Suceso Inefable

Capitulo 9

Ya era de mañana, el domingo de descanso, la familia Pall se encontraba observando la televisión, especialmente la película “La cabaña” donde jamás podrían dejar de verla, es más, las pequeñas ya sabían los diálogos, como las letanías.

Fernanda había decidió de nuevo caminar por ese sendero en donde se había topado con Maximiliano, puesto que la noche anterior había soñado con él, aunque con exactitud no, era diferente, el escenario en donde se decía que vivía, las vestimentas y el rostro era diferente, aun así sentía que era él. 

Le gustaba dejarse llevar como el viento que tiene tanta libertad, y cuando ya estaba allí en donde tiempo atrás en el suelo se encontraba, se dio cuenta que había sido una estupidez, simplemente esa intuición no era correcta.     

— ¿Recreando una escena? —preguntó Maximiliano que se encontraba allí, donde el recordaba la primera vez que la vio en el suelo, Fernanda pese que estaba perpleja porque el hombre está allí presente, carecía de emociones.

—para nada señor Andrade —contestó esta vez sonriéndole, tan natural.   

—Tú me intrigas —habla en voz alta él. — ¿Qué haces por estas zonas?

—Pasear —se limitaba a contestar más.

— ¿puedo acompañarte? —propuso el oyente, a lo que Fernanda entrecerrando los ojos vio fijamente el rostro del hombre, que sujeto tan insistente en querer salir con ella… 

—Quizás otro día —respondió amablemente, sin rechazarlo siendo grosera, ni darle alas a algo que no va a ocurrir, quería concentrarse ahora en su ser, cuidar su alma, trabajar en su energía. —Maximiliano ¿Qué quieres de mí?

 Sin poses, simplemente siendo directa preguntó.

—conocerte… porque más allá de poseer un rostro bonito, es más bien un reflejo del alma que quiero comprender… y voy hacer franco, no sé qué busco en usted, tal vez es deseo, atracción o un sentimiento profundo… honestamente desde que te vi, quiero saber sobre ti —y esa sinceridad de él, fue notorio en sus palabras.

Esa conexión extraordinaria, ese nexo, él la sintió tan real y trataba de buscar una lógica que la mujer descartaba por donde sea, una energía conocida que a la vez desconocida se desprendía de ella. 

—Respeto mucho su pensamiento —le dio a conocer lo que ella captaba, porque algo que rescataba era esa empatía por los demás, aunque no quería decir que estaba de acuerdo siempre. —y gracias por hacérmelo saber pero yo en estos momentos estoy enfocada en otras cosas.

—Yo sé que no soy el único que siente esa sensación, es como conocernos y a la vez no… tal vez esa es mi curiosidad —.

—Tal vez este confundido, de todos modos espero que se encuentre bien, yo me tengo que ir –habló Fernanda despidiéndose, volteando su cuerpo e intentar alejarse de ese hombre que le produjo que se erizase su piel, ella también sentía con exactitud todo lo que él había dicho.

—Por favor, déjeme contactarla, hemos tenido varios encuentros y ninguno he tenido la dicha de que me dé su número celular —iba intentar hasta que él se dé por vencido.

Fernanda creía en muchas cosas espirituales, pero en el año que estaba, todo avanzaba tan rápido, es que conocía el tipo de hombres que hablaban cosas tan bonitas y al rato salía a la luz sus verdaderas intenciones, por esos siempre consideraba reglas antes de permitir a que alguien ingrese a su círculo de vida.

Aun así, decidió darle una oportunidad a Maximiliano, a lo mejor resultaba un buen amigo y la amistad estaría allí.

—De acuerdo es 099988767 —y finalmente el hombre consiguió muy a su estilo lo que quería, pero cuando se fijó en el número se dio cuenta de un detalle. 

— ¿falta un dígito? —preguntó el hombre de ojos zafiros, escuchando una risita de la mujer que se encontraba al frente.

—Ese te toca averiguarlo Maximiliano —terminó por sonreírle, colocando su mano por un rato en el hombro de este para luego retirarla. —ya me tengo que ir, chao.

Fernanda no era de complacer en todo, verla irse con pasos firmes, le volvió más atractiva para Maximiliano, que le gustaba los retos de la vida.

Y la noche estrellada estaba, sus manos delicadas empezaban a enfriarse así que las frotaba, se encontraba parada la mujer esperando a que su compañero de salida llegase por ella.

Aun recordaba cuando tuvo su primera salida de jovencita a los entrando a los dieciochos con un jovencito que le iba a recoger en la puerta de su casa, estaba llena de nervios porque el padre protector primero iba a conversar con el muchacho.

<< —papi, me das permiso para salir con un chico este fin de semana —avisa contenta mientras apretaba sus dedos con fuerza.

— ¿un chico? ¿Quién es él? —interroga a su hija, no estaba preocupado, confiaba en su hija sobre las decisiones que tomaría al salir con alguien, durante toda su adolescencia la estuvo preparando, pero como todo padre su principal deber, es protegerla. La conocía, sabía que era un pretendiente con quien iba a salir, y por supuesto ella estaba interesada en él. Si fuese otro caso, se hubiese quedado esa tarde con su familia.

—su nombre es Callen, hace dos semanas nos vamos conociendo —informaba la hija, tenía una gran confianza con su príncipe que a la hora de hablar de hombres para nada le incomodaba.

—dile  que si quiere le muestro mi colección de armas, Fernanda anota eso, no vayas a olvidar esa parte —le molestaba Mike.

— ¡papá! —gritaba con una chillona voz, la hija. Thomas no había prestado atención a la conversación, estaba pendiente de su conversación con una chica.

Las horas pasaron muy lentos para la señorita impaciente, se hizo un poco eterno la espera. Finalmente no toda dura en esta vida, y el reloj continúo de gira, apuntando casi la hora de la salida.

—Ya me iré familia… —avisa gritando Fer, bajando por las escaleras, desde su ventana había visto un auto color rojo llegar y una notificación en su celular. En su campo de visión antes de salir, se encontraba el padre y Úrsula. Al principio Fernanda pensó que no le iban a dejar salir, con lo receloso que a veces era el señor Mike.




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