaste de etiquetarlas con tu nombre –trató de buscar una salida. Si de algo le tenía miedo más que las alturas, es cuando su hermana melliza se enojaba, muy en serio.
–¡Pero si avisé que por la prisa para irnos no pude etiquetar esas cajas y que revisáramos para que no la tiremos!
–¡Y bueno vayamos a buscarla no se han perdido tus cosas!
Se escucharon a la distancia ruidos de truenos.
–Woon, más vale que encontremos mis cosas o te juro que tu colección de películas de Bruce Lee será donada a un orfanato.
–¡NO TE ATREVERÍAS!
–Debiste pensar entonces en mi ropa –ella se cruzó de brazos–. Pero como no te importó, también puedo hacer lo mismo con tu bate de béisbol –apuntó su pertenencia que estaba cerca de él.
–¡No toques a mí Gertrudis smaug Hobbit! –agarró su bate favorito y lo abrazó con fuerza como si su vida dependiera de ello.
La chica rodó los ojos ante el materialismo exagerado de su hermano. Rowoon era muy atado a sus pertenencias de deporte, pero más a ese bate.
–Woon –interrumpió Yunho–. Solo vayamos a ayudar a Hee Seong a buscar su caja ¿Sí? Ya dejen de discutir, ya va a empezar a llover. Tomen una linterna y su impermeable por las dudas. Y sí Yuta tú también vienes a ayudarnos.
–Pero estoy ocupado –dijo desde la comodidad del sillón de la sala.
–¿Papá sabe quién le rayó su moto la otra vez porque alguien la usó sin su permiso?
–Los odio, malditos chantajeadores –seguido, se estiró para pararse y tomar una linterna–. Vamos, no quiero que mi pelo se moje.
Así salieron los cuatro en diferentes direcciones. La mayoría de las cosas que tiraron en secciones para ver el tema de reciclaje o muebles viejos de la casa que podrían rescatar. Como el patio trasero es grande y daba hacia el bosque + el fuerte viento que soplaba como huracán, daba la contracara que las cosas de Hee Seong estén esparcidas por todos lados.
–Mi ropa casi está por todo el patio –respiró profundamente, manteniendo la calma–. Menos mal que no está empezando a llover, sino dejo a Rowoon afuera.
Sin darse cuenta, se adentraba más al bosque maldiciendo que muchas de sus prendas estaban cubiertas de tierra y hojas.
–Juro que si-
Escuchó un extraño crujido, alertando sus sentidos. Permaneció quieta.
–¿Woon? ¿Yun? ¿Yuta? ¿Son ustedes? –miró para todos lados llamando a sus hermanos–. Esto no es gracioso chicos.
El primer trueno que retumbó en el cielo hizo que su cuerpo se electrocutara del susto. Pero lo que logró hacer que gritara fue la blanca aparición.
Alumbró a los ojos del “espectro” albino que la asustó. Más bien, parecía que ella lo asustó a él.
–¡Hee Seong! –llamó Yunho corriendo con sus otros hermanos por detrás.
Inmediatamente los varones colocaron a su hermana detrás de ellos, formando una barrera. Tenían palos firmes listos para ir a la guerra incluso.
Mientras, la criatura retrocedió de miedo, su único sostén era el árbol a su espalda.
Calmándose de la impresión. Hee Seong lo miró mejor. Era un joven, pareciera de su misma edad. Cubierto de tierra manchando la fina bata blanca que apenas lo cubría de la fría tempestad nocturna. Sus cabellos platinados quedaron un remolino en su rostro, casi no distinguía bien sus facciones.
–Oigan, esperen –Hee Seong detuvo a los tres molinos de viento, poniéndose al frente–. Lo estamos asustando.
–¿Y a ti no te asustó también? –alzó una ceja Yuta.
–Bueno sí, pero eso no significa que tenemos que atrincherarlo ¡Mírenlo! –lo señala–. Se está muriendo de frío y se nota que está muy asustado y que necesita ayuda.
Sin esperar una respuesta de los varones. Les dio la espalda y se agachó a la altura del joven que trataba de protegerse con sus propios brazos.
Al igual que las estrellas brillando intensamente
Estás brillando una vez más
–Hola, soy Hee Seong –se presentó con voz suave–. No voy a hacerte daño, ninguno de nosotros lo hará. Tú, ¿te encuentras bien?
El chico no hizo señal de moverse o escucharla.
–Disculpa, se nota que no estás bien ¿alguien te ha lastimado? ¿Quieres ir al sanatorio?
–No –dijo suave, casi un susurro–. Gente mala.
–¿Huiste del hospital? ¿Llamamos a la policía?
–No –negó hundiéndose cada vez más en sí mismo.
–¿Eres del psiquiátrico? –peguntó Rowoon.
–¡Rowoon! –lo miró mal Yunho.
–¿Qué? ¿No me digan que no se preguntaban lo mismo?