Suceso Inefable

Capitulo 8

Tranquilo se encontraba en la comodidad de la cama, de apoco lograba estar de vuelta a la realidad, sentía pesados sus ojos pero aun así logró abrirlos y al hacerlo pudo visualizar una silueta femenina que estaba frente de él, parada, observo ese cabello ondulado que combinaba con su rostro tez clara, era esa conexión entre miradas con la de Fernanda.

Él no se esperaba que se encontrara cerca, no recordaba que fue lo que había pasado.

—estoy en el cielo —dijo con un buen humor, elevando la comisura de sus labios, la mujer rodó los ojos por la barata labia con la que hablaba, cansada de que la comparase con un ángel solo por conveniencia de hombres que no entraban en su círculo de amistad real y sincera.

—Entendí la referencia –exclamo en el momento que estira su mano hacia la mesa de alado para recoger lo que le pertenece, su celular. —Le explicare que fue lo que pasó, estábamos supongo que hablando cuando de pronto cayó al suelo, fue entonces que no sabía qué hacer y para suerte de todos, su madre llamó, brevemente le explique lo sucedido y con ayuda de unos señores lograron transportarte a este cuarto que se te hace familiar.

Maximiliano ahora que hacia memoria asentaba la cabeza, es verdad, todo estaba bien cuando de pronto ya no lo estaba, a lo que mencionaba la mujer sobre el cuarto se dio cuenta que era de la madre.

—Qué bueno que hayas despertado Maximiliano –hablaba Isabela entrando a la habitación para ver novedades sobre su hijo, le perturbaba la idea de que Fernanda estuviese cerca, ya ambas haber hablado hace un rato sobre el pasado, y aunque haya quedado aclarado, se sentía aturdida. –tu hermana quedó viendo la televisión, le ofrecí galletas pero las rechazó.

—Gracias por su amabilidad Isabela —contestaba Fernanda. —ya es hora de anunciar mi retiro, señor Andrade espero que se recupere pronto, adiós a ambos.

—Gracias a ti por lo que has hecho —aclamaba Max sonriendo por una felicidad que tenía, la mujer no le correspondió con esa misma emoción, no quería que la mal interpretase a algo más. 

Bajo rápido de las escaleras Fernanda, en busca de Sonia para retirarse de ese lugar que jamás imaginaron cruzar, eran muchos encuentros inesperados que le dio miedo por un momento toparse con gente del pasado, no era un momento retrouvailles.

Aun así, mantuvo siempre con la frente en alto.

—Ya nos vamos Sonia —anunciaba la hermana mayor agarrando a la pequeña su diminuta mano, mano que hacia lo posible por detenerse y quedarse en su asiento por donde estaba, esto a Fernanda no le gustó.

—Me tengo que despedir de la señora de esta casa y del señor que se desmayó –avisó Sonia siendo como siempre tan detallista en su buen compartimento, algo tan natural en su mundo tan peculiar, una niña arcoíris.

—Querida ellos están ocupado hablando y no querrán que los interrumpe, en cambio vamos por tu pizza favorita –apenas mencionó esto último Fernanda, la niña mostraba una sonrisa en forma de sandía, eran métodos de manipulación para obtener a cambio otra cosa, no le gustaba recurrir a eso la hermana mayor, pero no tenía otra alternativa.

Ambas ya estando en el auto, fueron al destino donde su familia la esperaban.

—no le vallas a contar a nuestra madre sobre ellos, porque yo quiero decirle —pedía de favor Fernanda, tenía que hablarle de ese tema a ella, temía su reacción, tiempo atrás aun sentía un sabor amargado hacia Isabela, y ahora que la vida los juntó con la familia Pall, no sabría cuál sería la reacción.

Isabela que acariciaba las manos de su hijo Maximiliano, escuchando lo que él tenía que decirle sobre su salud y como ha estado de estrado sumándoles a los insoportables dolores de cabeza, que luego cambiaron de tema sobre qué relación tenía con la mujer que hace rato había marchado.

— ¿Te sucede algo Max? —pregunta Isa, observando con detalle el rostro de su joven hijo que suspiró. —Esa muchacha es agradable.

 —Me voy a casar con ella —afirmó con locura, la oyente abrió los ojos asombrada, se esperaba millones de respuesta pero jugar con algo tan serio para la madre, porque conocía a los de su edad, y definitivamente el compromiso no iba con ellos.

—no juegues con vidrio, que te vas a cortar y la herida duele mucho… ya ves lo que pasó con Elisa —era muy clara la señora, tanto que le molestó a Max no podía conversar sobre otra mujer porque la sombra de una ex, estaba presente.

—no soy un muchacho, que anda por ahí viendo una presa. Que poco me conoces madre, podre yo ser una bestia con quien quiere, pero ella tiene una mirada angelical que me odiaría si la hiciera daño, lo de casarme fue un impulso, aun no descubro que es lo que siento por ella pero lo voy averiguar… —reía, tratando de recordar el rostro de esa mujer.  

—solo recuerda siempre que uno merece una joya, no una que se disfraza y resulta ser una roca —dijo Isabela, preocupaba por la situación en la cual podría terminar, tal vez Max no recuerde mucho el pasado porque siempre se visualizaba al futuro.  

<<— No sé cómo agradecerte por lo que has hecho —exclama manteniendo una conversación con la señorita que había ayudado a su hijo.

—Tenía que hacerlo Isabela —respondió seca, sin transmitir algún sentimiento en su rostro.

—Yo jamás te dije mi nombre ¿Cómo es que sabes? ¿Mi hijo te habló de mí? —interrogaba estando confundida la mujer, ambas estaban sentadas en la sala de la casa.

Fernanda no quería esconder quien era ella, si tarde o temprano su hijo iba hablar. 

—me gusta ser directa, mi apellido es Pall ¿Le trae recuerdos Isabela? —esa forma de dirigirse hacia quien tenía mayor experiencias en la vida logró allí a aturdirla, Isabela recordaba esa mirada, había pasado tantos años, allí se encontraba totalmente hecha una mujer. —soy la pequeña Fernanda Pall.

Con esa clara referencias dada, por supuesto que recordaba Isabela, cuando la señorita Pall era una adolescente, el padre le habló sobre los celos intensos de la madre, cuando tuvieron problemas, eso a Fernanda le intrigó que buscó quien había causado mal a la familia, por eso sabe de ella y pudo reconocer el rostro.




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