Debo admitir que era un poco, bueno un poco bastante alentador que me hubiesen dado el turno de mañana , en especial porque solo tendría que lidiar con señoras que rozaban los 60 años y que estaban aquí para engullir industriales cantidades de te y charlar sobre sus vidas. por lo que si , las cosas estaban tranquilas, tanto como lo podían estar en la víspera de año nuevo.
—Serena— grito parado detrás del hueco que separaba la cocina de la barra— Los scons ya están listos para la mesa quince.
Asentí. acto seguido acomode mí delantal y mí cabello. La presentación lo era todo en estas circunstancias. Tenía que lucir como una profesional si quería que mí propina fuese generosa.
—Yo me los llevo— comentó Sasha arrebatandolos de mis débiles y sorprendidas manos. Es imperante causarle una buena impresión a la señora Dartmouth. tal vez hoy en lugar de dejarme dinero por fin se digne a darme el número de su hijo.
Si, como podrán adivinar Sasha era de esas. Y no era ningún misterio que nosotras dos no éramos compatibles.
— No creo que a ella le agrade que su hijo salga con una camarera de un sitio de medio pelo con aires de grandeza, y muchos menos le parecerá apetecible que quien se case con él y le dé a sus nietos , a los que adora con su alma, lleve tu nombre, y no es por desmerecerlo, a él o a tu trabajo.
—Descuida lo cambiaré no seré ni la primera ni la última mujer que lo haga, al fin y al cabo las grandes mujeres de la historia lo han hecho—hizo una pausa y me dedicó una de esas miradas con las que trataba de intimidar a las personas, ella creía que era igual a la de Medusa, que con ella nos frisaría y que enredadaria nuestras lenguas para que las palabras ni salieran , lamentablemente conmigo estaba equivocada, no podría ejecutar ese efecto en mí.—Ve, el chico de la mesa 13 te llama — dijo apuntando en su dirección— Se que a él le agradará más tu presencia que a esas viejas narices paradas como tu les llamas— inclinó su cabeza a un costado—Me pregunto que pensaran ellas de que les digas así. Yo por suerte soy una muchachita sumamente educada y respetuosa— sentenció, sacudiendo su cabello en el aire— Y si me disculpas debo cumplir con mis responsabilidades y tu deberías hacer lo mismo
Juro que tuve que utilizar el cúmulo de mí fuerza y autocontrol para no darle su merecido. Venía aguantando hacía mucho este tipo de comentarios y moría por hacerle saber que es lo que yo pensaba de sus palabras, desafortunadamente no podía hacerlo, no si quería conservar mí empleo,ese que me ayudaría a concretar mis metas.
No había nacido en una cuna de oro y tenía que trabajar por lo que yo quería, quemarme las pestañas, y ser una buena chica si quería triunfar en esta vida. Tristemente el dinero movia al mundo y a mí me hacía falta mucho si quería convertirme en alguien el día de mañana.
— ¿Por qué esa cara tan larga?— preguntó Ron quien ocupaba su sitio habitual, el mismo de cada tarde.
Ya era parte de su rutina, a las 5 se sentaba en esa silla , ni un minuto antes ni un minuto después y ordenaba lo usual, un croissant acompañado de un cafe negro, aunque hoy habia ido en contra de ese habito tan peculiar y en la bandeja que deposite sobre el mantel beige habían dos tazas y el doble de comida.
— Últimamente escucho bastante esa frase— respondí ofreciéndole la sonrisa más honesta que pude darle— ¿Esperas a alguien? — consulté, arrepintiéndome de inmediato, la curiosidad me había jugado una mala pasada, de nuevo.
Su mirada se iluminó en cuanto se cruzó con la mía.
—Sí y no.
— ¿Si, y no?— repetí, confundida.
—Verás entrelazo sus dedos y apoyó su mentón sobre ellos —Esto depende de ti.
— ¿De mi? ¿Por qué?
—Porque si escoges acompañarme , entonces tu teoría será cierta y me harías feliz. Y si no pues, añadiré esta derrota a mí lista.
—Ronald — susurré — Sabes perfectamente que esto va en contra de las reglas del restaurante. podría meterme en problemas por ello.
—Lo sé pero no puede pasarte nada si te me unes como una amiga. He venido en varias ocasiones, las suficientes, como para ser considerado uno.
—Me sorprende cómo con tu ingenio no tienes a tu lado a una muchachita capaz de seguirte el ritmo.
—Quizás sea porque estoy persiguiendo a la inalcanzable— afirmó— Dime qué es lo que te lleva a decirte que no, ¿es que mí nombre te recuerda al payaso de la famosa franquicia de hamburguesas o es el hecho de que mí cabello coincide con el del mejor amigo de Harry Potter? ¿O puede que el número que está en la mesa influya en tu decisión?
—No soy tan superficial— aclaré— La mala suerte no tiene nada que ver con dos estúpidos dígitos tallados en madera, está parece perseguirme desde hace bastante ya y no puedo adjudicarla a estos factores.
—Mi intuición no me falló al decirme que eras una mujer astuta. Así que por favor no hagas que pierda más dignidad y acompáñame.
—Ron...
—Lo sé , lo sé. el estúpido reglamento pero ¿no sé supone que tienes derecho a unos cuantos minutos de descanso?
Asentí.
—Está todo dicho— apuntó a la silla vacía— Quince minutos no mataran a nadie, cuéntame— se reclinó contra el respaldo — ¿Que es lo que te tiene así? Si es tu trabajo renuncia a él y yo te mantengo.
Un dato no menor sobre Ronald es que era hijo de una reconocida actriz aquí en la ciudad , de fama mundial, su fondo de fideicomiso tenía más ceros de los que podía escribir en un minuto y desconocía de los pormenores de no haber nacido con una corona de oro.
— Lo lamento , no puedo darte ese gusto, no si quiero diferenciarme de Sasha.
—Así que eso es lo que te tiene así.
—Así es —respondí—No puedo dar crédito de cómo ella puede conformarse con ser la “esposa de” en lugar de conseguir lo que sea por mérito propio. no puedo identificarme o relacionarme con alguien que se sentiría cómoda simplemente atendiendo a partidos de polo y preocupándose por el barniz de sus uñas.