Su alumna favorita

4.Un imán para los problemas

Tal vez mí accionar no haya sido el de una mujer adulta que estaba empezando a dar sus primeros pasos en este mundo independiente, de hecho estaba completamente segura de que era totalmente lo opuesto, y posiblemente esto me perseguiría muy pronto cuando pensará en este bochorno. Afortunadamente estaba demasiado ocupada alineando una por una las galletitas en la bandeja como para preocuparme por ello.

Vaya mecanismo de defensa había escogido, ¿no? 

— ¿No se suponía que las galletas de canela tendrían que tener 8 confites de chocolate rojo?  — le dije  a Georgina quien jugaba con uno de sus bucles.

—Mmm, si , porque lo preguntas— respondió  confundida por mí notoria preocupación. 

—Es que se supone que deberían ser rojas y aquí se ha colado una azul, tienes una idea de lo contraproducente que puede llegar a ser para alguno de nuestros clientes que padezca de alguna especie de TOC— sentencie, fingiendo está sumamente preocupada por ello— La salud mental es un tema serio. 

—Ajam, y ya que lo pones así tú deberías ir a un psicólogo de paso, espero poniendo los ojos en blanco. 

— ¿Y eso porque? — consulte rascando involuntariamente el costado de mí frente. 

—Porque te conozco y sé que tú no eres de las personas que se preocupan por los detalles así mucho menos que le presta atención a lo que los demás pueden llegar a sufrir, de acuerdo contigo lo hiciste en el pasado y eso no salió bien, además, ¿no se supone que tu tienes que estar en clase a esta hora? —afirmó chequeando su reloj. 

Mierda. Me había atrapado. 

—Si es que termino antes y es por eso que tuve la suerte de venir aquí antes de que empezará mí hora para trapear y ordenar— informe con una sonrisa tan falsa como mis palabras en mis labios. 

—Si, claro. Si no quieres hacerte ver con un analista entonces por lo menos acude a un coach que te enseñe a mentir. 

—¿Qué?  ¿Por qué? — murmure dándole un gran mordisco a la masa llena de grasa.

—Porque eres pésima soltó una carcajada, cuando lo haces tus mejillas se ponen rojas y tu párpado empieza a hacer uno de esos movimientos extraños, es como si estuviese bailando o algo así, se estremeció en su sitio. Aparte tu nunca comes de esas porque dices que están llenas de calorías vacías, azúcares y romperías tu régimen de cero harinas, señaló, así que sé que hay algo que me estás ocultando, sueltalo ¿que es? Ya sabes cuál es nuestra máxima sagrada. 

—Ningún secreto.

— Así es. 

—De acuerdo— refunfuñe— ¿Recuerdas el tipo con el que me enrolle en año nuevo? 

—Enrollararte, ¿nada más? Yo creo que de tanto escucharte chillar su nombre nos lo aprendimos. 

—Okay, okay, okay , lo entiendo—bufé limpiando las migas en mí delantal— Estoy tratando de dejar un punto en claro aquí y tú no colaboras.

— Lo siento, lo siento, prosigue.

— Gracias , como sea. ¿Te acuerdas que iba tarde y que mí profesora titular fue atropellada?

— Cómo olvidarlo, las redes sociales se han visto inundadas por cadenas de oración rogando por su pronta recuperación. Debe de haber sido muy querida por la comunidad. Raro ya que conozco a casi todos aqui, al fin y al cabo he nacido y criada en la ciudad de los sueños. 

—Oye , puse un dedo en alto, eso no te lo permito, se supone que Los Ángeles tiene derecho a ser llamada así. 

—Hey, que yo estoy tratando de ayudarte aquí— me regañó enarcando una ceja.

 —Perdón. Es que estoy nerviosa—admiti. La culpa peleándose con la vergüenza en mí interior.

— Pues debe ser bastante grave porque hay pocas cosas que te ponen en ese estado.

—Lo es — asegure —  Ayer cuando llegué en el clima se notaba eso y cuando hablé con una de las mujeres que trabajaba allí, lo comprendí. Ella me comunicó que afortunadamente habían encontrado un reemplazo momentáneo, lo que me alegro porque implicaba que no perdería el dinero invertido. Cómo cualquier persona de bien. 

—Si, fue perfecto en ese sentido—acotó y tuve la sensación de que no estábamos en la misma sintonía. Es como si esto no tuviera una gran relevancia. Sólo otro día más siendo yo.

No obstante no permitiría que esto me detuviese. Me urgía sacarme esto de mí interior.

—El tema es que cuando entre a clase, fue en medio de ella—aclare ya que no era un dato irrelevante— Ya  había empezado y el profesor no estaba muy contento con esto, aunque esto no es todo. 

— ¿Siguen los problemas? Si, y se ponen peores. Resulta que eso es la punta del iceberg, cuando él se dio la vuelta y se fijó en mí ambos descubrimos que no éramos desconocidos.Y que yo ya había pronunciado su nombreo mejor dicho lo había gemido.

—NO JODAS— chillo y juro que si hubiese sido mucho más alto las copas que estaban perfectamente acomodadas en la repisa se habrían roto.

— Si, jodo— espete— No exagero, esto se siente como una turbia Bueno, bueno no te preocupes no puede ser tan malo. 

Ella debía estar bromeando o mínimo estar en una realidad paralela a la mía.

— ¿Cómo es eso posible?

 Tienes ciertas ventajas al ser tan cercana a él, podrías obtener benefi…

 Por suerte antes de que ella pudiera concluir esa horrible frase, Francés se coló en el cuarto. 

—Serena, te solicitan en la mesa trece. 

Mí lengua se chasqueo como un acto reflejo. Lo que menos me hacía falta era tener que lidiar con Ronald.

—Si me disculpas debo ir a cumplir con mí trabajo—  informe  señalando por sobre mí hombro con mí pulgar para luego acto seguido darme media vuelta y salir por la puerta tan rápido como mis pies y mí coordinación me lo permitían.

—No te librarás de esto— su voz me alcanzó incluso  cuando estaba a más de un metro de ella.

Y lo tenía muy en claro, porque si había algo que sabía se maravillas es que cuando a Gina se le metía algo en el cerebro, lo que fuese, no había poder sobre la tierra que hiciera que se esfumase.

Lo que me quedaba por hacer, y fue lo que hice mientras me dirigía a mí mesa que ya era casi un habitual, era rogar que no fuera tan brutal conmigo.




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