♡ straw jam O3

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Una cálida sonrisa se impregna en los labios rosaditos de ella, sus mejillitas se tornan color carmesí, mientras su corazón comienza a latir con frenesí. Sus ojos viajan a la silueta del mayor, y suspira, como una propia enamorada.

Ruega que la mire, desea que pueda por lo menos notar su presencia. Pero luego de algunos minutos... nada.

Y era obvio, ¿Cómo es que Jeon JungKook, si quiera regresaría a mirarla? Habiendo una cafetería repleta de estudiantes haciendo sus filas, y otros simplemente comiendo o hablando; era más que obvio.

La pelirosa se encoje triste, siempre —desde la primaria— gustó de él. Y por su timidez, jamás pudo siquiera hablarle.

Hace un pucherito, y abulta sus labios. Mientras sigue bebiendo de su malteada de fresa, y se abalanza por un pedazo de su pastelito de chocolate. ¿Cómo haría para tener su atención? ¿Si quiera la conocía?

—Haeri-sshi —protesta el chico de la mesa con la que comparte su comida— Mira que, por no prestar atención a tu comida, te haz manchado —y mientras la reprende, el pelinegro coge un paño húmedo y le limpia sus labios con cariño.

—¡TaeTae! —hace berrinche, mientras se deja limpiar por el mayor—. ¿Es que no lo ves? JungKook ni siquiera sabe que existo —y mientras dice aquello, el pelinegro termina de limpiar su boquita y la mira entendiéndola.

—Ya te he dicho Haeri, si deseas que él siquiera te regrese a mirar, no te hagas ilusiones —dice aquello, sabiendo que aquel tipo "JungKook", era catalogado como un rebelde; esos que faltan a clases, que les responde con altanería a sus profesores, o de esos que hacen burla de otros indefensos a él. Definitivamente, JungKook no era para su pequeña Haeri.

—¡Pero es que yo lo quiero! —dice la contraria, mientras la ve terminar su comida, y hace otro de sus típicos pucheros.

—Pero tú sabes, si tratas de siquiera hablar con él, te harás tú mismo daño. Y yo no quiero eso, pequeña.

—Pero... —ya no quiere discutir, solo quiere saber alguna manera de poder hacerle saber a su amado, que ella la quería desde hace años.

—Pero nada. Mira, tú eres una persona demasiado diferente a él. Tú simplemente... ¡eres como el polo opuesto de ese tipo! ¿No lo comprendes? —y después de tratar de hacerla razonar, procura que nadie lo haya escuchado. Estar en la cafetería hablando de eso, tenía sus desventajas.

—¿Diferente? —pregunta la pelirosa, mientras inclina su cabecita a un lado, como si fuese un cachorrito tratando de entender algo nuevo.

—Sí —afirma, mientras arruga sus cejas tratando de pensar la manera de hacerla entender que él, definitivamente, no era para ella—. Veamos desde el exterior. Haeri, tú eres una mermelada andante, eso lo sabes.

—¡Sí! Ese es mi apodo —sonríe la menor, mientras forma dos lindos hoyuelitos en sus mejillas blanquecinas.

—La cuestión es que, tú eres color rosa, mientras él, color negro. Eso no combina, Haeri, ¿verdad? Porque a ti no te gustan los colores oscuros.

—¿Por qué no probar algo nuevo? —menciona la contraria, mientras lo medita un poco de manera dubitativa.

—¡No! —exclama TaeHyung, mientras algunos estudiantes de las otras mesas, lo regresan a ver de manera sospechosa—. Lo siento —susurra esta vez—. Haeri, él no te conviene. Solo hazme caso.

—¿Y por qué? ¡Yo no quiero dejar de amarlo! —exclama la pequeña, mientras cruza sus brazos de manera berrichuda.

—¡Se acabó esta discusión! ¡Tú te olvidarás de Jeon JungKook y de todo lo que sientes por él! —y diciendo aquello, varios ojos se posaron en él y en Haeri, quien estaba ajena a aquel asunto.

Porque mientras varios estudiantes cuchicheaban entre sí de lo que acababan de escuchar, y TaeHyung trataba de negarlo, Haeri vio como JungKook iba en dirección hacia ella. Y no con una linda sonrisa que digamos.

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