La música alta que había dentro del local se camuflaba con los gritos de las agarrotadas calles repletas de transeúntes que iban y venían como desquiciados de un sitio al otro, y corrían por la calles que estaban agarrotadas de autos que no tenían piedad contra ellos, y cada uno de ellos estaban detrás del mismo objetivo: Encontrar regalos y atuendos para utilizar la noche de Año nuevo.
Aquí en Nueva York no era una celebración mas y me animo a decir que hasta tenía el mismo peso que Acción de Gracias, no se lo tomaba a la ligera y el frío no era un impedimento para que ellos pudieran pararse frente al enorme edificio del cual colgaba una gran bola, sin interesarles estar apretados o sentirse como una condenada sardina en una lata, listos para ser comidos por el gran y temible mundo. Estaban ahí por la experiencia, siempre era la experiencia.
Georgina sufría de lo que a mí me gustaba llamarle “El síndrome de fin de año”. Esta época tenía el poder de sacar una nueva faceta y se comportaba como una persona completamente distinta, al punto de ignorar por completo que el restaurante estaba a punto de estallar por la cantidad de gente que teníamos aquí. Ella estaba cómoda, sentada en el taburete, repasando las líneas del periódico local.
— ¿No te sientes sofocada?— pregunté al acercarme a ella, ocupando el asiento vacío que estaba del otro lado de la barra— ¿Soy yo o la temperatura en este cuchitril está sobrepasando los 35 grados?— añadí, abanicandome como mí mano—No detestas a estos ricachones, nenes de mamá y papá, que se que vienen a nosotras con un único propósito, enrostrarnos que ellos pueden pagar por nuestros platos mientras que tu y yo nos tenemos que conformar con llevarlos a sus mesas con una sonrisa pegada a nuestros labios.
— ¿Debo recordarte que gracias a ellos es que comes y te sostienes en pie?
—Si, bueno, eso no implica que me debían agradar. ¿Además porque demonios dejan todo para última hora? ¿Qué necesidad hay de que vengan en manada?
—Mmm, eso nos beneficia, no hay que ser Einstein para llegar a esa conclusión— bajo su vista al trozo de papel debajo suyo— ¿Tu no eras Aries?
—Ajam— respondí, desconcertada por el repentino cambio de tema de nuestra conversación— ¿Y eso como está vinculado con lo de recién?
—No lo está. Simplemente estaba chequeando el horóscopo y me resulta curioso que aquí no hayan pronosticado caras largas y ojeras pronunciadas.
—Eso es gracioso— masculle.
—¿Qué es lo que te causa tanta gracia?
—No doy crédito de cómo alguien tan inteligente como tu se crea esas patrañas, aunque no soy quien para juzgar, puedes vivir en la nube de mentiras que prefieras. Yo por ejemplo prefiero evadir la realidad metiéndome de lleno en las historietas— solté un suspiro— Hay veces en las que me da la impresión de que Garfield me entiende.
—Al menos tienes eso en común con él, odian bastantes cosas. Y no es por desmerecer tu halago pero si fuera tan inteligente como lo pones no estaría cobrándole tragos a borrachos que se querían pasar de galanes conmigo , estaría manejando una compañía importante, y no estaría desaprovechando la cantidad de dinero que he invertido en mí educación.
—Yo sé que tu golpe de suerte está a punto de llegar. Ten un poco de fe— afirme, haciendo un gran esfuerzo por sonar convincente.
—Gracias, de vez en cuando es bueno por palabras de aliento cuando el panorama es gris.
—Y si eso no sucede puedes trabajando en "Leinster" . Quizás con un poco de suerte en unos meses, Xavier te de un aumento y un ascenso y podría pasar de cajera a encargada, de ese modo tendría no solo más dinero sino que también poder, mucho poder.
—Y retiro lo dicho. En lugar de darme esperanzas,me hundes más en la miseria.
—Eso es lo que sucede cuando esperas demasiado de la vida. Esta encuentra como tirarte al piso y patearte hasta dejarte moribundo.
—Que ilusa fui. ¿Cómo iba a pensar que estabas hablando en serio? ¿Alguna vez te han comentado que tu humor rancio no es agradable para los demás? ¿Y que tu sarcasmo se puede sentir como una patada en los cojones?
Era evidente que estaba empezando a cabrearse.
—Relájate, leona.Estoy bromeando.Seguramente tú saldrás antes que yo de este ratero y podrás pagar las deudas de su préstamo escolar— Ferrer mis ojos y presione con fuerza mis sienes, fingiendo que una vidente— Juro que en menos de un año serás contratada por una importante empresa internacional. Y serás una mujer sumamente triunfadora. Esto solo se transformará en tu evento canónico y humilde—añadió, utilizando ese vocablo que le había oído ocupar a alguno de nuestros clientes.
—Dejate de joder— bufo, arrojandome un trapo que cayó de impacto de lleno en mí cara— ¿Que hay de ti? ¿Estás entusiasmada por empezar una nueva carrera?
—La verdad es que tengo una extraña mezcla de emociones en su interior, entre las que predomina la emoción, el entusiasmo, y la adrenalina ante lo desconocido. Sin embargo la que está batallando por sobreponerse a ellas y coronarse en el primer puesto es el nerviosismo.En especial porque temo no ser lo suficientemente espectacular para sobresalir y conseguirlo, y que esto sea en vano.
—Ey, no digas eso— murmuró, con una tímida sonrisa con la que intentaba emparchar mí roto espíritu.
—Lo aprecio aún así no alcanza, Gina. Tu no entiendes lo mucho que me costó estar hoy aquí, y el terror que me genera la posibilidad de que por haberme dejado llevar por mis ilusiones y codicia,haya arruinado mi existencia. Abandone completamente todo por venir detrás de mis sueños ese día en que empaqué mis pertenencias para mudarme de Los Ángeles a Nueva York. Mí familia, amigos y mí identidad , cada trozo que conforma la chica que tienes a unos centímetros quedó atrás.