El avión aterrizó en Lima, Perú. El aire cálido y húmedo envolvió a los Stray Kids, llenándolos de una energía vibrante. Las calles bullían de vida y música, un ritmo diferente que cautivó sus sentidos.
"¡Aquí estamos! ¡Perú!", gritó Felix con entusiasmo, saltando de la aeronave con un brillo contagioso en los ojos. "Se siente tan diferente a Seúl... ¡Me encanta!"
Su primera parada fue Cuzco, la antigua capital del Imperio Inca. Allí, entre las calles empedradas y los edificios coloniales, encontraron a un hombre de mirada profunda y rostro marcado por el paso del tiempo: Inti Tupac, un descendiente directo de la realeza Inca.
Inti Tupac, con un gesto de respeto y un dejo de melancolía en la voz, les explicó la leyenda de la Flor del Inca, una flor que, según la tradición, crecía en un lugar secreto y podía curar cualquier enfermedad.
"La Flor del Inca es la esperanza de mi hija, Michi", dijo Inti Tupac, sus palabras cargadas de dolor. "Ella está enferma, y solo la flor puede curarla".
Los Stray Kids, conmovidos por la situación, escucharon atentamente. Se habían embarcado en un viaje musical, pero ahora se encontraban frente a un desafío mayor: hallar la Flor del Inca para salvar a la hija de Inti Tupac.
"Inti Tupac, no te preocupes. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para encontrar la flor", prometió Bang Chan, con la determinación reflejada en sus ojos. "Somos Stray Kids. ¡No nos damos por vencidos!"
Los Stray Kids, en ese momento, se dieron cuenta de que su viaje a Perú iba a ser mucho más que un simple tour musical. Se había convertido en una misión sagrada, en una búsqueda de esperanza para una familia que necesitaba sanación.
Editado: 28.11.2024