Suceso Inefable

Capitulo 1

La pequeña estaba en su cama aun durmiendo. Ella es Fernanda Pall, hija única, tiene ahora 5 años, es muy tierna e inocente, la mayor alegría para los señores Mike y Belki.

Los rayos del sol atraviesan por la ventana, el trapo que estaba guindado allí, se había caído haciendo que la luz natural del sol le dé a la pequeña. Poco a poco comienza a moverse como un pequeño gusano, aun con los ojos cerrados busca con sus manos a su alrededor a los padres pero no los encuentra, esto le desesperaba a la niña quien es muy mimada.

En seguida se sienta y se rasca su frágil cabeza, no está en sus cinco sentidos.

—mami ¿Dónde estás? —pregunta la nena. Como obra del destino justo la madre iba en dirección de ella pues Belki se levantó temprano para hacer el desayuno, las labores del hogar.

—oh cariño ya te levantaste justo te iba a despertar —dice la madre con mucho amor, le da un beso a su hija de buenos días mientras al rato comienza a hacerle cosquillas. La risa de la pequeña era suficiente para llenarle de ánimos a la madre, sabía que era su pedazo de vida y fruto de un amor verdadero.

Ambas eran idénticas en diferentes edades, cosa que si algún día le hicieran a Fernanda una broma de que era adoptada, era imposible debido que sus rostros eran similares. La niña es de piel blanca, ojos de color negro intensos, sus facciones la hacían parecer  muy dulce e inocente, pero en realidad era una chiquilla con las suficientes energías para hacer alguna travesura.

La pequeña estiraba sus manos y bostezaba, ella es feliz con sus padres a pesar de las necesidades económicas, han salido adelante. La señora Belki trataba de apaciguar cualquier enojo en la familia, la vida también le golpeo duro en algún momento, ahora no tenía lo que a veces ella quería pero si lo que necesitaba en verdad, y con eso era muy agradecida a su Dios.

— ¿Dónde está papi? —pregunta la pequeña Fernanda, no iba a estar tranquila hasta saber sobre los seres que más ama.

—está en la cocina desayunando, tiene que trabajar pero dime Fernanda ¿ya diste las gracias? —decía con dulce voz la madre. Fernanda comenzó a mostrar sus dientes riéndose porque se había olvidado lo que su madre le venía enseñando desde hace tiempo, sin más que esperar, la niña junta sus manos y cerro sus ojos mientras Belki la observaba.

—doy gracias a Dios por haberme levantado, ver a mis padres y que hoy sea un gran día lleno de bendiciones, cuida de mis padres que van a trabajar. Amen —concluyó la criatura, su madre se sentía orgullosa de su hija, solo recordaba que sus padres jamás le enseñaron de Dios como ella lo hace con Fer, tampoco los culpa simplemente hubiese querido que no la abandonaran, fue huérfana desde los tres años de edad.

Vivian en una provincia pequeña, Santa Elena. Allí fue el camino de un nuevo comienzo para los señores, el padre de la niña es Mike Pall que en realidad provenía de Miami, acompañó a su padre en uno de sus viajes de negocio cuando tenía 19 años con destino a Ecuador donde conoció a Belki de su misma edad, en Cuenca, se enamoró a penas la vio, quiso saber más sobre ella y cuando por fin la conoció no se arrepintió, el padre de él no permitió esa relación efímera, sabía que era un capricho del hijo, mas no amor, siempre era así el muchacho, coqueto, pero esta vez no. El señor siendo meticuloso le amenazo con lo típico, que si no tomaba el vuelo para regresar de donde pertenecía que se olvidara de la herencia y el buen futuro que le correspondía, hubiese aceptado Mike, no lo pensaría ni dos veces, eso era en otras épocas, esta vez no. El amor que le tenía a Belki no se lo permitió y menos aun cuando se enteró que estaba embaraza, esperando un hijo de él.

La relación de ellos fue muy rápido en varios sentidos, el noviazgo, casarse, tener un hijo y que a los cuatro días después de su nacimiento, le hayan arrancados de los brazos a la madre para darle un adiós, así el bebé pueda tener la oportunidad de una nueva vida.

Pensaron que el amor era suficiente para salir adelante, tal vez si pero al principio, Mike soñaba siempre despierto, Belki recalcaba la realidad a toda costa, venían de dos mundos diferentes, pero antes de lamentarse, en una tarde conversaron lo suficiente como para entenderse, lucharon bastante para sobrevivir a la tormenta que la vida les tenía preparada, Belki que es el sustento de la familia.  

Fernanda fue corriendo hacia su padre, estaba mechuda con los ojos demasiado grandes, el padre termino de comer, enseguida lavo su plato para luego secarse las manos y abrazar a su hija.  

—buenos días mi princesa, dime  ¿Quién soy yo? —le da un sonoro beso en la mejilla a su niña, Fernanda miraba atenta a esos ojos avellana que tenían en frente, el señor era muy simpático, sus ojos penetrantes fueron los causante en conquistar a la madre.

— ¡eres mi príncipe! Papi ¿Podemos ir a la playa? —rogaba la niña, todos los días quería ir a la playa tenía una gran fascinación intensa por vivir en aquel lugar, estaba flechada con el mar, la arena, absolutamente todo, tenía el alma de un pececito.

 La respuesta era un rotundo no, tenían que trabajar, solo que ellos tenían métodos diferentes para que no llorase.

—Por supuesto, que tal si primero desayunas —exclama la madre emocionada, transmitiéndole energías, así que caiga en la falsa ilusión. Pero que no comienza su día en enojos, llantos, en fin de mal humor.

—qué tal si después del trabajo ¿vamos?... Amor la niña quiere ir, lo heredo de su bello padre quien extraña surfear, en mi niñez me escapaba para ir al mar, era muy feliz —defendía lo que sembró en su hija, lo que se hereda no se hurta.

—Mike tú le sacabas canas verdes a tus nanas —recalcaba la esposa hablando con su voz delicada, ambos se miraban y era inevitable no reírse por lo dicho. —ya mismo es mi turno en la panadería. El universo está a nuestro favor, más tarde iremos a la playa. Nos recoges, luego que acabas y allí danos un rico paseo, nos lo merecemos después de todo —exclamo ella sonriendo al final.




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