Stygius: Hambriento De Pecado.

parte 1: Incandescente.

En una fría noche de otoño, la chica latina llamada Olivia, salió de su apartamento, ubicado en la oscura calle de uno de los peores barrios de New York.

Maldijo por lo bajo, al recordar que dejó la biblia que siempre llevaba consigo. Pero ya iba tarde.

No obstante, y cosa muy rara en ella, pues es una mujer increíblemente floja, se decidió a regresar a ese lúgubre lugar al que llamaba hogar.

Subió de dos en dos los escalones, para agilizar su vuelta atrás.

De pronto, notó que algo se movía más arriba en las oscuras y envejecidas escaleras. Éstas subían formando un gran recuadro, y su hogar estaba hasta el séptimo piso.

Marchó más despacio, mientras achicaba sus ojos marrones, para tratar de adaptar su mirada a la oscuridad reinante.

Iba con sigilo. Su rubio cabello teñido, estaba amarrado en una alta coleta, que se movía a un lado y al otro, siguiendo el ritmo de sus pasos.

Levantó una mano llena de anillos y se presignó.

Al fin llegó hasta su vivienda y abrió la puerta mirando hacia todos lados del tenebroso y sucio pasillo.

Ella podría vivir en un lugar mucho mejor, pero era una mujer muy haragana, y esto, nunca le permitió tratar de labrarse una mejor vida. Cuando sus padres murieron, hacían ya 7 años, se dió cuenta que ellos se habían quedado en la ruina.

Siendo hija única de unos promintes empresarios, quienes se la pasaban de fiesta en fiesta, nunca había tenido que levantar un dedo para conseguir lo que quería. Sus padres siempre habian pagado todos sus mundanos caprichos.

Olivia era compradora compulsiva. Tenía su alcoba, atestada de maquillajes y aparatos electrónicos último modelo, que ni siquiera utilizaban la mayoría de estos.

La mayor parte del tiempo, se la pasaba en su alcoba hablando con amigos y hasta con desconocidos, y no salía de ese espacio, más que para alguna ocasión muy especial.

Había dejado la universidad, no tenía novio y nunca había hecho nada más en su vida, a parte de estar en su habitación haraganeando.

Miró hacia la pared y vió con desagrado, como una parte del tapizado estaba colgando de de un lado.

  • - No sé, hasta cuándo resistiré vivir en esta pocilga. - se dijo en voz alta.
  • Abrió la puerta marrón despintada, la cual hizo un espeluznate sonido cuando ella la empujó para abrirla.
  • Entró y sólo tuvo que dar un paso hacia dentro, para tener el libro al alcance, pues estaba en una repisa al lado de la puerta. Lo tomó y volvió a salir, cerrando su vivienda nuevamente...
  • Otra vez esa sombra, pensó mirando fijamente hacia las escaleras.
  • Se adentró hacia ese espacio todo corroído y húmedo, que aportaba mucha más desesperanza a su perpetuo estado de ánimo.
  •  
  • Aunque decía ser religiosa, la fe imperante en este tipo de personas, estaba totalmente ausente en ella.
  • Solo iba a su trabajo de mesera de un bar de mala muerte y ganaba lo necesario para pagar la renta y mal comer.
  • Sintió un gran escalofrío y los pelitos de su todo su cuerpo se erizaron, cuando sintió que algo se posicionaba detrás de ella.
  • Fue a girarse, pero algo parecido a unos brazos huesudos y escamosos, envolvieron su cuerpo con fuerza.
  • Soltó un grito, pero notó que la garganta se le trababa y que estaba enmudecida.
  • Sólo podía soltar entrecortados sonidos guturales.
  • Un fétido olor, casi le impedía respirar.
  •  
  • "Eso" que la tenía prisionera, pegó su largo y apestoso cuerpo a su espalda y ella sintió como si una especie de energía, comenzaba a salir de su cuerpo. Trató de girar la cabeza pero estaba paralizada.
  • Olivia estaba muy asustada y sentía en su interior que lo que la agarraba, no era humano, o eso pensó, aunque no podía confiar en su asustada mente.
  •  
  • Se había refugiado en la Biblia, cuando sus padres murieron, ya que decían que Dios era un padre que le daba todo cuanto pedían sus hijos y eso era justo lo que ella necesitaba.
  • No había recibido mucho, pero el hecho de decir que era creyente hacía que la gente fuera más amable y generosa con ella; aveces hasta había sido capaz de utilizar el dar pena, para conseguir lo que quería de forma fácil y por eso seguía llevando ese libro donde quiera que iba.
  • Una voz como de ultratumba, profunda y desagradable, le dijo al oido:
  •  
  • - OLIVIA... TU OLOR ME ATRAJO COMO LAS CARROÑAS A LO FÉTIDO. TIENES TANTO QUE DARME Y YO CON GUSTO TE QUITARÉ, ESE GRAN PESO DE LOS HOMBROS...-
  •  
  • Ella aferraba la Biblia con fuerza y comenzó a rezar un Padre Nuestro, en su mente.
  • "La cosa", separó un espeluznante brazo de su cuerpo y pasó un dedo de uñas puntiagudas y de un color grisáceo mortesino, y lo pasó por la portada del libro.
  • Ella notó con sorpresa, como éste, comenzaba a arder y quiso soltarlo, más no pudo.
  •  
  • Inmovil, sintió como el calor iba en aumento quemando las sagradas escrituras y comenzando a consumir sus manos.
  • Lanzo un callado grito de dolor.
  •  
  • La piel de sus manos iban derritiendose ante su impotente mirada.
  • De pronto, la tenebrosa mano, se posó sobre sus dedos, que ardían furiosamente, causándole un dolor insoportable, cuando el espectro tocó el fuengo en sus manos, sorpresivamente, éste se extinguió.
  •  
  • Ella miró sus manos y vió con horror, como de éstas, sólo quedaban los huesos. Su ser se torcía de dolor.
  • En ese momento, solo quería morir.
  • Pero ya no quiso rezar más.
  •  
  • La grave voz, volvió a sonar, lastimando su oido, desde donde comenzó a chorrear un hilo de sangre.
  • Le empezaron a doler mucho, ambos oidos, pero ni la milésima parte del ardor que sentía en los huesos de sus calcinados dedos.
  • Le escocían como el demonio.
  •  
  • - NO TE PREOCUPES MUJER. PRONTO, YA TODO PASARÁ PARA TÍ.-
  • De sus huesudos brazos, empezó a salir una especie de energía color púrpura, muy semejante a la llamarada que había consumido, en tan sólo un instante, las manos de la chica.
  •  
  • Olivia se asustó aún más y sentió como todo su cuerpo ardía pero no se consumía y calló en cuenta de que, esta vez, no era fuego lo que salía del sobrenatural cuerpo que tenía detrás.
  • Trató de moverse una vez más, pero su materia física, estaba en una especie de trance, aunque para su desgracia, dejaba su consciencia intacta. Era el verdadero infierno en la tierra.
  • La figura maligna soltó un sonido aterrador y le dijo.
  •  
  • - AHH, OLIVIA. LA PEREZA ESTÁ EN CADA ÁPICE DE TU FRAGIL CUERPO. NO SABES LO DELICIOSA QUE ME RESULTA Y COMO ME VA A LLENAR. ME ENCANTA ESTE PECADO, PORQUE SUS PERPETRADORES NO SON CAPACES DE SOLTARSE DE MÍ AGARRE, PUES NO TIENEN LAS GANAS NECESARIAS.-
  • Hizo una pausa pero ya la chica apenas lo escuchaba, ella estaba ya cada vez más débil.
  •  
  • La figura demoniaca, continuó diciendo.
  • - TAMBIÉN SABES A ENVIDIA Y AVARICIA. Y LO ESPERABA, PUES TODO EL QUE NO HACE NADA POR CONCEGUIR LO QUE QUIERE, ANHELA LO QUE LOS DEMÁS HAN LUCHADO POR CONSEGUIR. REALMENTE EN TÍ, HE ENCONTRADO UN DELICIOSO Y RECONFORTANTE FESTÍN. ACABO DE LLEGAR A ESTE PLANO, Y POR LO VISTO, NO PUDE ENCONTRAR UN MEJOR LUGAR PARA RECUPERAR MI PODER.-
  •  
  • La energía púrpura que brotaba del cuerpo de la chica, avivó más y de sus manos y sus pies, salieron como una especie de mousntruos dragones abstractos, que se movían frenéticamente, y trataban de frenar su marcha veloz, hacia detrás de Olivia, hacia el maligno. Pero su lucha fue infructuosa.




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